Chile debate el “plan B” por si el referéndum rechazara la nueva Constitución
Mientras en los sondeos crece el rechazo al texto, se discuten eventuales reformas que debería encarar el Congreso; el desafío para Boric
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SANTIAGO, Chile.– Con la incertidumbre instalada, el inicio de la campaña electoral y las dudas sobre el resultado que arrojará el plebiscito que decidirá el futuro de una nueva Constitución, un golpe de efecto irrumpió desde las entrañas de la centroizquierda chilena. Ricardo Lagos, expresidente socialista entre 2000 y 2006, compartió una carta en la que evitó fijar una posición de apoyo al texto reformista promovido por su sector.
“Chile merece una Constitución que suscite consenso; apruebo y rechazo están lejos de convocar a la mayoría”, escribió el exmandatario, en una declaración que generó un terremoto político y en la que volcó sus críticas a los cambios propuestos en torno de un Estado plurinacional, el fin del Senado y la reformulación del Poder Judicial, y que fue interpretada como un apoyo tácito a una idea que se ha expandido de la mano del eslogan de moda en el país: “Rechazar para reformar”.
El gesto de Lagos dio pie a un fuerte debate sobre los escenarios que se instalarían en el caso de que los chilenos no quieran cambiar su ley fundamental en la votación del 4 de septiembre. Así, y en medio del inicio de la propaganda electoral y una sostenida alza en los sondeos que dan como ganador al rechazo (el último de Data Influye le dio un 46% por sobre un 41% del apruebo), esa opción ha tomado fuerza.
“Si gana el rechazo, una de las principales vías que asoman tiene que ver con hacer reformas profundas a la actual Constitución, la de 1980. Y la carta de Ricardo Lagos, en una forma muy ambigua, apunta a esa dirección”, dijo Rodrigo Espinoza, coordinador académico de la Escuela de Ciencia Política UDP.
“Todo este contexto a favor del rechazo ha provocado dos reacciones: el desmarque del presidente Gabriel Boric frente al resultado del plebiscito, pese a que siempre estuvo a favor del ‘apruebo’, y la propuesta de bajar el quórum a 4/7 por parte del Congreso como un intento de reformar lo que ya hay, aunque eso parece un tanto tardío, porque si se hubiese bajado antes no tendríamos el actual problema constitucional”, comentó Espinoza.
Para Claudio Elórtegui-Gómez, investigador en comunicación política de la Universidad Católica de Valparaíso, un contexto de este tipo abriría la opción de darle una salida institucional a la inestabilidad que enfrenta el país.
“El argumento que se plantea desde la elite chilena es que el nuevo texto polariza, por lo que se buscarán mecanismos que tomen los aportes más legitimados de la propuesta rechazada y se combinen con nuevos planteos de los expertos y la ciudadanía, elegida desde un nuevo proceso que no genere distorsiones en la representatividad de independientes y pueblos originarios”, dijo el académico.
“En general, los caminos saldrán de un consenso importante que pueda articularse desde el gobierno, oficialismo, centro político y oposición. Pero no será fácil si el clima social se complica. Todo esto, además, dependerá de cuán ajustado u holgado sea el resultado”, señaló Elórtegui-Gómez.
En efecto, esta semana la Comisión de Constitución del Senado aprobó el proyecto que reduce y uniforma en 4/7 el quórum necesario para modificar la carta fundamental, y que fue empujado por el hecho de que actualmente hay capítulos de la Constitución que requieren los votos de los 2/3 de los parlamentarios en ejercicio para ser modificados y otros necesitan los 3/5.
¿El problema? Ambos han sido considerados quórums supramayoritarios y hacen muy poco viable realizar algunos cambios, por lo que ahí surge la propuesta parlamentaria de reducirlos a 4/7.
“Esto muestra, en principio, una voluntad de cambio y de hacer más factible una reforma de la actual Constitución. El efecto dependerá del resultado del plebiscito del 4 de septiembre. Si se aprueba la nueva Constitución, no tendrá mayor efecto; si se rechaza, dependerá de la fórmula que se escoja para elaborar una nueva carta o reformar la actual”, señaló Alejandro San Francisco de la Universidad San Sebastián.
Distancia de La Moneda
Con todo, el gobierno del presidente Gabriel Boric también ha ido tomando distancia del actual escenario, más allá de la independencia que La Moneda asumió como una forma de garantizar la validez del proceso eleccionario.
“Como el plebiscito casi se está transformando en un juicio a la gestión presidencial, el gobierno cambió su estrategia. Ahora si gana el rechazo, podría darse una crisis del sistema presidencial en su conjunto. El ministro Giorgio Jackson dijo que era inviable llevar a cabo las principales reformas del programa gubernamental. “Tendríamos una administración derrotada lo que podría ser capitalizado por la oposición y los partidos de centroizquierda que no pertenecen al bloque gobernante, y pedir su cabeza”, dijo Rodrigo Espinoza de UDP.
“Ambos procesos tienen el mismo origen. La figura de Boric resurge después del estallido social y el acuerdo por la nueva Constitución, pero ahora el gobierno se juega su estabilidad. El desafío es mantener el orden en su coalición y mantener la neutralidad, ya que tiene un gabinete muy inestable”, expresó Patricio Saavedra, académico del Instituto de Ciencias Sociales Universidad Estatal de O’Higgins.
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