Cartas desde la cárcel: en qué pensaba Navalny en los meses previos a su muerte
A pesar del aislamiento, el abogado y político ruso documentó la información sobre sus últimos meses de su vida en cartas privadas a sus amigos, que revelan su conexión con la actualidad y su claridad mental
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BERLÍN.- Confinado en una helada celda de hormigón y por lo general solo con sus libros, Alexei Navalny encontraba consuelo en la correspondencia. En julio pasado, le escribió a un conocido que nadie “que no haya estado acá” puede entender lo que es la vida en una prisión rusa. “Pero no hay razón para venir acá”, agregó con su usual humor oscuro.
“Si les ordenan que mañana nos sirvan caviar, pues nos servirán caviar”, le escribió a ese mismo conocido, Ilia Krasilshchik, en agosto. “Y si les dicen que te estrangulen en tu celda, al día siguiente aparecés estrangulado.”
Muchos detalles de sus últimos meses, así como las circunstancias de su muerte, anunciada el viernes por las autoridades rusas, siguen siendo una incógnita, y hasta el paradero de su cuerpo resulta poco claro.
Los colaboradores de Navalny están procesando su pérdida y se han manifestado poco desde entonces. Pero los detalles de sus últimos meses de vida quedaron plasmados en sus propias declaraciones previas, las de sus colaboradores, en sus alegados ante los tribunales, en entrevistas con personas cercanas y en fragmentos de cartas privadas enviadas a sus amigos, entre ellos Krasilchchik, material al que tuvo acceso The New York Times.
Las cartas revelan la profundidad de las aspiraciones, la determinación y la curiosidad del líder que supo encolumnar a la oposición a Vladimir Putin, y cuyos seguidores esperan que sobreviva como un símbolo unificador de la resistencia. El material también muestra que Navalny, cuyo ego estaba intacto y tenía plena confianza en estar haciendo lo correcto, tenía dificultades para mantenerse conectado con el mundo exterior.
Por más que las inhumanas condiciones de su detención se cobraron su precio en salud -solían negarle atención médica y odontológica- sus escritos no muestran indicios de que Navalny hubiese perdido su claridad mental.
En uno de sus mensajes, se jacta de haber leído 44 libros en inglés en un año y comenta que se estaba preparando metódicamente para el futuro: depurando su agenda de propuestas, estudiando libros de memorias de políticos, discutiendo con periodistas, asesorando profesionalmente a amigos, y opinando en publicaciones que le enviaba su equipo y que luego se viralizaban en las redes sociales.
En sus mensajes públicos, Navalny, que al morir tenía 47 años, califica su encarcelamiento desde enero de 2021 como “mi viaje espacial”. Hacia fines del año pasado, estaba más solo que nunca, obligado a pasar gran parte de su tiempo en régimen de aislamiento y habiendo perdido a tres de sus abogados, arrestados por participar en un “grupo extremista”.
Pero de todos modos se las arreglaba para mantenerse al tanto de los hechos de actualidad. A su amigo el fotógrafo ruso Evgeny Feldman, le confió que la agenda electoral del expresidente norteamericana Donald Trump le parecía “realmente aterradora”.
Si el presidente Joe Biden llega a tener problemas de salud, “Trump será presidente”, escribió Navalny desde su celda de prisión de alta seguridad. “¿Cómo algo tan obvio no tiene preocupados a los demócratas?”
Una vida pública
Navalny pudo enviar cientos de cartas manuscritas gracias a la curiosa digitalización del sistema penitenciario ruso, una reliquia del breve estallido de reforma liberal que hubo en medio del gobierno de 24 años de Putin. A través de un sitio web, cualquiera podía escribirle a a la cárcel por 40 centavos la página y recibir escaneos de las respuestas de Navalny, generalmente una o dos semanas después de que las enviara y de que pasara por la censura.
