Cambio climático: El mar se traga a Saint Louis, una perla en el Atlántico, en fotos

Cambio climático: en fotos, el mar se traga a Saint Louis, una perla colonial en el Atlántico

JOHN WESSELS - AFP

En una playa al norte de Senegal, unas excavadoras remueven la arena para levantar un enorme muro frente a la ciudad de Saint-Louis, una perla colonial en peligro por los embates del Atlántico y el retroceso de la costa.

LA NACION
Un hombre camina dentro de un mercado de pescado destruido por la subida del nivel del mar
Un hombre camina dentro de un mercado de pescado destruido por la subida del nivel del marJOHN WESSELS - AFP

Para cientos de habitantes del barrio de pescadores de la antigua capital de Senegal, estas obras llegan demasiado tarde. En los últimos años, el mar y las intemperies han destruido muchas de sus casas.

Un árbol muerto dentro de las ruinas de una escuela en el barrio de pescadores
Un árbol muerto dentro de las ruinas de una escuela en el barrio de pescadoresJOHN WESSELS - AFP

La particular geografía de esta histórica ciudad de 237.500 habitantes, con un importante patrimonio arquitectónico colonial, la convierte en uno de los lugares de África más expuestos a la crecida de los océanos.

Esta vista aérea muestra una escuela destruida a lo largo del barrio de pescadores junto al mar de Guet NDar
Esta vista aérea muestra una escuela destruida a lo largo del barrio de pescadores junto al mar de Guet NDarJOHN WESSELS - AFP

El corazón de esta ciudad fundada por los franceses en el siglo XVII se ubica en una isla en el río Senegal, cerca de su desembocadura. A un lado está el continente, en el otro una fina lengua de arena que separa el río del Atlántico.

Un pelícano capturado bate sus alas en el barrio pesquero de Guet NDar
Un pelícano capturado bate sus alas en el barrio pesquero de Guet NDarJOHN WESSELS - AFP

En el barrio de pescadores de Guet Ndar, edificado en esta franja arenosa, los habitantes miran con una mezcla de esperanza y prudencia el baile de las máquinas. En ese amasijo de construcciones de hormigón viven 25.000 personas, a escasos pasos de la playa, donde estacionan la flota de coloridas piraguas con las que salen a pescar. Ahora esa playa se convierte en dique de contención frente al mar.

El gobierno planea reubicar a quince mil personas que viven dentro de veinte metros de la línea de playa a medida que el mar sube llevándose sus casas con ellos
El gobierno planea reubicar a quince mil personas que viven dentro de veinte metros de la línea de playa a medida que el mar sube llevándose sus casas con ellosJOHN WESSELS - AFP

Las máquinas cruzan la arena y colocan bloques de hormigón de una o dos toneladas, erigiendo una muralla de varios metros de altura que alcanza las primeras casas.

Viasta del muro de contención. La construcción tiene como objetivo ayudar a proteger el vecindario de pescadores costeros de Guet NDar para que no pierda más casas debido a la subida del nivel del mar y proporcionar al gobierno senegalés con más tiempo para cumplir su plan de reubicar a quince mil personas que viven dentro de veinte metros de la línea de playa
Viasta del muro de contención. La construcción tiene como objetivo ayudar a proteger el vecindario de pescadores costeros de Guet NDar para que no pierda más casas debido a la subida del nivel del mar y proporcionar al gobierno senegalés con más tiempo para cumplir su plan de reubicar a quince mil personas que viven dentro de veinte metros de la línea de playaJOHN WESSELS - AFP

Muchos se preguntan sobre la eficacia a largo plazo de esta construcción que, para muchos, supondrá mudarse tierra adentro.

“Desde mi infancia hasta hoy, hemos vivido todo tipo de sufrimientos debido al mar”, dice Mará¨me Gueye, repasando la sucesión de acontecimiento destructores ocurridos especialmente desde 2010.

Una mujer lleva un balde a lo largo de la playa mientras se construye el muro de contención
Una mujer lleva un balde a lo largo de la playa mientras se construye el muro de contenciónJOHN WESSELS - AFP

La mujer de 43 años explica que no duerme por la noche por miedo a que el agua sumerja su casa, a primera línea de mar. Un día, sus padres fueron llevados por el agua antes de ser encontrados milagrosamente.

Un hombre y su familia permanecen en lo que queda de su casa al lado del mar
Un hombre y su familia permanecen en lo que queda de su casa al lado del marJOHN WESSELS - AFP

Su hogar cuenta con una sola estancia en pie, con una cama y paredes cubiertas de fotografías suyas de joven. Las otras seis estancias fueron devoradas por el mar. La puerta se retiró para evitar quedarse atrapados si el agua penetra.

Vista del pescado recién sacado del mar que es secado al sol
Vista del pescado recién sacado del mar que es secado al solJOHN WESSELS - AFP

Erosión del litoral, ventadas, inundaciones marítimas y fluviales... Con unos metros de altitud a lo sumo, Saint-Louis acumula todos los males, empeorados por un urbanismo anárquico y la destrucción de ecosistemas.

