HUIXTLA, México.- Edith Cruz estaba mirando Facebook en su celular, sentada en su casa de la región central de Honduras , cuando de pronto vio un comentario sobre la caravana en un sitio de noticias comunitarias.
Era 12 de octubre. Poco tiempo antes, Edith y su prima habían abierto un local de venta de tortillas y de inmediato fueron hostigadas por una pandilla que las amenazó de muerte si no entregaban la mitad de sus ganancias. Edith leyó la publicación en Facebook: "Una avalancha de hondureños se prepara para ir en caravana a Estados Unidos . ¡Compartilo!" Tardó menos de tres horas en preparar la valija.
La pregunta sobre cómo arrancó la caravana de migrantes logró filtrarse en la campaña para las elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos.El presidente Donald Trump y otros republicanos dieron a entender que los demócratas les pagaron a los migrantes para que se lancen a la ruta. Pero a medida que se engrosan sus filas, los orígenes de la mayor caravana de este tipo en muchas décadas son objeto de análisis: ¿cómo hicieron para encontrarse esos más de 5000 migrantes de toda América Central?
Aunque los orígenes siguen siendo poco claros, la respuesta de muchos migrantes de esta localidad es que hace años que querían irse, y que cuando vieron la publicación en Facebook, un programa de televisión, o un mensaje de WhatsApp, con la foto de ese grupo que iba creciendo, finalmente se decidieron.
"De inmediato supe que me iba", dice Irma Rosales, una salvadoreña de 37 años de la localidad de Santa Ana, que vio por televisión las imágenes y se sacó un pasaje en micro para sumarse a la caravana en Guatemala , la semana pasada.
"Estaba esperando la forma de llegar al norte, y entonces me enteré de la caravana", dice Ediberto Fuentes, de 30 años, que huyó de Honduras al sur de México, donde quedó varado durante meses, sin dinero para pagarle a un traficante que lo hiciera entrar en Estados Unidos.
"Hice la valija en menos de media hora", dice José Mejía, un hondureño de 16 años de Ocotepeque, que se enteró de la caravana cuando un amigo golpeó a su puerta a las 4 de la mañana y simplemente le dijo "Nos vamos".
El martes pararon a descansar aquí en Huixtla, en el sur de México, donde aprovecharon para lavar su ropa en baldes, enviar mensajes a sus familias desde los bares con wifi, y recibir cualquier ayuda que quisieran darles los lugareños. Ya corría la noticia de que cientos de migrantes más de toda América Central estaban a punto de llegar, atraídos por la incesante cobertura mediática.
El gobierno de Honduras acusa a militantes de organizaciones sociales, liderados por el exlegislador Bartolo Fuentes, de estar detrás del grupo inicia l, con la intención de perjudicar a las autoridades del país. El grueso de los migrantes que están en Huixtla son hondureños.
"Hay evidencias claras de dónde empezó. Bartolo se puso al frente ante las cámaras, él era la cara de ese hecho", dijo en una entrevista el embajador de Honduras en México , Alden Rivera Montes.
"La intención era mostrar que Honduras es un país fallido, algo totalmente falso", dijo Rivera Montes.
El vicepresidente norteamericano, Mike Pence, dijo ayer en una entrevista con The Washington Post que el presidente de Honduras le dijo que la caravana era financiada por el gobierno izquierdista de Venezuela. Pero no hay evidencias que sustenten la acusación.
Bartolo Fuentes le dijo a The Washington Post que simplemente estaba ayudando a pequeños grupos de posibles migrantes que ya tenían planeado su viaje al norte. Ya en septiembre había publicaciones sobre los planes de la caravana en varios grupos de Facebook hondureños.
"Toda esa gente que antes migraba a escondidas, con cuentagotas, día tras día, decidió reunirse para viajar en grupo y protegerse", dijo Fuentes.
El exlegislador dijo que había estado en contacto vía WhatsApp o en las redes sociales con cuatro grupos de potenciales migrantes que discutían la posibilidad de viajar juntos, gente de Tegucigalpa, la capital de Honduras, y de las ciudades de La Ceiba, Colón y San Pedro Sula.
"Ellos me contactaron", dijo Fuentes. "Me dijeron que habían leído lo que escribí, y querían que les cuente cómo había salido la caravana del mes de marzo".
