China, el jugador silencioso que puede sacar partido de la lucha de Rusia y EE.UU.
El régimen de Xi está expectante frente a la crisis de Ucrania, que puede desgastar a Washington y llevar a reforzar sus lazos con Moscú
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PEKÍN.– A Pekín, separada de Kiev por más de 6000 kilómetros, solo le inquieta del asunto ucraniano que una guerra le robe el foco olímpico, mientras contempla con sosiego un conflicto ajeno sin riesgo de salpicaduras y que puede reportarle el desgaste estadounidense y unos vínculos reforzados con Rusia.
Su diplomacia, frente a un contexto global polarizado, ha subrayado su principio de no injerencia en asuntos internos y recomendado el diálogo, entre otras manidas banalidades. Su prensa le ha dedicado una atención irrisoria al asunto que monopoliza las noticias globales y solo una lectura entre líneas de la reciente charla entre Wang Yi, el ministro de Relaciones Exteriores chino, y su homólogo estadounidense, Antony Blinken, insinúa el interés.
Wang animó a Washington a jubilar la mentalidad de la Guerra Fría, a tomarse en serio los reclamos rusos y a dejar de justificar la expansión militar en nombre de la seguridad propia. Moscú, por su parte, admitió que informa puntualmente a Pekín de los pormenores. Es improbable, sin embargo, que esa sintonía empuje a China a ir más lejos. No atenderá las peticiones estadounidenses de sujetar a Putin ni se alineará con Rusia en un conflicto que aumentaría los miedos en Europa a su auge o daría aire a la OTAN cuando gran parte de la ciudadanía discute su utilidad.
China será neutral y se abstendrá en la ONU, confirma Stanley Rosen, profesor de Ciencia Política en el Instituto Estados Unidos-China de la Universidad de South Carolina. “Quiere mantener la alianza con Rusia, pero no desea cambios territoriales porque tiene sus propios intereses, especialmente en el centro de Asia, donde es un jugador importante. Está claro que no desea el renacimiento del viejo imperio soviético”, añade.
El incendio ucraniano desvió la atención estadounidense hacia Rusia y le dio un respiro a China cuando Joe Biden perseveraba en la hostilidad de Donald Trump. La pulsión belicista de Washington da treguas periódicas a Pekín, que disfrutó de una década de relativa paz tras los ataques del 11 de Septiembre.
El exuberante auge chino es explicado por muchos analistas por aquel período en el que Estados Unidos se enredó en Medio Oriente y no es difícil imaginar el alivio de Pekín estos días.
Ucrania también mide el compromiso internacional de Biden tras la atropellada y caótica huida de las tropas estadounidenses de Afganistán.
Tigre de papel
Ucrania supone su segundo examen y las amenazas actuales a la intervención militar sobre Rusia no difieren demasiado de las que escucha Pekín en asuntos como Taiwán y el Mar del Sur de China. Consiste en que China y el resto del mundo descubran si Biden está decidido a revertir la absentista política trumpista de “Estados Unidos primero” o si no es más que lo que Mao Tsé-tung desdeñaba como un “tigre de papel”.
Las relaciones sino-rusas nunca han sido mejores, repiten las dos partes. Xi Jinping y Vladimir Putin han compartido 37 videoconferencias desde 2013 y su inminente reunión en Pekín será la primera que el líder chino mantiene con un homólogo desde que empezó la pandemia. La delegación rusa de 500 personas a los Juegos de Invierno compensará los boicots de altos funcionarios de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá y Australia. Es seguro que ambos enfatizarán su “vieja amistad” y prometerán fortalecer su colaboración.
Esa simpatía política ha engrasado la sinergia económica. China es el primer socio comercial ruso desde 2010, dos años después de que Putin proclamara su “giro a Oriente”, y su principal comprador de materias primas. Su comercio bilateral encadena récords: rozó los 150.000 millones de dólares en 2021 tras un aumento anual del 35% y planean alcanzar los 200.000 millones en 2024.
Tres años atrás empezó a fluir al fin el gas ruso hacia China tras firmar un contrato que se había demorado más de una década. La geopolítica aconsejó acabar con el febril regateo sobre el precio: China temió que Estados Unidos interrumpiera sus líneas navales y Rusia vio comprometido su negocio en Europa.
Ucrania devuelve el escenario porque las “severas sanciones” que airea Occidente impulsarían sin remedio a Rusia hacia China. No es una salida idílica para Moscú, inquieta por la progresiva dependencia económica de Pekín, pero es la única. China absorbe la quinta parte del comercio internacional de Rusia, mientras ésta apenas supone el 2% del chino.
Afinidad
“Será un disparate que Estados Unidos apruebe sanciones que empujen a Rusia hacia China. Mantener la tensión con ambos es un despropósito”, dice Xulio Ríos, director del Observatorio de Política China. “Pekín está a la expectativa y no cambiará su actitud neutral aunque es indudable que es más comprensiva con Moscú. Esa afinidad es por ahora una frontera indefinida. Rusia mostrará su cercanía a China en los Juegos y ésta podría corresponderle, quizá con declaraciones de apoyo o algún gesto político, pero está claro que en el ámbito militar no quiere saber nada”, añade el analista.
La URSS ayudó a la industrialización china a mediados del siglo pasado, pero las diferencias políticas pronto provocaron desconfianza. Hoy persisten los intereses opuestos de dos imperios en áreas comunes y está además la incomodidad rusa por el rol de hermano menor. Mandan, sin embargo, los compartidos lamentos hacia el imperialismo de Washington y su costumbre de amontonar misiles tras sus fronteras o liderar organizaciones de defensa para atosigarlos, ya sea la OTAN en Europa o el Aukus y el Quad en el Pacífico.
Ni los cálculos externos ni internos recomiendan que China abandone su cómoda postura de observador, sostiene Anthony Saich, sinólogo de la Escuela Kennedy de Harvard.
“Es un año importante para Xi, que pretende el tercer mandato como secretario general del partido. La estabilidad es prioritaria y quiere mantener buenas relaciones con Washington. Lo último que desea es verse obligado a apoyar públicamente a Rusia en un conflicto contra la OTAN y Estados Unidos”, sostiene Saich.
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