Bután, el país que vacunó a más de la mitad de su población en una semana
Hasta ayer, casi 469.664 personas habían recibido una sola dosis de la vacuna contra el coronavirus de AstraZeneca, el 85% de sus ciudadanos
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Mientras Ninda Dema se arremangaba y juntaba las manos en oración, sonrió nerviosamente a las cámaras de televisión que la rodeaban, consciente de que toda la población de la nación himalaya de Bután la observaba desde sus hogares.
El 27 de marzo, Dema, una administrativa de 30 años, recibió la primera vacuna contra el Covid-19 de Bután, lo que puso en marcha el programa de inmunización más rápido del mundo.
Alrededor del 62% de los ciudadanos butaneses elegibles se vacunaron en solo una semana, superando en ritmo de vacunación e inoculados per cápita a países líderes como Gran Bretaña, Estados Unidos y Chile.
La campaña de vacunación de Bután se considera un éxito mundial. Hasta el 6 de abril, el país estaba detrás de Israel solo en un 0,3% en términos de la proporción de personas que recibieron al menos una dosis de la vacuna contra el Covid-19. Israel tiene actualmente el puntaje de vacunación más alto del mundo.
“Dejemos que este pequeño paso mío nos ayude a superar esta enfermedad”, dijo Dema al recibir la inyección de AstraZeneca, proporcionada por la India.
Bután, uno de los países menos desarrollados del mundo, mejor conocido en Occidente por medir el progreso a través de su índice único de Felicidad Interna Bruta, es un caso atípico de vacunación. Hasta ayer, casi 469.664 de su población total de 735,553 habían recibido una sola dosis de vacuna, el 85% de sus ciudadanos, con niños excluidos.
Ciertamente, el pequeño tamaño de la población de Bután es una gran ventaja sobre muchos otros países. Pero su éxito también se puede atribuir a sus dedicados ciudadanos voluntarios, conocidos como “De-suung”, así como a una sólida planificación de la salud pública y una lucha geopolítica regional entre Nueva Delhi y Pekín.
Juntos, los De-suung pudieron entregar vacunas a los centros de atención médica, garantizar que los ciudadanos se presentaran a las citas y educar a los butaneses sobre los protocolos de Covid-19, incluido el distanciamiento social y el uso de máscaras. Su papel ha sido invaluable en un país que tenía solo 37 médicos y apenas 3000 trabajadores de la salud a tiempo completo antes de la pandemia, según reportó Reuters.
En el distrito noroccidental de Gasa, donde aproximadamente 3000 butaneses viven en aldeas de las laderas de las montañas, un equipo de cuatro miembros del personal médico fue acompañado por seis De-suung, que trabajan como maestros de escuelas primarias locales, para navegar por el desolado terreno.
Con botas pesadas que suelen usar las fuerzas armadas y con botiquines médicos de emergencia, el equipo pudo llegar a seis aldeas en seis días. Y, cuando la nieve hizo intransitable el trayecto a pie, las autoridades dispusieron helicópteros para repartir dosis.
“Estamos realmente agradecidos por la vacuna. Si no fuera por el servicio de helicóptero, hubiéramos tenido que viajar durante más de cinco días (para vacunarnos)“, dijo Dema, residente de la aldea de Esuna, a Kuensel Online.
Bután también pudo confiar en su programa de vacunación gracias a su “cadena de frío”, una de sus “posesiones más preciadas”, según Dasho Dechen Wangmo, ministro de Salud del país. “Logramos la inmunización universal en la década de 1990 y siempre hemos tenido mucho éxito con las vacunas”, señaló.
“La inmunización actual depende de los programas existentes, ya había muchos sistemas implementados y facilitó la introducción de una nueva vacuna a través de mucha promoción y planificación a nivel micro”, agregó.
Además, como parte de un plan para contrarrestar la creciente influencia china en la región, el país ha recibido 600.000 dosis gratuitas de la vacuna AstraZeneca/Universidad de Oxford fabricada por el Serum Institute of India, como gesto de buena voluntad. Bután también ha recibido kits de prueba, equipo de protección personal, máscaras N95 y medicamentos esenciales como el paracetamol de Nueva Delhi.
“Nueva Delhi ha convertido a Bután en un objetivo importante de su diplomacia de vacunas”, explicó a The Telegraph Michael Kugelman, asociado senior para el sur de Asia en el Woodrow Wilson Center. “Este esfuerzo puede basarse en preocupaciones humanitarias, pero también es una forma de consolidar la influencia india en un momento en que la huella de China se está profundizando en la región”, añadió.
El Primer Ministro de Bután, el Dr. Lotay Tshering, es un médico calificado y ha liderado la respuesta del país.
Cuando Bután detectó su primer caso de Covid-19 en un turista estadounidense en marzo de 2020, cerró sus fronteras de inmediato (siguen cerradas hasta el presente) e impuso una cuarentena obligatoria a los residentes que regresaban del extranjero.
Hasta la fecha, Bután solo ha registrado 886 casos de coronavirus y solo ha informado de una muerte, con la ayuda de dos confinamientos cuidadosamente administrados.
“Desde el primer día, nos lo tomamos muy en serio, ya que en Bután consideramos la salud de la gente como lo más importante. Todo el país se movilizó bajo el liderazgo del Rey y hasta ahora ha tenido éxito”, dijo a The Telegraph el ex embajador de Bután en Naciones Unidas, Lhatu Wangchuk.
“Estamos viendo una sensación de alivio entre la gente de Bután, aunque no podemos ser demasiado complacientes hasta que obtengamos nuestras segundas inyecciones”, agregó.
“Hasta que estemos completamente protegidos, todos debemos seguir medidas preventivas, como usar mascarillas, practicar el distanciamiento físico y lavarnos las manos con regularidad”, dijo el Dr. GP Dhakal, miembro del grupo asesor técnico nacional de inmunización (NI-TAG), a India’s Bloom.
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