China, en guerra contra su "ciudad del pecado"
La megaurbe de Dongguan, la meca de la prostitución del país, se convirtió en la punta de lanza de un vasto operativo contra el comercio sexual, que se multiplicó con el boom económico
PEKÍN.- Dongguan saltó a los medios del mundo en febrero pasado, y no lo hizo de la mejor manera. Fue al estallar un escándalo que la señaló como el burdel de China y "la ciudad del pecado", y que la expuso como la prueba de un mal que se venía tapando desde hacía mucho tiempo.
Era la señal de largada. Desde entonces, cuando se descubrió una extensa red de prostitución por un reportaje de la cadena oficial CCTV, se comenzaron a desmontar centenares de burdeles clandestinos.
La depuración está en manos de 6000 agentes que se lanzaron a las calles y que, hasta ahora, cerraron 120 establecimientos. Al mismo tiempo, el jefe de la policía local y otros 30 oficiales fueron despedidos por "negligencia" y se cree que la ola arrastrará a muchos más.
Dongguan es una ciudad de ocho millones de habitantes, ruidosa y oscura, a pesar de los múltiples neones del centro. Se ubica en la provincia costera de Guangdong, la zona productiva por excelencia, al sur de China. Es conocida por sus fábricas, pero desde la difusión del documental también por sus burdeles y por ser la "ciudad del pecado".
Su caída en desgracia hizo que comience además un enorme operativo en toda China.
El reportaje de la CCTV se valió de un truco simple para descubrir los establecimientos clandestinos: cronistas con cámaras ocultas se hicieron pasar por clientes. Allí se comprobó lo que ya todos los chinos sabían: que la prostitución está al alcance de la mano de cualquiera que tenga unos cuantos yuanes.
Pocas horas después de que se difundiera el trabajo de la CCTV se lanzó el inmenso operativo policial del Ministerio de Seguridad. Según informó el ministerio, en una semana investigaron 2000 establecimientos, dieron con 73 bandas dedicadas al negocio, eliminaron 2400 páginas web y detuvieron a 500 personas.
Un negocio masivo y desigual
Pero si quieren ir al fondo del problema aún hay mucho por investigar. Entre 500.000 y 800.000 personas estarían ligadas a este negocio sólo en Dongguan, según el diario South China Morning Post.
En China se dice que en donde surge un asentamiento de trabajadores inmigrantes, surge a la vez el negocio "amarillo", el color con el que se designa la prostitución. Así sucedió en Dongguan, donde los operarios de las fábricas, muchos de ellos inmigrantes, y el negocio de la prostitución, se multiplicaron al ritmo del crecimiento económico del país.
El enorme crecimiento que se dio en ciudades como la ahora vilipendiada Dongguan dio lugar a un mundo de trabajadores ilegales e inmigrantes, creando una enorme brecha social. Este crecimiento vertiginoso, que sacó a millones de personas de la pobreza en los últimos 30 años, también creó enormes desigualdades que incluso se reflejan en el negocio del sexo. Tanto que más que hablar de prostitución debería hablarse de prostituciones, para expresar la gama diferente que se oculta bajo la misma palabra.
"Hay ricos que llaman a prostitutas o incluso las mantienen porque es un símbolo de estatus y porque buscan nuevas experiencias, otros no consiguen novia porque en China es difícil para los hombres adultos en zonas rurales y otros lo hacen porque ya no tienen sexo en sus matrimonios", explica a LA NACION la sexóloga Li Yinhe.
El reportaje de la CCTV se concentró en las prostitutas más costosas, que trabajan en establecimientos cerrados como salones de masajes o salones de canto. Sus precios arrancan en unos 600 yuanes (38 dólares). Sin embargo hay prostitutas en las calles que pueden llegar a cobrar 10 yuanes para tener sexo allí mismo.
La brecha social
"La enorme brecha social y el hecho de que el país acepte esas diferencias como algo natural lleva a que los que más tienen ni siquiera se pregunten qué pasa cuando pagan por sexo. Muchos de ellos las ofrecen a sus colegas en una reunión de trabajo o después de cerrar un negocio", dijo a LA NACION la escritora Zhang Lijia, que trabaja en un libro sobre la prostitución en China.
El escándalo reavivó además el debate sobre la legalización de la prostitución. "He defendido durante mucho tiempo la legalización del comercio sexual, ahora es el momento", escribió Wu Jiaxiang, uno de los pocos intelectuales en expresar su inquietud por la represión contra la prostitución en Guangdong.
"Creo que toda forma de hipocresía repercute en lo sexual. Es una hipocresía negar la prostitución. Legalizarla les daría a esas mujeres protección y derechos", dice Li Yinhe. Cuando estalló el escándalo, escribió en su blog: "La represión no servirá de nada. Incluso si sacan hasta la última prostituta de Dongguan los clientes irán a otro lado. La única salida es la despenalización".
Sin embargo, no parece muy acompañada en su cruzada. Lejos de legalizar la prostitución, se intensificaron los controles. Desde febrero se cerraron en el país unos 300 establecimientos clandestinos.
"Desde que sucedió lo de Dongguan estamos focalizados en la prostitución", dice un policía que trabaja en la zona roja de Tianjin, a pocos kilómetros de Pekín.
Junto a la redada para descubrir establecimientos, se lanzó una campaña en contra de la pornografía en Internet. Se rastrearán y castigarán las páginas que tengan enlaces a sitios pornográficos y los juegos en línea que tengan "implicaciones obscenas".
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