Los historiadores entrevistados por la BBC creen que el nuevo rey enfrenta “desafíos sin precedentes” que definirán, para bien o para mal, su reinado y los que le seguirán
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Sobre el papel, pocas transiciones han sido tan fluidas como esta sucesión de la monarquía británica: menos de 48 horas después de la muerte de la reina Isabel II, el rey Carlos III había sido proclamado oficialmente como el nuevo soberano de Reino Unido.
Sin embargo, las cosas no son tan simples como parecen: Carlos ha ascendido al trono en un momento difícil para Reino Unido y su familia real.
Los historiadores entrevistados por la BBC creen que el nuevo rey enfrenta “desafíos sin precedentes” que definirán, para bien o para mal, su reinado y los que le seguirán.
Se avecinan tiempos difíciles para Carlos III: desde lidiar con el impacto de la crisis energética en su país hasta enfrentar las percepciones cambiantes hacia la monarquía, tras 70 años del reinado de su madre.
Estos son algunos de los principales temas y problemas que podrían necesitar la atención del nuevo rey.
¿Una monarquía “con los pies en la tierra”?
Millones de familias en Reino Unido se enfrentan a una posible pobreza energética este invierno debido a la escalada de los precios de la energía provocada por la guerra en Ucrania.
Los pronósticos más pesimistas dicen que hasta 45 millones de personas tendrán dificultades para pagar sus facturas, es decir, dos tercios de la población del país.
Es probable que tal escenario ponga las finanzas de la familia real bajo más escrutinio de lo usual.
De hecho, incluso antes de la guerra había rumores en la prensa británica de que el entonces príncipe de Gales estaba dispuesto a reducir la pompa y las condiciones de los eventos de la realeza, más concretamente, su coronación.
El periódico Daily Telegraph especuló el 13 de septiembre que el evento será una desviación de la opulenta coronación de la reina en 1953, la primera ceremonia de este tipo en ser televisada.
Citando fuentes de la realeza, el periódico dijo que la coronación de Carlos III, que no se espera que se realice antes de junio del próximo año, será más breve, “menos costosa” y, lo que es más importante, más multicultural para reflejar la diversidad de la sociedad británica.
Carlos ha hablado previamente de su deseo de tener una monarquía reducida, lo que probablemente se traduzca en un núcleo más pequeño de miembros de la realeza en funciones, con el rey y la reina consorte Camilla, el príncipe William y su esposa Catherine en el centro.
“Es muy probable que veamos cosas reducidas, especialmente la coronación”, le dice a la BBC la historiadora de la realeza Kelly Swab.
“La familia real debe ser vista como que sabe lo que ocurre en el país durante estos tiempos difíciles”, señala.
Las finanzas de la familia real son un tema complejo que a menudo está en el centro de los argumentos antimonárquicos: los fondos provienen principalmente de un pago anual financiado por los contribuyentes, conocido como Subvención Soberana.
Para 2021-2022, esta subvención se fijó en US$99,8 millones, lo que equivale a US$1,49 dólares por persona en Reino Unido, pero esto no incluye los sustanciales costos para cubrir la seguridad de los miembros de la familia real.
Reputación menguante
El apoyo a la monarquía está en su punto más bajo en más de 30 años, según la Encuesta británica de actitudes sociales, que mide regularmente los sentimientos de una muestra de la población británica hacia la realeza.
La última edición de la encuesta, publicada en 2021, mostró que solo el 55 % de los británicos pensaba que era “muy importante” o “bastante importante” tener una monarquía. En décadas pasadas, ese apoyo oscilaba entre el 60 % y el 70 %.
En mayo de este año, Carlos apareció de tercero en una lista de los miembros de la realeza favoritos de la gente, detrás de la reina y su hijo mayor, el príncipe William.
Si bien las encuestas realizadas después de la muerte de Isabel II han mostrado un apoyo cada vez mayor al nuevo rey, hay señales de que Carlos III tiene trabajo por hacer en términos de la reputación de la realeza.
“Uno de los desafíos para el rey Carlos III es hacer que la monarquía sea atractiva para las generaciones más jóvenes”, dice el historiador de la realeza Richard Fitzwilliams.
La opinión de Fitzwilliams está respaldada por la Encuesta británica de actitudes sociales, que muestra que en 2021 solo el 14 % de las personas de entre 18 y 34 años consideraban “muy importante” que Reino Unido tuviera una monarquía, mientras que la proporción entre los mayores de 55 años era del 44 %.
Y según una encuesta de YouGov, realizada para el grupo antimonárquico Republic en mayo, el 27 % de la población apoya la abolición total de la monarquía, eso es un aumento notable del 15 % que ha sido la norma durante la mayor parte de este siglo.
Y se registra una insatisfacción considerablemente mayor entre las generaciones más jóvenes.
Kelly Swab también señala que “las cosas han cambiado mucho desde 1952″ (el año en que Isabel II se convirtió en reina). Se refiere en concreto a las esporádicas protestas antimonárquicas que se han producido en los últimos días.
“Hay menos deferencia a la monarquía en estos días y mucho más escrutinio de la familia real”, indica.
“Esto es algo que el rey Carlos debe tener en cuenta”.
La situación también varía entre las distintas naciones de Reino Unido.
El experto en encuestas y profesor de política en la Universidad de Strathclyde John Curtice dice que las encuestas realizadas antes de la muerte de Isabel II indicaron que una clara mayoría enInglaterra y Gales elegiría mantener la monarquía antes que establecer una república.
En Escocia, sin embargo, aunque la monarquía seguía siendo la opción preferida de los dos, el apoyo a la misma estaba por debajo del 50%. En esta nación también se promueve la celebración de un segundo referendo sobre la independencia de Reino Unido, aunque la línea del gobernante Partido Nacional Escocés es mantener la monarquía aunque se logre la independencia.
