Brasil, expectante con el inminente arribo al poder de Bolsonaro
RÍO DE JANEIRO.- Al grito de "¡Mito! ¡Mito!", decenas de simpatizantes recibieron ayer a Jair Bolsonaro en la entrada de la Granja do Torto, la residencia oficial alternativa en Brasilia, donde el presidente electo pasará los próximos dos días antes de asumir el poder, la tarde del 1º de enero, en medio de enormes expectativas.
Tan grandes como los desafíos que enfrenta Brasil después de cuatro convulsionados años marcados por la peor crisis económica de su historia; el impeachment de Dilma Rousseff ; un récord de asesinatos; profundas divisiones políticas, y las revelaciones extraordinarias de la operación anticorrupción Lava Jato, que llevó a la cárcel a poderosos empresarios y políticos, entre ellos, al popular exmandatario Luiz Inacio Lula da Silva , que cumple su condena en una sede policial de Curitiba.
Al lado de un cartel con la leyenda "Misión Cumplida", Francisco José Siqueira, el líder de un grupo de motociclistas que hacía guardia allí para saludar a Bolsonaro explicó sus motivaciones. "Buscamos a aquella persona que defendía nuestros valores. Los valores de la honestidad, el combate a la corrupción, los valores de la familia, los valores de la patria, y que rescataría nuestra dignidad", resaltó el jubilado exmilitar y empresario.
A partir de pasado mañana, todo el peso recaerá en Bolsonaro, de 63 años, un excapitán de paracaidistas del ejército, nostálgico de la dictadura, devenido ignoto diputado ultraderechista, que se hizo conocido por sus polémicos comentarios de tono machista, homofóbicos y racistas. Ancló toda su campaña en la confrontación con el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), de Lula y Rousseff, prometió recuperar la economía con recetas neoliberales, aplicar mano dura contra la criminalidad y la corrupción e impulsar una agenda sociocultural conservadora, basada en la familia, la religión, la propiedad privada y el patriotismo.
"Se trata de una plataforma muy ambiciosa, que le ganó un apoyo muy amplio de grupos heterogéneos -agentes del mercado, militares, evangélicos, el agronegocio-. Ahora tendrá que demostrar que tiene habilidad para gobernar, unir al país y sacarlo adelante. No será una tarea fácil", advirtió a LA NACION Paulo Calmon, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia, que resaltó de todas formas que Bolsonaro, que venció a su contrincante petista con el 55% de los votos en las elecciones de octubre, cuenta a su favor con un 75% de popularidad.
En ese contexto, el primer gran objetivo de su gobierno será inyectar confianza para volver a hacer crecer la economía, que dejaría 2018 con una modesta expansión de cerca del 1,2%, un desempleo aún alto del 11,6% y un déficit en torno de 41.000 millones de dólares.
La propuesta del neoliberal Paulo Guedes, designado superministro de Economía, Planificación, Industria y Comercio, para reducir el déficit y atraer inversiones conjuga una serie de modificaciones estructurales, entre las que se destacan las difíciles reformas previsional y tributaria, con ajuste fiscal y privatizaciones.
Para ello, sería necesaria una ardua negociación en el Congreso, donde a pesar de haber logrado grandes avances con su Partido Social Liberal (PSL), Bolsonaro tendrá que hacer concesiones. Asimismo, enfrentará la oposición de las fuerzas de izquierda, lideradas por el PT, los sindicatos y los movimientos sociales.
Resistencia
Ya en pie de resistencia, el PT y su aliado Partido Socialismo y Libertad (PSOL) anunciaron que ni siquiera participarán de la ceremonia de asunción de Bolsonaro, como "protesta contra las amenazas del futuro gobierno de destruir por completo el orden democrático y el Estado de Derecho en Brasil".
La izquierda también se movilizará en contra de la implantación de una agenda sociocultural conservadora que buscará reducir la injerencia del Estado en los asuntos privados.
"Las ideas de Bolsonaro sobre cuestiones de género, aborto, religión y ecología son opuestas a los derechos sociales y la lucha contra las desigualdades que el PT defendió durante los 13 años que estuvo en el poder. Es un cambio total de paradigma, que también se ve en otros lugares del mundo", apuntó Calmon.
Se refería a la nueva "oleada" derechista en los Estados Unidos de Donald Trump y en varios países de Europa. Así, el experimento Bolsonaro es visto con atención también en el exterior, donde las primeras señales diplomáticas del futuro canciller Ernesto Araújo, que no duda en incluir a Dios en sus análisis geopolíticos, despiertan igualmente expectativas y temores por su cuestionamiento del cambio climático, su rechazo a la "ideología de género" y los acuerdos migratorios mundiales.
Finalmente, el otro gran propósito de Bolsonaro en su primer año será demostrar resultados en su política de línea dura en corrupción y criminalidad. Para ello, fichó como otro superministro de Justicia y Seguridad Pública al exjuez Sergio Moro, figura internacionalmente reconocida por su labor en la operación Lava Jato.
Moro enfrenta el reto de aplicar medidas anticorrupción en un sistema político aún muy reacio, pero también de combatir a los poderosos grupos narcotraficantes que actúan en connivencia con autoridades municipales y estatales, de quienes dependen las principales fuerzas policiales. El año pasado, la escalada de violencia en el país dejó el récord de 63.880 asesinatos, y el objetivo de Moro y su equipo es reducir estas muertes por lo menos el 3,5% por año.
Una promesa de campaña que podría ser cuestionada desde el Poder Judicial es la utilización de las fuerzas armadas para la represión del narcotráfico. El ejemplo de México, donde los carteles respondieron con más violencia a las acciones del gobierno y aumentaron los homicidios, bien sirve de advertencia para la nueva administración brasileña.
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