Fuentes tiene una larga carrera como militante político de la izquierda hondureña. Como estudiante, se opuso a la guerra de los contras nicaragüenses, que con apoyo de Estados Unidos intentó derrocar al gobierno de la vecina Nicaragua. En 2013 fue elegido diputado y es conductor de un programa de radio sobre temas migratorios que se llama "Sin fronteras". Fuentes es un férreo opositor al presidente hondureño Juan Orlando Hernández.
Una semana antes del arranque de la caravana, Fuentes posteó en su muro de Facebook un aviso sobre la caravana: "No nos vamos porque queremos. Nos expulsa la violencia y la pobreza". Y llamó a la gente a reunirse a las 8 de la mañana del 12 de octubre en la terminal de micros de San Pedro Sula.
"Vamos a acompañar a esta gente", escribió Fuentes en Facebook el 5 de octubre. "Apoyemos por lo menos en su salida".
Los primeros días de la caravana tuvieron extensa cobertura mediática en Honduras, sobre todo del canal de televisión HCH, el más popular del país. El 11 y 12 de octubre, varias páginas de Facebook transmitían en vivo las imágenes de la gente que empezaba a concentrarse en la terminal de micros: la caravana ya se había viralizado en toda América Central mucho antes de que los estadounidenses supieran de su existencia.
"Todos quieren saber quién tiene la culpa, quién está detrás", dice Irineo Mujica, director de Pueblos Sin Fronteras, una organización que apoya esta y otras caravanas anteriores con ayuda logística. "Pero nadie tiene el poder de organizar a tanta gente. Nadie puede planear un éxodo".
Para mediados de octubre, la explosión mediática y la viralización en las redes sociales en toda América Central potenció la multiplicación de migrantes. La caravana partió de San Pedro Sula el 13 de octubre y pocos días después ya nadie sabía decir con precisión cómo se había gestado el fenómeno. Todos dicen haber visto un post en Facebook o un programa de televisión que los llevó a tomar la decisión por cuenta propia.
Muchos de los propios migrantes se quedaron pasmados al ser testigos en tiempo real de la expansión de la columna.
"Cuando llegué a la terminal de San Pedro Sula había unas 30 personas. Un par de horas después, ya eran cientos", dice José Vijín, de 32 años, oriundo del noroeste de Honduras.
Hace años que las caravanas de migrantes atraviesan América Central, en parte como una manifestación de defensa de los derechos humanos, en parte como un intento por garantizar el paso seguro de los centroamericanos que realizan la peligrosa travesía hacia el norte.
Normalmente, los centroamericanos que migran a Estados Unidos deben pagarle a una serie de traficantes vinculados con los carteles de la droga para hacer el viaje, una suma que en total puede superar los 10.000 dólares. La caravana ofrece una forma relativamente segura de migrar y que esencialmente no tiene costo.
La última caravana, que salió en marzo del sur de México, tuvo tanta cobertura mediática, sobre todo al final, que parece haber dejado sentadas las bases para el éxodo actual, mucho más numeroso. La caravana actual es exponencialmente más grande que las anteriores, y los hondureños, guatemaltecos y salvadoreños que dejaron pasar la oportunidad en marzo, no dudaron esta vez en sumarse al grupo.
Cuando Irma Rosales se enteró de que la caravana estaba en El Salvador, los migrantes ya habían llegado a la frontera con Guatemala. Su esposo había sido asesinado el año pasado, y cuando ella denunció su muerte a la policía, recibió amenazas de la MS-13, la temible Mara Salvatrucha.
"La caravana era mi única salida, porque no tenía plata para pagarle al coyote", como suele llamarse a los traficantes de humanos.
Cuando vio las imágenes de la multitud en televisión, buscó "caravana migrante" en Google y leyó que los migrantes llegarían a la frontera entre Guatemala y México dos días después, el 19 de octubre. Irma tuvo que sacar tres pasajes de micro por un total de 10 dólares y viajar 16 horas, pero llegó a tiempo para alcanzar la caravana en la frontera.
Después se compró una tarjeta de celular mexicana y le envió un mensaje a su prima de Chicago. "Estoy en camino", le escribió.
The Washington Post
(Traducción de Jaime Arrambide)
Joshua Parlow y Kevin Sieff
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