Brasil: sin Bolsonaro ni traspaso de banda, Lula asume un tercer mandato cargado de desafíos
El líder de izquierda de 77 años será investido presidente en una ceremonia multitudinaria y bajo medidas de seguridad reforzadas ante un clima de extrema polarización
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BRASILIA.- Luiz Inácio Lula da Silva asume este domingo por tercera vez la presidencia de Brasil, ante cientos de miles de seguidores del veterano líder de izquierda y casi una veintena de jefes de Estado extranjeros.
El mandatario saliente, Jair Bolsonaro, puso distancia de la ceremonia que consagrará a un rival a quien siempre despreció, al viajar el viernes pasado a Estados Unidos, rompiendo así la tradición del traspaso de mando. Tampoco quiere hacerlo su vicepresidente, Hamilton Mourao, quien quedó a cargo del Planalto en Brasilia.
Se esperan unas 300.000 personas en la capital para ver de cerca los actos institucionales y asistir a un megaconcierto con lo más variado de la música brasileña, ya bautizado de “Lulapalooza” en las redes sociales.
Lula será oficialmente proclamado presidente por tercera vez junto a su vicepresidente, Geraldo Alckmin, en una ceremonia en el Congreso que comenzará alrededor de las 15. Pero el momento más esperado será cuando suba la rampa de acceso al Palacio de Planalto, la sede presidencial, para pronunciar su discurso de asunción ante la multitud.
En la rampa del Planalto, Lula recibirá la banda presidencial, una cinta de seda verde y amarilla bordada en oro y diamantes. Normalmente el nuevo jefe de Estado la recibe de manos de su predecesor, como venía sucediendo desde la vuelta de la democracia en 1985. Pero ante la ausencia de Bolsonaro se prepara una variante.
Tras su derrota en octubre, Bolsonaro autorizó el inicio de la transición, pero no reconoció públicamente el triunfo de Lula por 50,9% a 49,1%, manteniéndose casi en silencio. El viernes, en un mensaje de video a sus seguidores, se refirió a la nueva etapa de Brasil como “un gobierno que empieza cojo”. En cuanto a su resultado electoral, sostuvo que “se perdió una batalla, pero no la guerra”.
Operativo de seguridad
Otra tradición que está aún en duda es el desfile del nuevo presidente ante el público en un Rolls Royce negro descapotable, en medio de voces que piden, para mayor seguridad, usar un auto blindado.
Alrededor de todos los eventos habrá un inédito operativo de seguridad, con las principales avenidas aledañas al Congreso y el Planalto cerradas. Brasilia movilizará el 100% de su policía para la asunción de Lula, lo que podría involucrar a unos 8000 efectivos.
Solo la Policía Federal empleará más de mil funcionarios en tareas de inteligencia y seguridad, el mayor contingente hasta ahora en una investidura.
Los preparativos para la toma de posesión se vieron sacudidos la semana pasada, luego de que la policía detuvo a un seguidor bolsonarista por colocar un explosivo cerca del aeropuerto de Brasilia, con el objetivo declarado de “causar caos”, provocar la intervención de las Fuerzas Armadas y evitar así la asunción de Lula.
Días antes, el 12 de diciembre, cuando Lula fue certificado ante la Justicia electoral, decenas de ultraderechistas salieron a quemar vehículos y destrozar la sede de la Policía Federal en Brasilia en señal de protesta.
Asistentes internacionales
Unas 65 delegaciones extranjeras de alto nivel, incluyendo casi una veintena de jefes de Estado y de gobierno, estarán presentes en la ceremonia de asunción, la mayor presencia internacional en la historia.
Entre ellos estarán los mandatarios de la Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Honduras y Uruguay, además del rey de España. El presidente Alberto Fernández llegará cerca del mediodía al aeropuerto Juscelino Kubtschek de Brasilia, junto al canciller Santiago Cafiero y parte de su equipo.
Washington enviará a la secretaria del Interior, Deb Haaland, la primera indígena en integrar un gabinete en Estados Unidos y dura crítica de Bolsonaro, mientras que por China asistirá el vicepresidente Wang Qishan.
El centro de los festejos será la Explanada de los Ministerios, una gran área verde rodeada de edificios del gobierno y el Congreso. Allí se alzarán dos enormes escenarios decorados con los colores de Brasil, donde actuarán más de 60 artistas en unos 30 conciertos.
El abandono de Brasil del ultraderechista Bolsonaro para la ceremonia de Lula ahondó la división político-ideológica de un país polarizado y, en palabras del equipo de transición de Lula, tras cuatro años de una “gestión irresponsable”.
Desafíos
Al experimentado Lula, quien supo capitalizar las favorables condiciones externas durante sus dos primeros mandatos con eficaces políticas sociales, le esperan desafíos inéditos: recomponer a un país fracturado, mejorar las relaciones internacionales y luchar contra la pobreza con una economía que a duras penas logra recuperarse.
Las primeras medidas de Lula serán sobre medioambiente, educación e igualdad racial, si sigue las recomendaciones de su equipo de transición. También restringirá la posesión de armas, que se incrementó fuertemente bajo el mandato de Bolsonaro. Lula deberá además pacificar las relaciones con la Corte Suprema, el pilar de la democracia brasileña y blanco de duros ataques bolsonaristas.
El Congreso resultante de las elecciones de octubre tiene más representantes y senadores derechistas que antes, pero se especula que eso no necesariamente impedirá al pragmático Lula gobernar mediante alianzas, desde la extrema izquierda a la centroderecha.
La aprobación por el Congreso de una enmienda constitucional que le permita financiar sus promesas de campaña -al menos durante un año- fue una buena noticia. La distribución de la popular “bolsa familia” a los hogares más pobres no se verá limitada por el tope del gasto público. También podrá incrementar el sueldo mínimo.
El estado de la economía fue una de las principales preocupaciones de los votantes que eligieron a Lula al frente de Brasil. Unos 125 millones de brasileños padecen inseguridad alimentaria y 30 millones, hambre.
Agencias AFP, ANSA y Reuters
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