Cambio en la Guardia Suiza: "Fue una mera renovación... es sano saber que nadie se eterniza"
ROMA.- En una semana en la que dio vuelta al mundo la noticia de que el Papa había echado al coronel Daniel Rudolf Anrig, comandante del cuerpo pontificio de la Guardia Suiza, por ser demasiado rígido y autoritario, durante la entrevista con LA NACION el Pontífice desmintió esa versión.
Ante una pregunta al respecto, explicó que, en realidad, se trató de un normal recambio y que no había "nada raro, ningún pecado de él, ninguna culpa". Además, destacó las cualidades de Anrig, de 40 años y padre de cuatro hijos, que definió como una excelente persona (un hombre "rebien", en porteño) y hasta contó que había hablado del relevo con él, cara a cara, hacía varios meses, tras haber llegado a la conclusión de que era mejor que hubiera una "renovación".
"Fue una mera renovación, porque él terminó su período y es sano saber que nadie se eterniza", dijo.
La noticia del despido de Anrig, nombrado en 2008 por Benedicto XVI, hoy papa emérito, al frente del pequeño ejército pontificio formado hace 500 años, pero que trabajaba en el cuerpo desde 1992, se conoció luego de una información publicada por L'Osservatore Romano el miércoles pasado.
"El Santo Padre dispuso que el coronel termine su servicio el 31 de enero de 2015, a la conclusión de la prórroga concedida después del fin de su mandato", decía.
Esas líneas provocaron especulaciones de todo tipo en la prensa italiana, que afirmó que el motivo del relevo tenía que ver no sólo con los modos autoritarios del coronel -"es el fin de una dictadura", confesó un guardia al enterarse de su salida-, sino también porque se había mudado a un departamento extremadamente lujoso.
-¿Es verdad que usted echó al jefe de la Guardia Suiza, Daniel Rudolf Anrig, por ser demasiado estricto?
-No, no es verdad. El año pasado, dos meses después de mi elección, caducó su mandato de cinco años. Entonces le dije al secretario de Estado -no estaba todavía [Pietro] Parolin- que no lo podía nombrar o no nombrar. No lo conocía, decidí que se prorrogaba su mandato "donec alitur provideatur", la fórmula típica de "hasta que se disponga otra cosa". Me parecía injusto tomar una decisión en ese momento, a favor o en contra. Después, me fui interiorizando de la cosa, fui a visitar el cuartel, estuve con ellos [los guardias suizos] toda una tarde, me quedé también una noche a cenar, fui conociendo a la gente y me pareció más sano una renovación. Fue una mera renovación, porque él terminó su período y es sano saber que nadie se eterniza. Y lo hablé con él a mitad de año y quedamos que a fin de año se iba. Lo sabía desde julio.
-¿Entonces no es cierto que lo echó porque era demasiado estricto?
-No, no es cierto. Es un cambio, un cambio normal. Es una excelente persona, es un católico muy bueno, un hombre que tiene una excelente familia.
-También dijeron que lo echaba porque vivía en un departamento lujoso... ¿Tampoco es cierto?
-Él se hizo el año pasado una reestructuración de los apartamentos, el de él ciertamente es espacioso porque tiene cuatro hijos. Es un hombre creyente, un hombre re-bien, tengo una excelente relación con él y fui yo quien le expliqué, di la cara, le dije: «Mire, yo prefiero la renovación». Es decir que no hay nada raro, no hay ningún pecado de él, ninguna culpa de él.
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