Brasil: el papa Francisco expresó su preocupación por el debilitamiento de la democracia y la polarización
El Pontífice mencionó lo que está ocurriendo “en las últimas horas” en su tradicional discurso de augurios de año nuevo ante el cuerpo diplomático; nueva y fuerte condena a la guerra en Ucrania
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ROMA.- En su tradicional saludo de Año Nuevo al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el papa Francisco expresó hoy su preocupación por el “debilitamiento de la democracia” y la creciente polarización en Brasil, donde ayer manifestantes bolsonaristas tomaron el Congreso. Además, condenó otra vez con fuerza la “insensata” guerra en Ucrania, un ejemplo de “tercera guerra mundial”, así como las sentencias de muerte que están ocurriendo en Irán después de las manifestaciones que piden mayor respeto de las mujeres y el “presunto ‘derecho al aborto’”.
En un discurso de ocho carillas en el que hizo una lista de las situaciones dramáticas que afligen la humanidad, Francisco mencionó lo que está pasando “en las últimas horas en Brasil” al manifestar su alarma por el “debilitamiento, en muchas partes del mundo, de la democracia y de la posibilidad de libertad que esta consiente, aun con todos los límites de un sistema humano”.
“En muchas zonas, un signo de debilitamiento de la democracia está marcado por las crecientes polarizaciones políticas y sociales, que no ayudan a resolver los problemas urgentes de los ciudadanos”, dijo. Y aludió a las “numerosas crisis políticas en diversos países del continente americano, con su carga de tensiones y formas de violencia que agudizan los conflictos sociales”. En este marco, mencionó lo que sucedió recientemente en Perú, en las últimas horas, en Brasil y la preocupante situación en Haití. “Siempre es necesario superar las lógicas sesgadas y esforzarse por la edificación del bien común”, indicó, al hablarle en la magnífica Aula de las Bendiciones del Palacio Apostólico a los embajadores de los 183 países que tienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Entre ellos, la embajadora argentina María Fernanda Silva.
Al principio de su largo discurso, el papa Francisco agradeció los mensajes de pésame por la muerte del papa emérito, Benedicto y “por la cercanía manifestada durante las exequias”, el jueves pasado. Estas estuvieron marcadas por los anticipos explosivos de un polémico libro autobiográfico que saldrá esta semana de su secretario privado, Georg Ganswein, que esta mañana fue recibido en audiencia por el papa Francisco, según indicó el boletín de la Santa Sede.
El exarzobispo de Buenos Aires, de 86 años y relativa buena forma -ingresó a la sala caminando, ayudado por un bastón-, recordó que este año se celebra el sesenta aniversario de la Encíclica Pacem in terris de san Juan XXIII. Y que en los ojos del “Papa bueno” todavía estaba viva la amenaza de una guerra nuclear, provocada en octubre de 1962 por la llamada crisis de los misiles de Cuba. “La humanidad estaba a un paso de su propia extinción, si no hubiesen sido capaces de hacer prevalecer el diálogo, conscientes de los efectos destructivos de las armas atómicas. Lamentablemente, la amenaza nuclear es evocada todavía hoy, arrojando al mundo en el miedo y la angustia”, indicó, aludiendo a la amenaza del uso de armas nuclearas por parte de Vladimir Putin, que no mencionó, como tampoco a Rusia.
Amén de subrayar que “la posesión de armas atómicas es inmoral” y “bajo la amenaza de las armas nucleares perdemos todos”, lamentó luego que “hoy está en curso la tercera guerra mundial de un mundo globalizado, en el que los conflictos parecen afectar directamente solo a algunas áreas del planeta, pero que implican sustancialmente a todos”. “El ejemplo más cercano y reciente es precisamente la guerra en Ucrania, con su reguero de muerte y destrucción; con los ataques a las infraestructuras civiles que llevan a las personas a perder la vida no sólo a causa de las bombas y de la violencia, sino también del hambre y el frío”, dijo. En lo que significó una nueva y fuerte condena contra Rusia, que sin embargo no mencionó, el papa Francisco citó la constitución apostólica Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, que afirma que “toda acción bélica que tienda indiscriminadamente a la destrucción de ciudades enteras o de extensas regiones junto con sus habitantes, es un crimen contra Dios y la humanidad que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones”.
Recordó, además, que la guerra en Ucrania, que cumplió hoy 320 días, “golpea particularmente a las personas más frágiles —los niños, los ancianos, las personas discapacitadas— y lastima indeleblemente a las familias”. En este marco, volvió a pedir “que cese inmediatamente este conflicto insensato, cuyos efectos afectan a regiones enteras, incluso fuera de Europa, a causa de las repercusiones que esto tiene en el campo energético y en el ámbito de la producción de alimentos, sobre todo en África y en Oriente Medio”.
Amén de mencionar Siria, el conflicto palestino-isrealí, Yemen, Myanmar y otras zonas del mundo castigadas, el Papa habló de las consecuencias letales de un continuo recurso a la producción de nuevos y cada vez más sofisticados armamentos y llamó a “romper esa lógica y proceder por el camino de un desarme integral”.
Después de recordar que para san Juan XXIII, la paz es posible a la luz de cuatro bienes fundamentales -la verdad, la justicia, la solidaridad y la libertad-, Francisco fustigó el “presunto ‘derecho al aborto’”, que varios países, entre ellos Francia, Estados Unidos e incluso la Unión Europea. quieren incluir en sus cartas magnas. Subrayó, en efecto, que “la paz exige que ante todo se defienda la vida, un bien que hoy es puesto en peligro no sólo por los conflictos, el hambre y las enfermedades, sino demasiadas veces incluso desde el seno materno, afirmando un presunto ‘derecho al aborto’”. “Nadie puede arrogarse el derecho sobre la vida de otro ser humano, especialmente si este está desprotegido y por tanto privado de cualquier posibilidad de defensa”, dijo.
En este marco, condenó las ejecuciones en Irán después de manifestaciones por el respeto de las mujeres y lanzó un llamado para que la pena de muerte, “que es siempre inadmisible pues atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, sea abolida de las legislaciones de todos los países del mundo”.
Al destacar la importancia de la eduación, por otro lado, consideró “inaceptable que una parte de la población pueda ser excluida de la educación, como está ocurriendo con las mujeres afganas”.
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