Navalny también se comunicaba con el mundo exterior a través de sus abogados, quienes le mostraban documentos apoyándolos contra el vidrio que los separaba, después de que les prohibieran entregarle papeles físicos. Navalny informó que en determinado momento de 2022, las autoridades de la cárcel taparon la ventana con papel de aluminio.
También estaban sus frecuentes audiencias y alegatos ante los jueces sobre las nuevas causas penales que le armaba el Estado para sumarle condenas y años de encarcelamiento, o sobre las denuncias que Navalny presentó sobre el trato que recibía en prisión. Navalny le dijo a Krasilshchik, un empresario de medios actualmente exiliado en Berlín, que disfrutaba esas audiencias, aun sabiendo que el sistema judicial en Rusia no es más que un sello de goma.
“Las audiencias me ayudan a distraerme y que el tiempo pase más rápido”, le escribió a su amigo. “Además, aportan emoción y una sensación de persecución y de lucha.”
Las comparecencias ante los tribunales también le daban la oportunidad de mostrar su desprecio por el sistema. En julio, al concluir un juicio que resultó en otra sentencia a 19 años de cárcel, Navalny le dijo al juez y a los funcionarios en la sala que estaban “locos”.
“¿Dios les regaló una vida y ustedes deciden gastarla en esto?”, les dijo a los presentes, según el texto del discurso publicado por su equipo.
En uno de sus últimos alegatos por videoconferencia, en enero, Navalny reclamo más tiempo para consumir “las dos tazas de agua hirviendo y los dos asquerosos mendrugos de pan” a los que tenía derecho.
Mantenerse conectado
Feldman, el fotógrafo ruso que cubrió el intento de Navalny de postularse para presidente en 2018 y ahora exiliado en Letonia, dice que le envió al menos 37 cartas a Navalny desde su arresto en 2021, y que recibió respuesta a casi todas ellas.
“Disfruto mucho tus cartas”, le escribió Navalny en el último mensaje que recibió Feldman, fechado el 3 de diciembre, del que compartió extractos con The Times. “Hablan de todas esas cosas sobre las que me gusta conversar: la comida, la política, las elecciones, los escándalos y cuestiones étnicas.”
Esto último, dice Feldman, es una referencia a sus intercambios sobre el antisemitismo y la guerra entre Israel y Hamas. Navalny también le comentó que había descubierto al actor Matthew Perry, fallecido en octubre: aunque nunca había visto “Friends”, Navalny se había conmovido por un obituario que leyó en The Economist.
La carta de diciembre terminaba con las reflexiones de Navalny sobre un tema de preocupación que compartía con Feldman: la situación política en Estados Unidos. Tras advertir sobre los riesgos de una posible segunda presidencia de Trump, Navalny concluye con una pregunta: “Por favor, nombrame un solo político actual al que admires.”
Tres días después de enviar esa carta, Navalny desapareció.
Durante una búsqueda frenética que duró 20 días, los aliados de Navalny en el exilio dicen haber enviado más de 600 consultas de paradero a prisiones y otras dependencias del gobierno ruso.
El 25 de diciembre, el vocero de Navalny informó que lo habían localizado en una remota prisión ártica conocida como Lobo Polar.
El sábado, tras el anuncio de su muerte, la madre de Navalny, Lyudmila Navalnaya, voló al Ártico y recibió el aviso oficial de que su hijo había fallecido a las 14:17 del día anterior.
Los amigos y compañeros de lucha de Navalny dicen que su legado seguirá vivo, en parte gracias a sus escritos desde la cárcel. De hecho, Feldman dice que el equipo legal de Navalny le informó que en las últimas semanas el líder opositor le había respondido al menos algunas de sus cartas de este último mes.
“Honestamente, lo pienso y me causa horror”, dijo Feldman. “Si los censores los dejan pasar, en los próximos meses empezaré a recibir sus cartas póstumas.”
Traducción de Jaime Arrambide
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