Cambio de era en España: Juan Carlos ya no es rey
MADRID.– Renqueante y con los ojos vidriosos, Juan Carlos de Borbón caminó sobre la gruesa alfombra del Palacio Real hasta donde estaba su hijo, Felipe. Lo miró, sonrió y lo estrechó en un abrazo. Todavía apoyado en él, le cedió su asiento, una simple silla de madera un poco más alta que el resto.
El viejo rey acababa de promulgar en silencio la ley de abdicación al trono, su último acto solemne como jefe del Estado. Una firma temblorosa y el gesto posterior sobrevivirán como testimonio de un fin de época en España.
Desde la medianoche Felipe VI, de 46 años, es el nuevo monarca, un hombre que hereda el delicado desafío de revertir el desprestigio de la Corona y de mediar para encauzar la triple crisis –económica, política y territorial– que atraviesa el país.
En una ceremonia con pocos aires de festejo jurará hoy ante las Cortes y presentará las líneas maestras de su reinado. Pero ayer era el día de su padre.
Allí, en las Cortes, presentará las líneas maestras de su reinado.
Pero ayer era el día de su padre. Al Palacio Real habían sido invitados los miembros del gobierno, ex presidentes, opositores, empresarios, sindicalistas y parte de la familia real para verlo rubricar su última ley.
Lo aplaudieron de pie durante dos minutos cuando cedió el improvisado trono a su hijo. Él contenía las lágrimas, mientras hacía esfuerzos por sostenerse en pie sin el bastón que lo acompaña desde hace dos años, cuando se fracturó la cadera y casi en paralelo los escándalos empezaron a apilarse a su alrededor.
Miraba hacia delante y veía a muchas de las figuras que lo acompañaron en los casi 39 años de su reinado, una etapa fundacional en la que España dejó de ser una dictadura, consolidó su democracia, se integró en la Unión Europea y se convirtió en una economía desarrollada.
Felipe VI también aplaudía. Con el abrazo paterno iban la corona y las delicadas responsabilidades que asumió como jefe de Estado.
Juan Carlos agradeció sin abrir la boca. Algo nervioso, se permitió besar a la reina Sofía, algo muy inusual de ver. Los dos años finales de su reinado consistieron en un infructuoso intento de detener el desprestigio de la monarquía, amenazada por los deslices en su conducta y por el caso de corrupción que involucra a su hija Cristina y a su yerno Iñaki Urdangarin (ambos ausentes).
Ahora delegará todo el protagonismo en su hijo. Hoy no irá siquiera a la proclamación oficial y se permitirá apenas una formal despedida pública después del mediodía: él, Sofía, Felipe y Letizia saldrán a saludar por el balcón del Palacio Real.
Felipe no está para grandes fiestas. Le toca enfrentar el creciente reclamo a favor de instaurar una república y la expectativa -por ahora mayoritaria- de que su gestión ayude a encaminar los graves desafíos de España. Desde la crisis económica y el desencanto social con la dirigencia política hasta las amenazas independentistas de Cataluña y, en menor medida, del País Vasco.
Por eso se da una importancia decisiva al discurso que pronunciará en el Congreso después de jurar delante de la corona y el cetro. Felipe VI prepara desde hace días esa pieza fundacional de su reinado.
El problema adicional que hereda Felipe es que no cuenta con los poderes efectivos que tuvo su padre al suceder al dictador Francisco Franco para influir en la refundación de España. Deberá legitimarse con las funciones simbólicas que le otorga al rey la Constitución de 1978.
Ayer, en su último acto como príncipe de Asturias, los periodistas le pidieron un adelanto de lo que iría a decir. "¿Alguna idea?", bromeó él.
Serán las palabras y también los gestos. Felipe decidió que su proclamación sea un acto austero. Operarios municipales terminaban ayer de engalanar el centro de Madrid con miles de banderas y ramos de flores a lo largo del recorrido que harán Felipe y Letizia tras la jura.
Por el Paseo del Prado, la calle de Alcalá y la Gran Vía se instalaron vallas para que el público pueda seguir el paso de los nuevos reyes en un coche cubierto hasta el Palacio Real, donde ofrecerán una recepción. No habrá jefes de gobierno ni miembros de las otras casas reales europeas.
Un operativo de seguridad gigantesco, con más de 7000 policías, protegerá la capital y controlará que nada se salga del guión. Rige, por ejemplo, una prohibición de organizar manifestaciones antimonárquicas y exhibir símbolos republicanos.
Acuerdan dar fueros a Juan Carlos
- Los dos grandes partidos de España, el PP y el PSOE, se pusieron de acuerdo para impulsar por trámite urgente una ley que concederá una protección judicial extraordinaria al rey Juan Carlos I ahora que pierde la inmunidad total que le otorgaba la Constitución.
- El gobierno de Mariano Rajoy aprobará mañana una enmienda legal para la que ya garantizó el apoyo parlamentario de los socialistas. De esa manera, en un plazo aproximado de un mes Juan Carlos tendrá fueros en materia civil y penal de una amplitud nunca vista en la etapa democrática.
- Uno de los temores del gobierno y de la Casa Real era que el rey se encontrara frente a una avalancha de denuncias judiciales al dejar el cargo.
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