CEOs de multinacionales, primeros ministros y ahora el Banco Mundial: por qué la India exporta tantos líderes globales
Un grupo cada vez más prominente de indios e hijos de inmigrantes indios que se destacan en la cúpula de diferentes campos
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El presidente del Banco Mundial siempre ha sido estadounidense. No es una regla escrita, pero así se acordó informalmente cuando se creó la institución al término de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, la tradición se ha mantenido, con la única excepción de la búlgara Kristalina Georgiava que ejerció como presidenta interina tras la sorpresiva renuncia de su predecesor.
Aunque el candidato actual respaldado por Joe Biden para relevar a David Malpass sigue el patrón, no es estadounidense de nacimiento. Ajay Banga obtuvo la nacionalidad en 2007 pero nació en la ciudad de Prune en la India. Y a pesar de haber construido una exitosa carrera en compañías norteamericanas —participó del lanzamiento de marcas como Pizza Hut y Kentucky Fried Chicken y ejerció como CEO de Mastercard—, completó sus estudios en su país y no reniega de sus raíces. Siempre se lo puede ver con un llamativo dastar en la cabeza, un tocado asociado con el sijismo, una religión que se desarrolló en el contexto del conflicto entre las doctrinas del hinduismo y del islam.
Banga, que podría pronto convertirse en el líder de la principal institución de desarrollo del mundo, forma parte de un grupo cada vez más prominente de indios e hijos de inmigrantes indios que se destacan en la cúpula de diferentes campos, desde el de la tecnología hasta el de la política.
Rishi Sunak es otro de los ejemplos más emblemáticos del momento. Con padres de ascendencia india, el primer ministro británico se aferra a ciertos ritos y tradiciones. Por ejemplo, tiene en su escritorio una pequeña estatua de Ganesh, una de las divinidades más veneradas del panteón hinduista, lleva en su mano derecha una pulsera de hilo roja —o rakhi—, un cordón sagrado que simboliza el lazo entre hermanos, y reformó su casa georgiana en North Yorkshire para incluir un estudio de yoga. Es que el mandatario ha declarado públicamente y en numerosas oportunidades estar “orgulloso de su religión” y de su cultura.
Sunak es tan solo una de las 200 cabezas de la diáspora india que han ascendido a las más altas esferas del gobierno en todo el mundo. Antonio Costa en Portugal, Mohamed Irfaan Alí en Guyana, Chandrikapersad Santokhi en Surinam, Prithvirajsing Roopun y Pravind Jugnauth en Mauritius, Kamala Harris en Estados Unidos, Leo Varadkar en Irlanda y el mes pasado Nikki Haley lanzó su candidatura a la presidencia por el Partido Republicano.
En algunas partes del gobierno, “hemos pasado literalmente de no tener a nadie a acercarnos a la paridad”, dijo a The New York Times Neil Makhija, director ejecutivo de Impact, un grupo de defensa indioamericano.
En Estados Unidos, los indios son el grupo étnico con mayores ingresos. La cantidad de CEO de origen o ascendencia india es destacable. Arvind Krishna es la cabeza de IBM, Shantanu Narayen de Adobe, Satya Nadella de Microsoft, Sundar Pichai de Alphabet, Rajeev Suri de Nokia, Leena Nair de Chanel y así decenas más. Hasta hace poco, Indra Krishnamurthy Nooyi se desempeñaba como directora ejecutiva de Pepsico, y Parag Agrawal de Twitter, aunque fue despedido cuando Elon Musk asumió el control de la red social.
Con 1400 millones de habitantes, India es el país más poblado del mundo por lo que uno podría argumentar que el éxito de los indios en el exterior se atribuye a una simple cuestión de probabilidades. Sin embargo, China, con aproximadamente el mismo tamaño de población, no obtiene el mismo resultado. Un estudio de la Escuela de Administración y Dirección de Empresas Sloan del MIT reveló que en 2020 había una media de 10,38 directores ejecutivos al frente de las empresas del S&P 500 provenientes de Asia Meridional, frente a 3,5 de Asia Oriental, a pesar de que hay 1,6 veces más asiáticos del este que del sur en Estados Unidos.
Esto no significa que los chinos sean menos competentes sino que el perfil de los inmigrantes es diferente, explica a LA NACION el decano del Instituto S. P. Jain de Gestión e Investigación (SPJIMR) de Mumbai, el Dr. Varun Nagaraj.
En los años 70, 80 y 90, los graduados “más brillantes” de las mejores universidades de ingeniería y otras ciencias duras de la India, en las que el gobierno invirtió encarecidamente, viajaron al extranjero para perseguir sus carreras en el exterior —principalmente en Estados Unidos, Canadá y Reino Unido— porque las oportunidades económicas en el país eran prácticamente inexistentes, dice el académico.
