Carlos A. Montaner: "El ejército de Cuba será clave durante la transición"
El escritor imagina un proceso similar al que lideró Suárez en la España posfranquista
Histórico crítico del régimen de los hermanos Castro, el escritor y periodista cubano Carlos Alberto Montaner se muestra como un experimentado estratega que no elude la autocrítica al momento de hurgar en la actualidad de la desvencijada dictadura comunista de la isla caribeña.
"Me he equivocado tantas veces pronosticando cuándo volvemos a Cuba... Me gustaría regresar a Cuba y me parece un proyecto muy bonito para la tercera edad y participar de la construcción de una democracia multipartidista y eficiente. Yo viví de cerca la transición en España. Me encantaría que algo así ocurriera en Cuba", reconoce a LA NACION un reflexivo Montaner –de 69 años, 41 de ellos en el exilio–, que disertó en la conferencia Jaque a la Libertad, de la Fundación Libertad y Progreso, con el auspicio de la Fundación Friedrich Naumann.
–Para algunos opositores, la reforma migratoria recientemente aprobada por el régimen se queda corta por las limitaciones a los profesionales, deportistas y disidentes. ¿Cuál es su opinión?
–Para mí se queda corta en todo. Creo que es un paso muy pequeño. Lo que hizo Raúl Castro fue mudar el filtro. Antes era el permiso de salida. Ahora es el pasaporte. Quisiera saber qué va a pasar con Yoani Sánchez, que tiene 12 visas de distintos países y no la han dejado salir.
–Luego se aprobaron medidas para que los emigrados puedan regresar al país con condiciones. ¿Cree que el conjunto de la reforma migratoria es una medida para captar remesas e inversiones o, como asegura el régimen, busca una "reconciliación nacional" entre la isla y la diáspora?
–De alguna manera el gobierno cubano vive fundamentalmente de sectores que tienen que ver con Estados Unidos: es su principal suministrador de alimentos, es desde donde se envían el grueso de las remesas y sus ciudadanos son el segmento más importante del turismo. Una fuente que sería muy importante de crecimiento serían las inversiones directas de los propios exiliados. Pero el gobierno no tiene la intención de permitir esa llegada. Raúl ya dijo que él no fue llamado para enterrar el sistema socialista. Su función es preservarlo.
–¿Y la apertura económica? Me refiero al despido de empleados públicos, al impulso de la compraventa de bienes o al cuentapropismo.
–Es una tímida apertura, que no lo es. Es el modo de transferir el peso muerto de los trabajadores del sector público, que no los puede sostener, a un sector privado, que Raúl quiere que sea débil y pequeño, capaz de absorber a esos trabajadores, y donde está prohibido capitalizarse. Conjuga lo peor del mundo socialista, porque quiere que desaparezcan los subsidios, y lo peor del mundo capitalista, porque no quiere que crezcan las empresas. Ese sistema híbrido no funciona.
–¿Cómo imagina la transición?
–Me la imagino encabezada por un reformista que emergerá del régimen. Sólo son reformistas los que advierten que la desmoralización y la infelicidad generada por el sistema son notables y empiezan a hacer los cambios, la ruptura. Adolfo Suárez es un ejemplo: un hombre del régimen, jefe ideológico del movimiento que debía continuar y preservar el régimen, lideró la transición democrática. En un escenario así, va a ser clave el papel del ejército y del aparato de inteligencia cubanos, que tienen el control social.
–¿Qué política espera para Cuba de Obama o de Romney?
–Si gana Obama, el Senado lo presidiría Bob Menéndez, cubano-estadounidense, y en la Cámara baja, el Comité de Relaciones Exteriores ya lo controla la republicana Ileana Ros Lehtinen, también cubana-estadounidense. Así que creo que será más rígida. Y si gana Romney, también, por supuesto.
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