¿Castas en el siglo XXI? Cómo funciona el sistema que define privilegiados y parias en la política de la India
Un escritor y activista “intocable” relató a LA NACION su frustrada experiencia en el partido del premier Narendra Modi, en “la mayor democracia del mundo”
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Las castas forman el milenario sistema que divide a la mayoría de los 1400 millones de indios en estratos sociales, desde los privilegiados brahmanes hasta los parias o intocables. Pese a los intentos de democratizar el país más poblado del mundo, el sistema de castas define todo en la India, incluso el gobierno y la política.
El escritor y activista político Bhanwar Meghwanshi, hijo de un matrimonio de tejedores de Rajastán -norte de la India-, pertenece por nacimiento a la casta de los “intocables”, parias o dalit. En diálogo telefónico con LA NACION, Meghwanshi contó que en 1988, a los 13 años, ilusionado con las proclamas de unidad nacional y contrarias al sistema de castas, se sumó a las filas de la organización hinduista RSS, que hoy integra el Partido Bharatiya Janata del premier Narendra Modi. Pero su condición de “intocable” lo convertía a él y a otros de su misma clase en “marginales” dentro de la agrupación, en la que solo parecían importar en tanto podían atraer a más parias. Mientras jóvenes de otros estratos progresaban en la estructura partidaria los líderes le advirtieron explícitamente a Meghwanshi que su casta de origen era un obstáculo insalvable. Hasta los alimentos y bebidas que habían sido tocados por él y otros dalit eran desechados por impuros. Finalmente abandonó el RSS y hoy es un activista contra el ancestral sistema de segregación.
“La política en la India sigue siendo gobernada por una casta. Y mientras siga este sistema no habrá una verdadera democracia”, afirmó el autor que plasmó su testimonio en el libro I could not be a Hindu (Yo no podría ser un hindú)
Con diferentes modalidades, la idea de que los gobernantes son una “casta política” que goza de privilegios y es ajena a la situación de la población en general, fue importada de la India como forma de denuncia por activistas de varios países. En 1999 el izquierdista italiano Walter Veltroni -que luego sería alcalde de Roma- denunció que “cuando los partidos políticos se convierten en una casta de profesionales, la principal campaña anti política viene de los propios partidos”. Una década más tarde los “indignados” de España retomaron las denuncias contra su “casta”, y luego esa definición llegó a la Argentina de boca del libertario Javier Milei.
Meghwanshi recordó a LA NACION una de las tantas veces que se sintió utilizado por la “casta política” de su país cuando a los 15 años, junto a otros intocables, fueron subidos a un tren para marchar a destruir una histórica mezquita de la localidad de Ayodhya, donde el partido quería construir un templo hindú. “Cuando el tren comenzó a salir de la estación, todos los líderes empezaron a bajarse. Nos dijeron que no nos preocupáramos, que se reunirían con nosotros en Ayodhya. Algo que nunca ocurrió. Entonces comprendí que la casta política siempre nos utiliza a los que nos mueve la pasión; nos empujan a la batalla y regresan a sus pequeños y seguros gallineros”.
¿Cómo se gestó el sistema de castas en la India? ¿Cuándo se trasladó a la vida política? y ¿Por qué sigue vigente en pleno siglo XXI en el sexto país más rico del mundo, según su PBI?
Dentro del sistema de estratificación social de la India, que tiene unos tres mil años de antigüedad, hay actualmente unas 3000 castas principales y hasta 25.000 subcastas.
Según la tradición hindú, cada casta está relacionada con alguna parte del cuerpo del Purusha, hombre gigante primordial, de cuyo sacrificio por parte de los dioses provienen el mundo físico y las cuatro clases de la sociedad: los brahmanes (sacerdotes, intelectuales) surgieron de su boca; los kshatriyas (guerreros) de los brazos; los vaishyas (comerciantes) de los muslos y los shudras (campesinos) de los pies. De este sacrificio del Purusha salieron también los animales, el espacio y los mundos.
Fuera de este sistema, por debajo de los animales, están los descastados, parias y los adivasi (tribus indígenas), que en conjunto en la actualidad, suman 350 millones de personas, o sea una cuarta parte de la población del país.
Originalmente, la estratificación por oficios era una garantía de que todas las áreas de la vida comunitaria quedaban cubiertas de generación en generación, pero hoy día es un obstáculo al ascenso y progreso social.
“La casta de otra persona se identifica usualmente por el apellido, también por la profesión, hábitos alimentarios o linaje al que pertenece”, explicó a LA NACION la doctora Lía de la Vega, especialista en India en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales CARI.
La doctora de la Vega recordó que la Constitución india establece la igualdad de todos los ciudadanos e incluso rige “un Programa de Acción Afirmativa que busca facilitar el acceso de las clases más bajas a la educación y cargos públicos”, pero en la práctica lo que se da es el predominio de las castas superiores en la vida política.
Hay excepciones. El presidente de la Comisión que redactó en 1949 la actual Constitución india fue un paria, B.R. Ambedkar (1891-1956), también hubo dos dalit que llegaron a ser presidentes (K.R. Narayanan 1997-2002 y Ram Nath Kovind, 2017-2022), la actual presidenta del país, Draupadi Murmu, que asumió el cargo el año pasado, es una adivasi, es decir que pertenece a una minoría aborigen, y el propio Modi pertenece también a una casta baja.
“Esos casos son una cuestión de ‘tokenismo’”, dijo Meghwanshi a LA NACION en referencia a la práctica de efectuar pequeñas concesiones superficiales hacia un grupo discriminado, pero sin producir cambios reales en el statu quo.
Las castas superiores detentan así la mayoría de los altos cargos públicos y privados, y de los 89 puestos principales de la administración pública, solo cuatro no están ocupados por la casta alta.
En un país donde el salario mínimo es de 65 dólares y el promedio es de 300 dólares, el sueldo de un legislador estatal de Rajastán, de donde es originario Meghwanshi, ronda los 4400 dólares. Además en la India el Estado les proporciona residencia oficial a cada legislador.
El desprecio de las castas superiores a los parias llega a tal punto que muchos brahmanes siguen considerando, y lo dicen públicamente, que por ejemplo la vida de una vaca -animal sagrado- vale más que la de un paria. Hace algunos años Giriraj Kishore, líder del grupo religioso hindú Vishwa Hindu Parishad, respaldó el linchamiento de cinco parias porque habían matado a una vaca.
“Mientras la política siga gobernada por las castas que se creen superiores, y la vida de un paria valga menos que la de un animal, la democracia no va a ser exitosa en la India”, concluyó Meghwanshi.
Por su parte, de la Vega agregó: “superar la discriminación en base a la casta de las personas es un proceso largo. A pesar de algunos avances, el sistema logró reconfigurarse y de esa manera la división por castas resiste al paso del tiempo en pleno siglo XXI”.
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