China no logra restaurar la confianza de los mercados
Las caídas en Shanghai y Shenzhen arrastraron a las bolsas de Asia, Europa y Estados Unidos; el gobierno inyectó dinero en los circuitos bursátiles, pero no consiguió detener el desplome
PEKÍN.- Los mercados parecieron confirmar ayer que al gobierno chino mucho no le creen. Cada vez más temerosas de que Pekín profundice la devaluación del yuan, a pesar de que dijo lo contrario, y de que la segunda economía del mundo no crezca lo suficiente, las bolsas de casi todo el mundo temblaron, y las asiáticas, en particular, se derrumbaron.
Pese a una masiva inyección de dinero en los circuitos bursátiles y bancarios, el gobierno chino no logró impedir ayer el desplome de los pisos de Shanghai y Shenzhen, con pérdidas superiores al 6%.
En el cierre de la sesión de ayer, la bolsa de Shanghai había perdido un 6,15%, la caída más grande desde el 8,5% registrado hace tres semanas. En tanto, el piso de Shenzhen, donde cotizan las empresas de tecnología, bajó un 6,5%. Además, 600 compañías suspendieron sus cotizaciones, al alcanzar el límite diario del 10% de pérdidas.
Este importante retroceso llegó después de que el Banco del Pueblo de China (BPC, banco central) realizara la mayor inyección de liquidez en el sistema financiero en 19 meses ante el temor de una salida masiva de divisas, según informó el diario estadounidense The Wall Street Journal, y ante la posibilidad de que las autoridades de la segunda mayor potencia mundial retiraran parcialmente los estímulos con los que suturaron la sangría bursátil en las últimas semanas.
Tan sólo el mes pasado el banco central chino inundó con 93.000 millones de dólares dos importantes bancos de desarrollo para fortalecer sus bases de capital e incrementar el financiamiento de las empresas. El BPC dijo que había inyectado 48.000 millones de dólares en el Banco de Desarrollo de China y 45.000 millones en el Export-Import Bank of China el mes pasado.
Posibles causas
Analistas y expertos internacionales sostenían ayer que en la volatilidad de las bolsas convergen varios factores, tanto internos como externos, como la debilidad del yuan respecto del dólar, un elemento que ayer reavivó los temores a que Pekín realice una devaluación más profunda de su moneda a pesar de que el BPC sostuvo la semana pasada que planeaba una intervención continuada.
Se suma el pesimismo de los inversores chinos, que rebajaron sus expectativas de mayores estímulos monetarios después de que ayer se supiera que los precios de las viviendas aumentaron por tercer mes consecutivo, un indicio de que el mercado inmobiliario se recupera lentamente y que podría llevar a Pekín a aminorar su política de apoyos.
La desconfianza también está puesta sobre las metas de crecimiento de China, que tiene por objetivo un piso de crecimiento de 7%, el más bajo en 25 años y una cifra que representa la supervivencia del régimen, ya que una expansión inferior presentaría escenarios de convulsión social e inestabilidad política.
El cimbronazo causado por el derrumbe de las bolsas chinas impactó en todo el planeta. Las principales bolsas asiáticas sufrieron el "efecto dominó": Hong Kong perdió 1,43%; Tokio, 0,32%; Sydney, 1,2%; Seúl, 0,62%, y Taipei, 0,44%. Wall Street, en tanto, retrocedió 0,2%, un valor aproximado a las caída en París, Milán, Londres y Fráncfort.
Meta ambiciosa
Poco amigo de las reglas del mercado, el régimen comunista, sin embargo, se embarcó en los últimos meses en uno de sus más ambiciosos desafíos, que es la liberalización del yuan de las cotidianas manipulaciones del BPC, para así integrarlo a la canasta de monedas del Fondo Monetario Internacional (FMI), club cerrado que componen las divisas más confiables, que son el dólar, el euro, la libra esterlina y el yen.
Los competidores directos de China acusan al régimen de beneficiar con la devaluación a los productos chinos, ahora con precios más seductores para los voraces mercados norteamericano y europeo. En julio pasado, el mercado exportador chino se había contraído 8,3%, el mayor repliegue desde la crisis financiera de 2008, otro síntoma más del debilitamiento de la economía.
Las alarmas en el coloso comunista se encendieron en junio pasado con el hundimiento de sus bolsas y continuaron sus alertas la semana pasada, con una devaluación de 4,5% de la moneda durante tres días consecutivos, la mayor desde 1994.
La compleja maquinaria de la economía china, donde coexisten capitales privados y estatales vigilados por el férreo control del régimen -especialmente en los sectores estratégicos-, fue empujada por las últimas medidas de Pekín hacia una zona inestable y poco previsible, dos términos que desatan el pánico en los grandes inversores internacionales al momento de decidir sobre sus proyectos de negocios.
Del editor: qué significa.
Agencias Reuters, ANSA, EFE y DPA
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