China les está prestando miles de millones de dólares a los países con problemas financieros
En vez de dar créditos para la construcción de puentes y autopistas, ahora China opta por otorgar rescates de emergencia a sus acreedores anteriores
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PEKÍN.- Después de prestarles más de 1,3 billones de dólares a países en desarrollo para la construcción de grandes proyectos de infraestructura, ahora China cambió el foco y se concentra en rescatar a muchos de esos países por la montaña de deuda que acumularon.
Los créditos iniciales eran parte de la iniciativa conocida como Nueva Ruta de la Seda, que el presidente chino, Xi Jinping, lanzó en 2013 para establecer vínculos políticos y fomentar el desarrollo de redes de transporte y comunicaciones en más de 150 países.
En los últimos tiempos, sin embargo, los dos principales bancos estatales chinos que concedían los créditos para infraestructura han reducido sus nuevos préstamos. En 2021, los rescates financieros otorgados por China aumentaron hasta alcanzar el 58% del total de sus préstamos a países de ingresos medios y bajos: en 2013, representaban apenas el 5%, según el nuevo informe del Instituto de Investigaciones AidData de la Universidad William and Mary, que recopila información exhaustiva de la evolución financiera de China.
“Pekín está navegando en aguas que no conoce y con un rol que le resulta incómodo: el de mayor acreedor mundial de deuda pública”, apunta el informe académico.
Aunque la Nueva Ruta de la Seda le dio peso geopolítico a Pekín y ayudó a financiar proyectos económicamente provechosos, los créditos chinos también fueron usados para construir proyectos faraónicos que no impulsaron el crecimiento y que cargaron a esos países con deudas astronómicas que hoy no pueden pagar.
Gran parte de los recientes préstamos de Pekín consisten en créditos del banco central chino a los bancos centrales de los países que ya tenían créditos tomados en el marco de la Nueva Ruta de la Seda. Y otra porción importante y cada vez más grande proviene de bancos comerciales controlados por el Estado chino y que trabajan en conjunción con grupos de bancos de Occidente.
Las deudas pendientes con China son parte de los miles de millones que deben los países emergentes a otras naciones y organismos, ya sea el Fondo Monetario Internacional o acreedores privados. La insustentabilidad de la deuda pública ha sido siempre un problema para los países pobres, pero el reciente impacto de la pandemia y la disparada de los precios internacionales de alimentos y energía desde la invasión de Rusia a Ucrania agudizaron aún más el reciente ciclo de endeudamiento.
China está cambiando el eje de su política de préstamos mientras Estados Unidos busca emular el incipiente éxito de China en establecer fuertes lazos con los países emergentes.
La Corporación Financiera de Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (DFC), un organismo creado por el gobierno de Trump y el Congreso en respuesta a la Nueva Ruta de la Seda, anunciará está semana un préstamo de 125 millones de dólares para la modernización de un astillero en Grecia y unos 125 millones para la ampliación de puertos en Sri Lanka, según adelantan funcionarios norteamericanos al tanto de los detalles, pero no autorizados a hablar públicamente antes del anuncio oficial.
La inmediata y vertiginosa expansión la Nueva Ruta de la Seda alarmó a los funcionarios norteamericanos de entones, que vieron la iniciativa china como un menoscabo de la influencia de Estados Unidos. El gobierno de Trump y el Congreso reaccionaron y en 2018 fusionaron dos agencias existentes para crear la DFC. En el año transcurrido hasta el 30 de septiembre de este año, el organismo otorgó 9300 millones de dólares para financiar proyectos en otros países, frente a los 7400 millones de igual periodo anterior.
Según el informe académico de AidData, entre 2014 y 2017 China aportó casi el triple de financiamiento para el desarrollo que Estados Unidos. Pero en 2021, apenas los superaba en un 30%.
Sri Lanka fue el escenario de uno de los proyectos de infraestructura chinos con mayor carga política: la construcción de un puerto de 1100 millones de dólares en Hambantota, una ciudad a unos 200 kilómetros al sudeste de Colombo, que era la base política de Mahinda Rajapaksa, entonces presidente del país. Se trataba de un puerto que atraía poco tráfico.
