Cayó en Dubai el “capo de los Van Gogh”, uno de los mafiosos más buscados de Italia
Amante del arte postimpresionista, en 2002 contactó a los ladrones de dos piezas del artista holandés y desembolsó 100 millones de dólares para obtenerlas; luego fueron recuperadas
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ROMA.- En una noticia que tuvo gran repercusión en Italia, fue arrestado en Dubai un boss de la camorra, la mafia napolitana, que era amante del arte postimpresionista: había comprado por 100 millones de dólares dos cuadros de Van Gogh que habían sido robados del Museo de Ámsterdam.
Raffaele Imperiale, uno de los seis hombres más buscados de Italia, se hacía pasar por empresario inmobiliario y desde 2010 vivía en Dubai, ciudad famosa por su lujo de los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Para las unidades antimafia, en cambio, era un narcotraficante en fuga, conocido sobre todo por ser el “capo de los Van Gogh”.
Cuando, en 2002, fueron robadas del Museo de Ámsterdam dos telas del famoso artista holandés -”Paisaje marino en Scheveningen” y “Congregación que sale de la Iglesia Reformada en Nuenen”-, Imperiale se contactó con el ladrón que había dado el golpe y en dos días logró juntar 100 millones de dólares en fajos de mil, para que pasaran a ser suyos. Catorce años más tarde, en 2016, esas telas fueron halladas en una de sus casas de campo de las afueras Nápoles.
Nacido hace 46 años en Castellammare di Stabia -Nápoles-, Imperiale, también llamado “Lelluccio”, era amante del arte pero también, tal como descubrió una investigación de las unidades de investigación de criminalidad organizada, un traficante de droga poderosísimo. Era el nexo entre los carteles de América del Sur, la mafia holandesa y las mayores familias de la ‘ndrangheta (la mafia calabresa) y la camorra, según recordó el Corriere della Sera.
Con un pedido de captura internacional emitido a principios de mes, fue arrestado el 4 de agosto pasado en Dubai en una lujosa mansión en la que vivía junto a su familia. Se espera ahora que los EAU lo extraditen a Italia, según reveló el Telegraaf, diario de los Países Bajos. Pende sobre su cabeza una condena a 5 años y 10 meses de prisión aún no definitiva y acusaciones realizadas por varios colaboradores de justicia de la camorra que ayudaron a los investigadores a reconstruir el verdadero rostro del mafioso.
Su historia
De Nápoles, donde de chico solía repartir agua mineral, por lo que era apodado “Ferrarelle” (una famosa marca de agua mineral italiana), a los 21 años, después de la muerte de su hermano, se fue a vivir a Ámsterdam. Allí aprendió a hablar inglés, español y holandés y descubrió su vocación para los negocios ilícitos, es decir, la importación de marihuana, éxtasis y hachís, que vendía en su coffee shop. Con las ganancias de este local, donde estaba permitida la venta de drogas ligeras, pasó a tráficos muchos mayores: compraba casi treinta kilos de droga al mes. Fue así que Imperiale fue fichado por la mafia y comenzó a trabajar junto a los camorristas de su ciudad, Nápoles, que pasaron a llamarlo “O’ parente”, el pariente, es decir, una persona de la familia.
Según reconstruyó la policía antimafia, en Holanda recibió visitas de referentes de los influyentes clanes camorristas de Secondigliano, Scampia y Marano, que le pedían que les proporcionara mercadería en forma rápida y segura. Enviaba la droga en camiones, por vía terrestre, aunque también por vía marítima, a través de barcos que llegaban al puerto de Génova después de partir desde España, país al que se trasladó en 2006 y donde abrió un restaurante.
“Lelluccio” era insospechable y por eso un eslabón precioso de los narcotraficantes. “En 2011 queríamos absolutamente contactarlo, para nosotros era un personaje fundamental porque era el principal proveedor de droga y representaba una carta ganadora porque podía garantizar importaciones de cocaína por diversas toneladas a la vez”, contó un camorrista arrepentido. “Que estuviera de nuestra parte significaba adquirir el control de la principal fuente de importación de droga en Campania (la región cuya capital es Nápoles)”, agregó.
En 2013 en París fue arrestado uno de sus hombres más fieles, que debía importar 1330 kilos de cocaína de Venezuela. Pero debieron pasar muchos más años para dar con él.
Imperiale también era muy prudente, cualidad indispensable para convertirse en un capo mafioso. “Hablaba con un sistema de cifrado VPN, una red virtual, el sistema que normalmente es utilizado por empresas para la transferencia de datos de manera reservadas a los empleados. Era imposible interceptarlo”, destacó Fabio Postiglione en el Corriere della Sera. Así Imperiale se volvió muy poderoso, millonario e invisible. Hasta el arresto en Dubai.
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