Cameron, ante una tormenta política
Scotland Yard cuestionó en duros términos al premier por criticar su accionar en los disturbios y le exigió "conversaciones sinceras"
LONDRES.- Luego de una segunda noche de calma en Londres, blindada por los 16.000 agentes que patrullarán sus calles este crucial fin de semana, ayer comenzó a formarse una tormenta perfecta sobre la cabeza del primer ministro conservador, David Cameron.
Su declaración de guerra a los protagonistas del peor estallido social de los últimos tiempos en Inglaterra provocó ayer gigantescas polémicas y un enfrentamiento directo entre el premier y Scotland Yard, que se sintió humillada por los dichos de anteayer de Cameron en el Parlamento.
Presionado por el shock que provocaron aquí los desórdenes y los saqueos, por un lado, y por la pesadilla de una crisis económica, por otro, el premier amenazó con un endurecimiento de la represión contra los protagonistas de la "batalla de Londres". Pero no dio marcha atrás con los recortes a los gastos para mantener el orden público, tal como reclama la oposición laborista.
Cameron, además, criticó a la policía por haber desplegado pocos agentes y utilizado una "táctica errada", al subestimar los desórdenes que estallaron hace exactamente una semana en el barrio de Tottenham, en el norte de esta capital.
Allí, una protesta pacífica por la confusa muerte de Mark Duggan, de 29 años, baleado dos días antes por la policía, degeneró en una batalla campal, con incendios de edificios, ómnibus y saqueos, que luego se fue extendiendo como reguero de pólvora a otros barrios de Londres y a otras ciudades importantes, como Birmingham, Manchester y Leeds.
Ayer los incidentes se cobraron una quinta víctima y dieron lugar a imponentes redadas que elevaron el saldo de arrestados a 1600.
Fiel reflejo de la furia que reina ahora en la Policía Metropolitana (Met), Hugh Orde, presidente de la Asociación de Oficiales de la Policía, aseguró que la decisión de adoptar un enfoque "más contundente" para restablecer la calma, tomada mientras el premier y la ministra del Interior, Theresa May, aún se encontraban de vacaciones, fue idea de la policía y no del gobierno.
Además, Orde reclamó "conversaciones sinceras" con el gobierno sobre sus planes de gasto, ya que "los recortes del 20% en el actual período llevarán a un número menor de policías".
El alto comisionado suplente de Scotland Yard, Tim Godwin, por su parte, también dijo que muchas críticas "fueron hechas por personas que no estuvieron allí", otra alusión al hecho de que tanto Cameron como May sólo decidieron volver de vacaciones el lunes pasado, cuando los disturbios ya se habían desbocado.
Simon Reed, vicepresidente de la Federación de Policías, finalmente, consideró que decir que la fuerza metropolitana había cambiado de táctica después de la intervención del gobierno era "un golpe bajo".
"Es denigrante para los oficiales que mostraron coraje durante esas noches", denunció.
Lo cierto es que un sondeo de The Guardian sugirió que la gente parece respaldar más a la policía que al gobierno, ya que indicó que sólo el 30% consideró buena la reacción de Cameron a los desórdenes (contra un 44%), mientras que un 45% respaldó la labor de la policía (contra un 27%).
Otro 56%, además, consideró que la policía no tiene recursos suficientes para enfrentar la revuelta.
En la calle, de hecho, la gente sigue sintiéndose totalmente insegura. Ante la pregunta de si creen que "el estallido social ha terminado", muchas personas consultadas por LA NACION se mostraron escépticas.
"En cualquier momento va a volver a pasar", dijo Sabrina, una joven de 18 años que trabaja en una tienda de ropa de Kensington, que aseguró que, no bien se reduzca el número de efectivos, volverán los desórdenes.
"Error gigantesco"
También provocó polémica la amenaza del primer ministro de interrumpir, llegado el caso, las redes sociales, consideradas culpables de disparar la revuelta.
"Echarle la culpa a Twitter , Facebook o BlackBerry es no haber entendido el mensaje, de lo que aquí ha pasado", dijo a LA NACION Jason Atkinson, publicista de 35 años.
Un editorial de The Independent, en efecto, criticó duramente "los draconianos gestos del primer ministro", en alusión a su determinación de aplacar la revuelta con mano dura.
"El señor Cameron comete un error gigantesco, si se imagina que estos desórdenes no hubieran ocurrido sin Blackberry y Twitter", escribió.
"La reforma que realmente se necesita es una que vaya a las raíces de las causas sociales de los disturbios. David Cameron le dijo a la Cámara de los Comunes que los incidentes no tenían que ver con la pobreza, sino con la cultura. Pero eso es demasiado simplista", disparó.
Ed Miliband, líder del opositor Partido Laborista, por su parte, también se animó a dar una primera puñalada. "Los recortes que se están haciendo son muy malos para nuestra sociedad", acusó, en declaraciones a la BBC.
Mientras seguía al rojo vivo la discusión de por qué y cómo pudo pasar semejante barbaridad en Londres, medios locales informaron que de los 796 acusados que aparecieron ante la corte, el 17% son menores de 18 años.