Cuando el proyecto no pudo pagar la deuda, las entidades chinas se quedaron con un contrato de concesión del puerto por 99 años y 60 kilómetros cuadrados de tierras a su alrededor. (El nuevo préstamo de 553 millones de dólares de Estados Unidos se destinaría a la ampliación del atiborrado puerto de Colombo, capital y principal ciudad de Sri Lanka).
Gran parte de las obras de la Nueva Ruta de la Seda fueron realizadas por empresas chinas de construcción e ingeniería, que despacharon a miles de ingenieros, operadores de equipos pesados y otros especialistas a toda Asia, África, América Latina, Europa del Este y el Pacífico.
Según los cálculos de AidData, desde 2000 China ha prestado 1,3 billones de dólares, casi todo a países que se sumaron a la Nueva Ruta de la Seda.
Casi la totalidad de ese dinero fue aportado en forma de créditos, no de donaciones, y con tasas de interés por lo general ajustables: en los últimos años, como las tasas de interés se dispararon a nivel global, los países pobres le quedaron debiendo a Pekín mucho más de lo que calculaban.
Los bancos prestamistas y contratistas chinos pudieron construir esos proyectos rápidamente porque el gobierno chino rara vez les exigía estudios ambientales profundos, auditorías de viabilidad financiera o controles sobre el desplazamiento de poblaciones locales obligadas a ceder tierras. Además, los gobiernos de los países emergentes debían garantizar el reembolso de los préstamos otorgados a sus gobiernos locales y provinciales.
En los primeros años, el 65% de los créditos fueron otorgados por los bancos estatales chinos de políticas públicas, en particular el Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación e Importación de China, según datos recopilados por AidData. Pero ante los problemas que presentaron muchos de esos préstamos, los bancos se fueron retirando y limitando las aprobaciones de nuevos créditos, hasta que en 2021 ya representaban menos de una cuarta parte de los préstamos chinos.
Ahora, los bancos comerciales chinos que cotizan en bolsa pero donde el gobierno tiene participación accionaria representan otra cuarta parte de los préstamos, pero esas entidades otorgan préstamos a países en desarrollo a través de bancos occidentales, que tienen estándares crediticios más altos.
“El desarrollo debe salvaguardarse con protecciones contra el riesgo”, dijo el vicepresidente de finanzas globales del Banco de Desarrollo de China, Guo Lei, en el Foro Internacional de Finanzas que se celebró a finales de octubre en Guangzhou, China.
Wang Wenbin, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, defendió los préstamos de su país al exterior. “El endeudamiento razonable es bueno para el desarrollo económico”, señaló el martes en conferencia de prensa, horas después de la publicación del informe de AidData. “Son muchos los países que recurren a la deuda pública como un importante mecanismo para obtener financiación e impulsar el desarrollo económico.”
Los préstamos de rescate de emergencia de China, generalmente a través del banco central chino, van a parar básicamente a países que tienen problemas para pagar deudas anteriores con instituciones financieras de Pekín, apunta Bradley Parks, director ejecutivo de AidData.
El nuevo informe del instituto revela que en los últimos años el paquete promedio de préstamos de rescate a países que ya estaban muy endeudados con China fue de 965 millones de dólares. En comparación, los países que no debían mucho a los acreedores chinos recibieron préstamos de rescate promedio de 26 millones de dólares.
El monto anual de préstamos concedidos por el Fondo Monetario Internacional es más alto que los rescates de China, aunque la brecha se ha ido reduciendo… Pekín está cada vez más en desacuerdo con el FMI y otros acreedores internacionales sobre quién tiene que pagar el costo de aliviar la presión de la deuda sobre los países emergentes.
Reza Baqir, exfuncionario del FMI y luego director del banco central de Pakistán hasta 2022, dijo en el foro en Guangzhou que los rescates financieros de China no entran en competencia con los del FMI.
“Los considero como un complemento, más que como una alternativa al FMI”, apunto Baqir.
Por Keith Bradsher
Traducción de Jaime Arrambide
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