Charles Scicluna: "Hay que pasar del silencio a una cultura de denuncia"
Máximo experto del Vaticano en investigación de abusos sexuales, el arzobispo de Malta sostiene que la Iglesia debe tener de ahora en más como única regla la verdad y la justicia
ROMA.- El arzobispo maltés Charles Scicluna, el máximo experto del Vaticano en pedofilia, no tiene dudas: lo más urgente para superar la crisis que atraviesa la Iglesia Católica por el escándalo de abusos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes "es una transformación de una cultura que pase del silencio como mecanismo de defensa a una cultura de denuncia, como sed de verdad y justicia".
"Esto es urgente, pero hará falta tiempo", reconoció Scicluna, que, en una entrevista con la nacion, destacó la importancia de la cumbre sobre protección de menores que culminó en el Vaticano hace una semana, de la que fue uno de los organizadores.
De 59 años, Scicluna es famoso por su investigación de la congregación Legionarios de Cristo y por haber sido el enviado especial del Papa a Chile hace un año. Fue "promotor de Justicia" de la Congregación de la Doctrina de la Fe durante años hasta que, en 2012, fue designado arzobispo de Malta. Con enorme credibilidad entre las víctimas, en noviembre pasado el Papa decidió traerlo de nuevo al Vaticano como "peso pesado" de la CDF, al designarlo su "secretario adjunto".
-¿Cómo evalúa la cumbre?
Estoy muy contento. La reacción de los asistentes de todo el mundo fue muy positiva porque fue una experiencia única: en el encuentro con las víctimas uno ve el eco de un sufrimiento humano tremendo, el eco del mal que se hace, pero también el eco de Jesús que sufre. Y esto transforma el corazón del pastor.
¿Piensa que sirvió todo esto?
Para mí, un fruto de este encuentro tiene que ser la voluntad de seguir escuchando a las víctimas. Por eso espero que los episcopados puedan seguir ejemplos que ya existen en el mundo y creen centros de escucha en las diócesis. También es muy importante lo que hablamos de la responsabilidad, la obligación de rendir cuentas y la transparencia que deben tener los obispos a la hora de darse un caso.
Usted habló de un "punto sin retorno" a partir de este encuentro...
Sí, marcó un giro, porque pone en la agenda de todos los líderes de la Iglesia esta plaga, que no debe ser subestimada, no puede ser olvidada. Cada tipo de mecanismo de remoción que ya sabemos que es negativo y contraproducente debe ser excluido.
Las víctimas, que quedaron decepcionadas por la falta de medidas concretas, criticaron mucho el discurso final del Papa porque habló de los abusos como una manifestación del espíritu del mal, del diablo...
El mensaje del Papa debe ser tomado en el contexto específico. Ante todo, es un mensaje epocal y la Iglesia en mensajes epocales utiliza un lenguaje teológico profundo, no siempre muy comprensible. Es obvio que fueron sacerdotes concretos los que abusaron de muchos inocentes. Pero son cómplices del maligno, del cual nosotros en el padrenuestro pedimos ser liberados, como nos enseñó Jesús: "Líbranos del mal, no nos dejes caer en la tentación". El Papa habló de una lucha en clave casi apocalíptica en el sentido de que ve este mal, que destruye totalmente el corazón, las personas, la psiquis, como una expresión del odio del maligno hacia la humanidad.
-¿Por qué durante la cumbre nunca se mencionó la "tolerancia cero"? ¿El Vaticano quiere "tolerancia cero" o no?
Ante todo, la Santa Sede ha aprobado una ley especial para los Estados Unidos ya en 2003 que dice que una persona culpable de abuso sexual no puede quedarse en el ministerio. Esta es una política clara para gran parte de los países que sufrieron el impacto de esta crisis y está vigente en Canadá, Australia, Nueva Zelanda, el Reino Unido, Gales, Escocia, Irlanda. Por otro lado, si bien "tolerancia cero" es un eslogan, el concepto destaca un dicho mucho más claro de san Juan Pablo II, que en 2002 aseguró que "no hay lugar en el sacerdocio ni en la vida religiosa para quien puede hacerles daño a los niños". Esto para mí es un criterio prudencial, no penal, que debe acompañar a cada obispo en la aplicación de las leyes y en la tutela de su grey. Un sacerdote culpable no puede estar en el ministerio público. Y este principio está en uno de los 21 puntos de reflexión entregados por el Papa a los obispos durante la cumbre.
De todas las propuestas que hubo, para usted ¿qué es lo más urgente para hacer?
Lo más urgente es una transformación de una cultura que pase del silencio como mecanismo de defensa a una cultura de denuncia, como sed de verdad y justicia. Esto es urgente, pero hará falta tiempo.
Usted admitió que reinó en el Vaticano por mucho tiempo un código del silencio...
No diría en el Vaticano, sino en diversas experiencias de Iglesia...
¿Este código del silencio ha terminado o no?
Pienso que no puedo decir si sí o no. Pero pienso que aún no estamos en una completa cultura de la denuncia. Porque hay culturas en África o Asia en las que el silencio es un mecanismo de defensa de la dignidad de la persona.
La derecha norteamericana y el ala ultraconservadora que ataca al Papa están convencidas de que un problema mucho más grave que el de los abusos es la homosexualidad en los miembros de la Iglesia. ¿Usted qué piensa?
Como ya dije, no se puede culpabilizar a una categoría de personas porque el mal es una expresión de la concupiscencia que todos tenemos, heterosexuales y gays. Nosotros no juzgamos categorías de personas. Juzgamos los casos, y cada caso es una tragedia en sí.
-Siempre hubo una lucha interna en el Vaticano sobre cómo enfrentar el tema de los abusos. ¿Cómo es esa interna?
Más que luchas internas yo diría que funcionan mecanismos distintos de defensa. Para mí, el primer instinto es remover el problema, porque la vergüenza es demasiada y destruye un ideal de sacerdocio encomiable. Pero hay que decir que hoy lo que se ve en la curia es un poco el confrontarse con una realidad no agradable, pero con un sentido de realismo. No veo conflictos de perspectiva ahora, pero no se puede negar que hace quince o veinte años las perspectivas en la Santa Sede eran distintas.
-¿Hoy ya no lo son?
Hoy veo una voluntad de hacer bien las cosas porque el liderazgo de los pontificados de Benedicto y Francisco es unívoco.
-¿Para usted cuánto está herida la credibilidad de la Iglesia?
Al escuchar a las víctimas uno se da cuenta de que debemos comenzar desde cero cuando se trata de la credibilidad. Para mí, la credibilidad a este punto debe ser reconstruida con humildad, día a día. No es una cuestión que es concedida a priori, sino que debe tener la prueba de los hechos. La credibilidad no viene de palabras lindas, sino de compromisos vividos.
-¿Podrá la Iglesia superar esta crisis, que es una de las más graves de su historia?
Así lo espero: está en juego el Evangelio y no tenemos alternativa.
Un experto en abusos sexuales
Charles Scicluna
Arzobispo de Malta
Edad: 59 años
Origen: nació en Canadá, pero vive en Malta
En contra de los abusos
En 2015, Francisco designó a Scicluna líder del equipo doctrinal que se encarga de las denuncias presentadas contra religiosos acusados de abuso.
Maltés
También en 2015 fue nombrado arzobispo metropolitano de Malta, el país en el que creció tras llegar de pequeño con sus padres provenientes de Canadá.
El enviado a Chile
En 2018, Scicluna fue el enviado del Vaticano para investigar el encubrimiento del obispo chileno Juan Barros de abusos sexuales contra menores.