Carlos III prometió seguir el ejemplo de “deber desinteresado” de su madre en su primera visita como rey al Parlamento
El soberano, acompañado de la reina consorte Camilla, fue recibido solemnemente por una nutrida representación de las dos cámaras, reunidas en una sala del ala del edificio que ocupa la Cámara de los Lores
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LONDRES.– Emocionado, con el peso de una enorme responsabilidad encima, pero al mismo tiempo, con un rostro que reflejaba esa satisfacción de estar cumpliendo un sueño.
Así apareció el rey Carlos III esta mañana cuando, en su primera visita como monarca al Parlamento, un lugar con siglos de historia, volvió a asegurar que está “resuelto a seguir el ejemplo de deber desinteresado” de su fallecida madre.
En una jornada que será para él y la reina consorte, Camilla, muy larga y densa –por la tarde acompañarán la procesión del féretro de la reina a la capilla ardiente en Edimburgo–, otra vez hubo una escenografía digna de los grandes momentos, llena de tradición e historia. Con fanfarrias de trompetas que saludaron su llegada, guardias de honor, los famosos “beefeaters” o comedores de carne, como llaman a los guardianes ceremoniales de la Torre de Londres, vestidos de rojo y dorado, trajes de ceremonias con capas y pelucas y enorme simbolismo.
Todo ocurrió en el histórico Westminster Hall, una de las salas más grandes de Inglaterra, sede de la monarquía inglesa desde el siglo XI hasta los inicios del siglo XVI. Se trata de uno de los edificios más antiguos del complejo, conocido por su magnífico techo de vigas de madera y definido una de las obras más grandiosas de carpintería medieval.
En el mismo lugar donde en la Edad Media tuvieron lugar los procesos a William Wallace (1305), Tomás Moro (1535) y Carlos I (1649), el rey Carlos en su breve discurso admitió sentir “el peso de la historia”. Y, una vez más, prometió seguir el ejemplo de su idolatrada y llorada madre, al mantener “los preciosos principios de gobernanza constitucional” que sustentan el sistema político británico. “Ella significó un ejemplo de deber desinteresado que, con la ayuda de Dios y el consejo de ustedes, yo estoy resuelto a seguir con fidelidad”, aseguró.
Como ya había hecho en su primer discurso a la nación, volvió a citar al bardo: “Como dijo Shakespeare de la anterior reina Isabel, era un modelo para todos los príncipes vivos”, dijo. Y destacó más tarde la importancia del Parlamento como “instrumento vivo de nuestra democracia”.
Antes, los “speakers” de la cámara de los Lores y de las Cámaras de los comunes, respectivamente leyeron sendos discursos de condolencias, en los que resaltaron a la monarquía constitucional como símbolo de estabilidad. Con palabras de tristeza y admiración, los dos elogiaron a Isabel II –que murió el jueves pasado a los 96 años, después de más de 70 en el trono– y su “largo e inspirador reinado”. Y recordaron todas las veces que había estado en ese lugar histórico. La última, para su Jubileo de Diamante, en 2012, que marcó sus 60 años de reinado. Evocaron, además su sentido del deber y su sentido del humor. Al darle, finalmente, la bienvenida al nuevo rey, le prometieron su absoluta lealtad.
En ese momento, el rey y la reina consorte –él de jaquet y ella con un simple vestido negro y perlas al cuello–, los escuchaban sentados en dos tronos colocados en el centro del enorme salón, donde a partir del miércoles se instalará la capilla ardiente de Isabel II.
La ceremonia se celebró allí –un salón donde también tuvo su capilla ardiente Winston Churchill en 1965– porque no se permite la entrada de los monarcas a la Cámara de los Comunes. Esa norma se remonta al siglo XVII, cuando el rey Carlos I intentó entrar y arrestar a legisladores. Esa confrontación entre el Parlamento y la corona llevó a una guerra civil que terminó con la decapitación del rey en 1649.
Tras los sendos discursos de condolencias, que oyó con un rostro compungido, de vez en cuando, hasta emocionado, pero evidentemente feliz por finalmente estar ahí, como rey, después de décadas de espera, Carlos, hizo una breve réplica.
“Estoy profundamente agradecido por los saludos de condolencia de la Casa de los Lores y la Casa de los Comunes, que resumieron en forma conmovedora lo que nuestra última soberana, mi amada madre, la reina, significó para todos nosotros”.
No hubo aplausos, sino el silencio formal de las grandes ocasiones en el Westiminster Hall, abarrotado por diputados y lores vestidos de negro, algunos con pelucas. Entre ellos estaba el ex primer ministro, Boris Johnson y su sucesora, Liz Truss.
Y el evento concluyó con el himno nacional, por supuesto en la nueva versión de Dios Salve al Rey.
La primera visita como monarca al Parlamento fue sólo la primera cita de una jornada muy larga para el nuevo monarca, que luego voló junto a Camilla a Edimburgo, la capital de Escocia. Allí acompañará esta tarde el féretro de su madre en una procesión por la “Milla Real” desde el Palacio Real de Hollyrood hasta la catedral de St. Giles, donde se instalará la primera capilla ardiente de su madre, cuyo féretro regresará mañana por la tarde en avión hasta Londres, para el segundo gran capítulo de su histórica despedida.
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