China anuncia la destitución de Qin Gang, el ministro de Relaciones Exteriores que lleva un mes sin aparecer en público
La última vez que se lo pudo ver en un acto oficial fue el 25 de junio, vestido de traje y con buen aspecto en las imágenes oficiales
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PEKIN.- El ministro de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang, fue separado del cargo, informaron este martes los medios estatales, después de semanas de misterio porque el funcionario no aparece en público hace un mes.
Qin Gang, en el puesto desde diciembre de 2022, “fue separado del cargo de ministro de Exteriores” y reemplazado por su predecesor Wang Yi, reportó la agencia oficial de noticias Xinhua.
El informe no dio una razón para la remoción de Qin, pero explicó que el presidente Xi Jinping firmó una orden presidencial para promulgar la decisión.
China ha mantenido un hermético silencio durante semanas sobre el paradero de Qin desatando una tormenta de especulaciones sobre si había sido destituido o estaba siendo objeto de una investigación oficial o incluso si sufría problemas de salud. En redes sociales, sin embargo, una de las teorías más virales sobre la desaparición del funcionario es su supuesta relación extramatrimonial con la periodista de Phoenix TV, Fu Xiaotian.
Sea cual sea la veracidad de esas teorías, el declive de Qin es un momento incómodo para el presidente Xi, quien catapultó al ministro saliente a su poderoso cargo por delante de otros diplomáticos de mayor edad y trayectoria.
“Si la gente quería ver en una pantalla grande la opacidad del sistema chino y cómo eso puede afectar, aunque solo sea temporalmente, la ejecución de las políticas, entonces aquí tienen un ejemplo claro de ello”, dijo a The New York Times Richard McGregor, investigador principal del Instituto Lowy en Sydney, quien estudia la política exterior china. Sin embargo, agregó que Xi era demasiado poderoso como para sufrir mucho daño por la caída de Qin.
“No es un episodio decisivo para Xi, pero sus críticos disfrutarán con ello, aunque no se atrevan a decirlo en público”, estimó McGregor. “Si hay algo de sustancia en los rumores, es un recordatorio de que en el sistema del partido, tu vida privada puede estar tan sujeta a regulación como tus deberes públicos. Aunque, en este caso, la conducta de un embajador tiene implicaciones para la seguridad nacional”.
Últimas apariciones
Hace unas semanas, el Gobierno chino alegó “motivos de salud” para argumentar que Qin Gang no acudiría a un foro internacional. No hay más noticias desde entonces sobre este exembajador en Estados Unidos de 57 años conocido por su discurso afilado y sus réplicas de guerrero lobo, como se denomina en China a los diplomáticos de corte más duro.
La última vez que se lo pudo ver en acto de servicio fue el 25 de junio. Vestido de traje, y con buen aspecto en las imágenes oficiales, se reunió aquel día con los ministros de Exteriores de Vietnam, de Sri Lanka y con el viceministro de Exteriores ruso.
Una semana antes, el 18 de junio, el canciller chino había mantenido la entrevista más esperada en lo que lleva en el cargo, la de Antony Blinken, el primer secretario de Estado estadounidense en viajar al país en cinco años. “La relación entre China y Estados Unidos se encuentra en el punto más bajo desde su establecimiento”, le dijo Qin a su homólogo norteamericano. “Esto no sirve a los intereses fundamentales de los dos pueblos ni satisface las expectativas compartidas de la comunidad internacional”, añadió.
Un día después, Blinken se vio con Xi, un cara a cara en torno a una mesa en la que Qin también estaba sentado. Aquellas reuniones dejaron la sensación de que se había logrado poner un piso a los lazos en caída libre de la primera y la segunda potencia económica del planeta. Aunque un día más tarde el presidente estadounidense, Joe Biden, llamó “dictador” a su contraparte china, Pekín ha seguido acogiendo a diversos nombres de primera fila de la política estadounidense: a la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, a principios de julio; al enviado especial para el clima, John Kerry, y al centenario ex secretario de Estado Henry Kissinger esta semana. Qin no ha estado presente en ninguna de estas visitas.