Un hombre pasa frente a las ruinas de una escuela en el barrio de pescadores
Un hombre pasa frente a las ruinas de una escuela en el barrio de pescadoresJOHN WESSELS - AFP

El lugar es excepcional. Al este, el río y el continente. Al oeste la Lengua de Barbarie, la franja arenosa de unos 25 kilómetros que separa río y mar. Este entorno contribuyó a la inscripción en el Patrimonio Mundial de la UNESCO de esta isla, con un sistema de muelles y un puente metálico que la enlaza al continente, una cultura mestiza y un pasado comerciante y colonial como capital de la África occidental francesa.

Un hombre observa cómo se construye el muro de contención
Un hombre observa cómo se construye el muro de contenciónJOHN WESSELS - AFP

La urbanización ha alcanzado tanto el continente al este como la franja marítima al oeste. A escala geológica, la isla “ya ha desaparecido del mapa”, dice Boubou Aldiouma Sy, profesor de geografía de la universidad local.

Una mujer camina por el campo de reubicación de Diougop en las afueras de Saint Louis, uno de los lugarres donde han sido trasladadas las familias que perdieron su casa por la crecida del mar
Una mujer camina por el campo de reubicación de Diougop en las afueras de Saint Louis, uno de los lugarres donde han sido trasladadas las familias que perdieron su casa por la crecida del marJOHN WESSELS - AFP

“Es un fenómeno natural, independientemente de la existencia del ser humano (...) El rol del hombre es acelerar el proceso”, afirma. No es la única. En África Occidental, la erosión hace retroceder la costa 1,8 metros anuales de media, según un informe de la Organización Meteorológica Mundial de 2019. El mar crece de 3,5 a 4 mm por años, ligeramente por encima de la media mundial, según el último informe de los expertos climáticos de la ONU.

La gente se reúne a lo largo de la costa entre las obras de construcción
La gente se reúne a lo largo de la costa entre las obras de construcciónJOHN WESSELS - AFP

En Saint-Louis, Guet Ndar y el barrio de pescadores, construidos en la Lengua de Barbarie, son las zonas más expuestas. Intemperies en 2017 y 2018 dejaron sin hogar a 3.200 personas. Unas 1.500 viven desplazados una decena de kilómetros tierra adentro, en un campo similar a los creados para refugiados.

Los miembros de la familia Gueye miran la playa desde los restos de su casa frente al mar
Los miembros de la familia Gueye miran la playa desde los restos de su casa frente al marJOHN WESSELS - AFP

El Estado inició en 2019 la construcción de este dique que contará con 3,6 kilómetros una vez terminado, en principio antes de finales de 2021. El presupuesto de más de 115 millones de dólares incluye la reubicación de las familias cuyas casas serán demolidas para dejar espacio a una franja de 20 metros detrás de la barrera.

Un niño corre entre la basura acumulada en las costas
Un niño corre entre la basura acumulada en las costasJOHN WESSELS - AFP

Contando con los habitantes ya evacuados, son entre 10.000 y 15.000 personas que deberán marchar, dice un responsable del proyecto, Mandaw Gueye. Las pérdidas por bienes y actividades serán compensadas, y se construirán para ellos 600 alojamientos.

Vista de las ruinas de la escuela del barrio pesquero
Vista de las ruinas de la escuela del barrio pesqueroJOHN WESSELS - AFP

En Guet Ndar, pese a los problemas de ser uno de los barrios más densamente poblados de África, nadie quiere romper con la vida de sus antepasados. Los pescadores ya desplazados explican las complicaciones de ir a vivir tierra adentro, a un campo de barracones de material sintético con techo de color azul pastel en medio de un paisaje desértico salpicado de enjutas acacias.

A ello se suma el “calvario” de vivir lejos de su sustento, el océano, que aporta comida y trabajo a gran parte de Senegal. Los hombres deben madrugar mucho para seguir pescando y, a veces, sus antiguos compañeros zarpan sin ellos.

Un niño camina por las ruinas de una mezquita
Un niño camina por las ruinas de una mezquitaJOHN WESSELS - AFP

Baye Ndoye, un pescador de 28 años al que solo queda una habitación en pie, sospecha que la franja de 20 metros no busque protegerlos, sino dejar espacio para una carretera hasta un campo de gas del británico BP y el estadounidense Kosmos Energy, cuya silueta se distingue a lo lejos. Pero concede, y no es el único, que “desde el inicio de la obra, el mar no ha llegado al muro”.

Así quedó la escuela luego de ser destruida por el mar
Así quedó la escuela luego de ser destruida por el marJOHN WESSELS - AFP

La barrera puede proteger a corto plazo, pero no impide la subida del agua y la erosión de la playa, señalan los expertos, pidiendo medidas más a largo plazo.Sy lamenta que no se consideraran otras opciones como espigones que, colocados de forma transversal a la costa, favorecen la sedimentación y permiten el avance de la playa.O incluso recurrir a la reforestación de la zona, que genera también una sedimentación que ralentiza la crecida del mar.

Esta vista aérea muestra casas destruidas a lo largo del barrio de pescadores junto al mar
Esta vista aérea muestra casas destruidas a lo largo del barrio de pescadores junto al marJOHN WESSELS - AFP

Fotos: John Wessels / AFP

Edición fotográfica: Fernanda Corbani

LA NACION
Cargando banners ...