En Irlanda del Norte, las actitudes hacia la monarquía tienden a estar vinculadas a la identidad nacional, señala el corresponsal de la BBC Chris Page.
Para los unionistas, que quieren que Irlanda del Norte permanezca en Reino Unido, el monarca es la personalidad británica, que encarna la autoridad de la Corona como fuerza unificadora en las cuatro naciones del Reino Unido. Los nacionalistas, que quieren que Irlanda del Norte se convierta en parte de la República de Irlanda, generalmente no reconocen la soberanía de la Corona.
El resultado de las elecciones parlamentarias norilandesas del pasado mes de mayo ofrecen una perspectiva sobre la cuestión constitucional, aunque debido a las complejidades de la política local, como señala Page, no puede tomarse como definitiva.
En esas elecciones aproximadamente el 42% de las personas votaron por un político unionista. Mientras el 40% votó por los nacionalistas, y el resto, el 18%, por candidatos neutrales.
“Nunca te quejes, nunca te expliques”
Carlos III es el jefe de Estado de Reino Unido. Pero bajo el modelo de monarquía constitucional británica, los poderes del soberano son en su mayoría simbólicos y ceremoniales.
Por lo tanto, se espera que los miembros de la familia real se mantengan políticamente neutrales.
Muchos vieron la moderación de la reina como resultado de su creencia en el adagio “nunca te quejes, nunca expliques”.
Habiendo dicho eso, Carlos, en el pasado, solía hablar sobre diferentes temas que le importaban.
En 2015, se reveló que había escrito decenas de cartas a ministros del gobierno expresando preocupaciones sobre temas que van desde las finanzas hasta las Fuerzas Armadas y la medicina herbaria.
¿Cambiará su postura? El profesor Vernon Bogdanor, destacado experto constitucional, así lo cree.
“Desde sus primeros días, él ha sabido que su estilo tendrá que cambiar. El público no querrá un monarca en campaña”, dice el profesor.
El 12 de septiembre, mientras se dirigía a los miembros del Parlamento, el recién proclamado rey ya daba señales de un acercamiento que se ajustaba.
Además de reconocer que había intereses que ya no podía perseguir, Carlos III dijo que el Parlamento era “el instrumento vivo y que respira” de la democracia británica.
Commonwealth y legado colonial
Tras la muerte de su madre, el rey Carlos III se ha convertido en el Jefe de la Commonwealth, una asociación política de 56 países, en su mayoría antiguas colonias británicas.
También es el jefe de Estado de 14 países junto con Reino Unido, una lista que incluye a Australia, Canadá, Jamaica y Nueva Zelanda.
En los últimos años, sin embargo, algunas naciones de la Commonwealth han comenzado a debatir su relación con la Corona británica.
Como parte de este proceso, Barbados tomó la decisión de convertirse en república a fines de 2021, con lo que destituyó a la reina como jefa de Estado y puso fin a los siglos de influencia de Reino Unido sobre la isla, que fue un centro para el comercio transatlántico de esclavos durante más de 200 años.
La gira del príncipe William por el Caribe a principios de 2022 provocó protestas anticoloniales y pedidos de reparación por la esclavitud, y el primer ministro de Jamaica, Andrew Holness, le dijo públicamente a la realeza que el país “avanzaría”.
Sean Coughlan, corresponsal de la realeza de la BBC, cree que redefinir una relación más moderna con la Commonwealth será “un gran desafío” para el rey Carlos.
“Como su nuevo jefe, ¿cómo pueden sus visitas a los países de la Commonwealth navegar el difícil legado del colonialismo y asuntos como la esclavitud?”
Un rey “veterano”
A los 73 años, Carlos III es la persona de mayor edad en ser proclamada rey en Reino Unido.
Una de las preguntas sobre el día a día de su reinado es cuánto de la extensa lista de deberes reales se espera que lleve a cabo él mismo.
Hay mucha especulación de que su hijo y heredero de la Corona, el príncipe William, intervendrá para compartir la carga de los compromisos de la realeza, especialmente las giras en el extranjero.
La propia reina Isabel II dejó de viajar al extranjero cuando tenía 80 años.
“Carlos es un rey mayor. No puede hacerlo todo”, cree la historiadora Kelly Swab.
“Espero que, como resultado, veamos mucho más del príncipe William”.
Ponerse unos zapatos enormes
Como lo demuestra la avalancha de demostraciones de luto en muchas partes del país tras conocerse su muerte, Isabel II fue una monarca muy popular.
Eso en sí mismo representa un desafío para el nuevo rey, pero no uno insuperable, según la historiadora de la realeza Evaline Brueton.
Se refiere a las circunstancias en las que Eduardo VII heredó la Corona en 1901, tras la muerte de la reina Victoria, otra monarca muy querida por los británicos.
“Hay similitudes interesantes entre el momento que estamos viviendo ahora y el final de la era victoriana”, dice Brueton.
“Tanto Eduardo VII como Carlos III se hicieron cargo de los períodos de cambio social en Reino Unido. Y ambos no eran tan populares como sus madres”.
Eduardo VII estuvo en el poder solo nueve años (1901-1910), pero se le recuerda con cariño como un rey que participó en esfuerzos diplomáticos que sentaron las bases de la famosa Entente Cordiale, una serie de acuerdos innovadores entre Reino Unido y Francia firmados en 1904.
“A Eduardo VII le fue extremadamente bien y no hay nada que sugiera que Carlos tampoco será recordado como un rey importante”, cree Brueton.
“Tuvo a la reina Isabel II como un gran modelo a seguir y ha tenido tiempo para prepararse para la tarea”.
Por Fernando Duarte
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