Piñera intenta sacar réditos del referéndum con un perfil más moderado
SANTIAGO, Chile.- En el primer aniversario del estallido social, el presidente chileno, Sebastián Piñera, se reunió con un grupo de ministros en La Moneda, pero se abstuvo de aparecer en escena y se quedó en su despacho junto a sus asesores. Sí lo hizo su ministro del Interior, Víctor Pérez, que hizo un balance de la masiva convocatoria que finalizó con dos iglesias quemadas, saqueos, y ataques a cuarteles policiales.
"El presidente no está en silencio, el presidente está dirigiendo los destinos del país", dijo en tono solemne el secretario de Estado, en una jugada comunicacional que no ofreció dobles lecturas: exponer al mandatario en torno al gran hito que dinamitó su popularidad era, al menos, poco recomendable.
Veinticuatro horas más tarde, y en un acto promocional del plebiscito, Piñera reapareció. Visitó una escuela reconvertida en local de votación en la comuna de La Reina -una zona de clase media acomodada de Santiago- y anunció querellas contra los responsables de los desmanes. Su discurso fue seguido en directo por los noticieros de televisión, pero el ruido de los cacerolazos de una protesta de vecinos se filtró por la transmisión y el mandatario terminó viviendo, otra vez, una situación incómoda.
Durante los últimos meses, y particularmente después del estallido social, el presidente chileno ha debido lidiar con varios momentos difíciles de este tipo. Por la misma razón, intensificó su cercanía con el plebiscito del domingo próximoe intentó levantar su imagen aferrado a su promoción y al hecho de dar garantías para su normal realización. Piñera deslizó, incluso, cierta afinidad con la idea de aprobar el cambio de Ley fundamental.
"Nuestro gobierno no es neutral frente a este plebiscito", señaló el Jefe de Estado, a quien le resta menos de un año y medio para concluir su segundo mandato
El cambio de Piñera con respeto a cambiar la Constitución, sin embargo, no se ha plasmado en una mejora en su popularidad. Tras su nueva postura, enfrentó críticas de la oposición quien le recordó su comportamiento en el momento en que se originó la revuelta de octubre pasado, un punto de inflexión que terminó siendo determinante en su gestión.
Esa noche, y cuando el país ardía con violentas manifestaciones, Piñera figuraba en una pizzería y celebrando el cumpleaños de uno de sus nietos. Días más tarde declaró estar en "guerra contra un enemigo poderoso" y luego ordenó sacar a los militares a la calle. En esos días su aprobación llegó a un mínimo histórico de 10%, mientras que su desaprobación creció hasta el 82%.
Divisiones
"El gobierno chileno no fue parte del acuerdo político con el que inició el proceso para cambiar la Constitución, como sí lo hicieron los partidos de derecha que son de su coalición. Solo se subió al carro al final. Entonces, y como no es un proceso que él lo haya liderado, Piñera no podría sacar muchos réditos en ese sentido. Además, la derecha y su propio gobierno están divididos. Hay ministros que van por el 'apruebo' y otros están por el 'rechazo', lo que lo hace más complejo", dijo a LA NACION Claudio Fuentes, profesor de la escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Diego Portales.
La pandemia de coronavirus provocó la postergación del referéndum del 26 de abril al 25 de octubre de 2020 y el aplazamiento le dio algo más de tiempo a Piñera para recuperar algo de apoyo en su base electoral. El último sondeo de la empresa Criteria de septiembre, arrojó un aumento de un 22% en la aprobación del presidente chileno y un 70% de rechazo a su gestión.
"Piñera podría mejorar su imagen en términos de dar cuenta de un proceso plebiscitario con márgenes de normalidad, entonces su estrategia va en esa dirección. En la medida que pueda demostrar que el plebiscito en un espacio de tranquilidad y de paz, él se podría instalar como un estadista y un presidente que sí tiene la capacidad de liderar procesos importantes en el país", planteó Máximo Quitral, Politólogo y Académico de la Universidad UTEM.
Crisis en la policía
De igual modo, uno de los aspectos que más problemas le ha generado a Piñera en los últimos meses, ha sido la profunda crisis de las fuerzas policías chilenas, quienes han estado vinculadas en casos de corrupción y en el centro de las críticas por los abusos de poder que han cometido contra manifestantes en el marco del estallido social.
Pese a las denuncias de civiles y un reciente informe de Amnistía Internacional, que estableció que las fuerzas de orden "cometieron graves violaciones a derechos humanos", el mandatario respaldó a la institución.
"Creo que ha sido un punto criticable y cuestionable, no ha existido una política de Estado que apunte a una reestructuración profunda a las fuerzas de orden y seguridad en Chile. Hay un punto que juega en contra de la imagen presidencial y que, a partir de informes internacionales, instalan una urgencia de entregar respuestas a esta reestructuración para evitar que en el futuro se sigan violando los derechos humanos", señaló el académico Máximo Quitral.
"Ciertamente el tema de la violencia policial ha afectado mucho su imagen. La policía está muy desacreditada y, por otro lado, ha habido falta de control con respecto a los abusos y por ello la imagen del gobierno y de Piñera también ha quedado en entredicho", comentó Claudio Fuentes, doctor en ciencia política.
Sin cambios en ese frente, el gobernante centró sus esfuerzos para la cita electoral de este domingo e intensificó sus llamados para ir a sufragar. "Participaremos en un plebiscito donde podremos elegir democráticamente los caminos para cambiar o perfeccionar la Constitución. Los convoco, con mucho entusiasmo, a votar. Recordemos que todas las posiciones y opiniones son importantes en democracia", escribió en cuenta de Twitter.
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