“Los altos ejecutivos de las empresas más grandes y de más rápido crecimiento actuales proceden en su mayoría de esta cohorte de graduados de muy alto rendimiento. Por lo que era inevitable que este grupo de élite tuviera un éxito espectacular”, añade.
Ya en 2001, el Informe del Comité de Alto Nivel sobre la Diáspora India apuntaba: “La comunidad india goza de la distinción de ser uno de los grupos étnicos con mayores ingresos, mejor educados y de más rápido crecimiento... Durante la última década, ha surgido un sector de indoamericanos financieramente poderosos y políticamente bien conectados”.
En la actualidad, el 70% de la población estadounidense de origen indio tiene un título universitario, mientras que la media nacional es solo del 28%, según un reciente estudio de RPG Enterprises publicado en enero de este año.
En China, en cambio, los trabajadores tienen más oportunidades dentro del país y pueden ganar lo mismo que ganarían en casi cualquier otro lugar del mundo. En 2014, los directivos chinos de empresas tecnológicas ganaban de media unos 130.000 dólares al año, no muy lejos de los 160.000 dólares que podían ganar entonces en Estados Unidos, según relevó The Wall Street Journal. En la India, los directivos sólo ganaban 35.000 dólares en ese momento.
Y aunque en los últimos años 15 años la India ha sacado de la pobreza a 415 millones de personas, como lo indica el informe de la ONU sobre el Índice de Pobreza Multidimensional de 2021, la pobreza sigue siendo un enorme desafío (todavía hay 228,9 millones de pobres en el país).
“Los indios se acostumbran a afrontar situaciones difíciles porque no es fácil crecer en la India”, señala a LA NACION R Gopalakrishnan, ex director ejecutivo de Tata Sons y coautor de The Made in India Manager. “La inmensa diversidad de etnias, lenguajes, castas y religiones que conviven en la India preparan a los ciudadanos para adaptarse a ámbitos desafiantes y dinámicos, propios del mundo empresarial u otros campos de alta complejidad”, agrega el experto.
De cualquier manera, esta tendencia migratoria pronto podría revertirse, auguran los expertos. Durante la última década, a medida que mejoraron las oportunidades económicas en la India, la gran mayoría de los “mejores graduados” han optado por trabajar en el país, o son contratados directamente por empresas extranjeras. “Es interesante que, en números brutos, actualmente van muchos más estudiantes a Estados Unidos que antes, pero no son las ‘tropas de choque de élite’ que emigraron en los años 80 y 90. ¿La cosecha actual de estudiantes indios que viajan al extranjero tendrá el mismo éxito que las cohortes anteriores? Es difícil saberlo”, comenta Nagaraj.
El sector de las tecnologías de la información (TI) ha aumentado su contribución al PBI de la India del 1,2% en 1998 a casi el 10% en 2019. Según la Asociación Nacional de Empresas de Software y Servicios (Nasscom), el sector sumó unos ingresos de 180.000 millones de dólares en 2019, con 99.000 millones de dólares provenientes de la exportación de servicios (Estados Unidos representa dos tercios de ese total).
“El gobierno promueve el emprendedurismo y ayuda a las industrias de alta tecnología. En el último recuento, había más de 100 unicornios en la India. Esto fue facilitado por las políticas gubernamentales y es algo de lo que la Argentina debe aprender”, dice a este medio Vivek Wadha, emprendedor tecnológico y académico estadounidense miembro distinguido en la Escuela de Ingeniería de Carnegie Mellon en Silicon Valley y en el Programa Labor and Worklife de la Facultad de Derecho de Harvard,
Otro punto a favor de los indios es el hecho de que el inglés sea uno de los idiomas oficiales del país. Además, la importancia que el sistema educativo indio otorga a las matemáticas y las ciencias (STEM) es mucho mayor que en los países occidentales, por lo que tienen ventaja en los campos técnicos y mejores pagos en la actualidad.
“Los niños indios se ven casi obligados a estudiar STEM, ya que los padres piensan que es el pasaporte para una vida mejor. Y los niños indios escuchan a sus padres, en su mayor parte, con complacencia”, dice Gopalakrishnan.
Wadhwa destaca otro elemento propio de la cultura que favorece el desempeño de los ciudadanos indios en situaciones de alta complejidad y estrés: “La promoción de la cultura del yoga, la meditación y la conciencia plena —que tiene sus raíces en el budismo y el hinduismo—, ayudan a los indios a encarar los problemas con más calma”.
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