Las jornadas de la diplomacia china han seguido un ritmo extenuante desde el final de las férreas medidas antipandémicas en diciembre y la reapertura a principios de 2023. Por el país se han dejado caer numerosos líderes de medio mundo: del francés Emmanuel Macron al brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, pasando por el español Pedro Sánchez. También tenía intención de viajar a Pekín el ministro de Exteriores del Reino Unido, James Cleverly, pero según la agencia Bloomberg, ha aplazado la visita, principalmente por la ausencia de Qin.
El jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, tampoco ha podido volar aún a Pekín. Su primer intento, en abril, tuvo que ser cancelado cuando el europeo dio positivo por covid; el segundo, previsto para la segunda semana de julio, fue suspendido por las autoridades chinas. “Desgraciadamente, los homólogos chinos nos han informado de que las fechas previstas para la próxima semana ya no están posibles y ahora debemos buscar alternativas”, aseguró el 4 de julio a la agencia Reuters la portavoz de Exteriores de la UE, Nabila Massrali.
Por esas fechas, fuentes diplomáticas europeas radicadas en Pekín consideraban la ausencia de Qin un episodio que, aunque sorprendente, entraba dentro de la normalidad de la política china. Por poner un ejemplo: poco antes de ser nombrado secretario general del Partido Comunista en 2012, Xi Jinping desapareció durante dos semanas. “Quizá están preparando algo importante”, aventuraban estas fuentes.
El 7 de julio, el Ministerio de Exteriores chino fue preguntado por primera vez si la cancelación de la visita de Borrell estaba relacionada con la salud de Qin, según el recuento del diario hongkonés South China Morning Post. El portavoz Wang Wenbin replicó que no había “oído sobre eso”. Solo cuatro días después aseguró que debido a “motivos de salud” Qin no acudiría a la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) en Jakarta. Pero estas referencias han sido eliminadas de las transcripciones oficiales.
En su lugar fue el veterano Wang Yi, quien ha ocupado su puesto en diferentes ocasiones desde entonces. Wang, que ejerció como ministro de Exteriores durante la década previa, es en la actualidad el director de la Comisión de Asuntos Exteriores del Comité Central del Partido Comunista, un cargo jerárquicamente superior al de Qin en la compleja pirámide del poder de la República Popular.
En ausencia de Qin se ha aprobado también un hito clave en la proyección internacional de China, la nueva Ley de Relaciones Exteriores. La norma, en vigor desde el 1° de julio, explicita la centralidad del Partido Comunista en la elaboración de la política internacional y ha sido concebida para dotar a Pekín de mecanismos con los que defenderse de las sanciones y otras medidas coercitivas de Washington. La presentación estuvo a cargo de Wang Yi, quien habló de la necesidad de tener “herramientas” legales “para las luchas exteriores”.
Búsquedas
El caso Qin no ha recibido atención en los medios estatales. Mientras, la especulación se ha desatado en redes sociales. Las búsquedas sobre “Qin Gang” se han multiplicado por 28 en el motor de búsqueda Baidu (el Google chino) en la última semana, hasta las 380.000 diarias, según datos de la plataforma reproducidos por Reuters. Hu Xijin, exdirector del diario oficialista Global Times y uno de los opinadores más influyentes de China, publicó la semana pasada un comentario en Weibo (el Twitter chino) en el que, sin mencionar al ministro, reclamaba transparencia en la información para mejorar la credibilidad oficial y transmitir confianza a la gente.
Con más de tres décadas al servicio de la cancillería china, Qin aterrizó en el cargo en diciembre, en un momento de incendios globales, con el telón de fondo de la invasión rusa de Ucrania y la pugna con Estados Unidos en carne viva. Cuando contaba poco más de un mes en el puesto, estalló la crisis del supuesto globo espía derribado por Estados Unidos, que arrastró las relaciones con Washington a una espiral descendente. Él acababa de venir de la capital norteamericana, donde había ejercido fugazmente como embajador.
Qin se convirtió en un rostro conocido hace años por sus réplicas a menudo tajantes como portavoz de Exteriores. Estrechó los lazos con el presidente, Xi Jinping, mientras lo acompañaba por las capitales del mundo tras ser nombrado director general de protocolo. Un alto cargo de un Gobierno europeo que se ha cruzado con él lo define como “duro y directo”. En su primera intervención ante la prensa después de ser nombrado ministro, advirtió a Estados Unidos que, si no pisaba el freno, “seguramente habrá conflicto y enfrentamiento”.
Con información de AFP, El País y The New York Times
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