Brasil: al menos 57 muertos en un motín carcelario
RÍO DE JANEIRO.- En medio de la brutal guerra que libran los dos principales grupos criminales de Brasil por el dominio del tráfico de drogas y armas en el país, por lo menos 57 presos murieron este lunes en el Centro de Recuperación Regional de Altamira, en el norteño estado de Pará, luego de que miembros de una banda invadieron el pabellón que alojaba a internos de una facción rival, decapitaron a varios y prendieron fuego las instalaciones.
La masacre comenzó a las 7 de la mañana, cuando las celdas fueron destrabadas para servir el desayuno a los reclusos. Armados de facones, integrantes del Comando Classe A (CCA), un aliado regional del poderoso Primeiro Comando da Capital (PCC, la mayor organización criminal brasileña, con sede en San Pablo), se amotinaron, tomaron de rehenes a dos agentes penitenciarios e ingresaron por la fuerza al anexo donde se hallaban detenidos presos del Comando Vermelho (CV), el segundo grupo criminal del país, originario de Río de Janeiro.
Los atacantes cortaron las cabezas de por lo menos 16 de sus adversarios, grabaron videos de sus acciones con celulares que tenían escondidos y las enviaron a sus socios del PCC. Incendiaron colchones y volvieron a cerrar los portones del pabellón para asfixiarlos o quemarlos vivos.
"Encontramos cuerpos decapitados y otros muertos por asfixia. No sacamos a todos porque el lugar aún está caliente. Es una unidad antigua, en formato de contenedores", informó Jarbas Vasconcelos, secretario de la Superintendencia del Sistema Penitenciario de Pará.
El Grupo Táctico Operacional de la Policía Militar estatal fue accionado para poner fin a la rebelión, mientras efectivos de la Policía Civil y personal del Ministerio Público en Altamira participaban de la negociación para liberar a los rehenes. Tras cinco horas de horror, poco después del mediodía los dos agentes penitenciarios fueron puestos en libertad y los amotinados depusieron sus armas.
"Fue un ataque localizado y dirigido a exterminar integrantes de la banda rival. Fue una lucha entre facciones", resaltó Vasconcelos.
Los presidios de la zona norte de Brasil se han convertido en uno de los principales escenarios de la feroz guerra que protagonizan desde hace tres años el PCC y el CV por el control de las rutas del narcotráfico y del contrabando de armas que llegan a Brasil desde Colombia y Venezuela. Durante un par de décadas, existió una suerte de tregua entre el PCC y el CV, pero en 2016 se dio por terminado el pacto y comenzaron a disputarse sangrientamente los territorios con aliados locales.
Las superpobladas cárceles, que sirven de fuente de reclutamiento, empezaron a registrar enfrentamientos cada vez más serios. A principios de 2017, una serie de ataques en prisiones dejó 126 muertos, muchos de ellos decapitados y carbonizados. El Centro de Recuperación Regional de Altamira ya había sufrido un motín similar al de este lunes en septiembre de 2018, cuando siete detenidos murieron y otros tres quedaron heridos, mientras un grupo de 16 logró escapar temporalmente. Esta unidad, que tiene capacidad para 163 reclusos, es sin embargo ocupada por 343, una situación que se repite en la mayoría de las cárceles del país.
De acuerdo a los registros históricos, el motín de Altamira es el más violento desde la revuelta en la cárcel de Carandiru que se produjo en 1992 y en la que murieron 111 presos.
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