Borys Gudziak: “Si los ucranianos dejan de defenderse, Ucrania deja de existir”
En una entrevista con LA NACION, el arzobispo greco-católico ucraniano también habló del desafío de transmitir el mensaje del papa Francisco en Ucrania después de las tensiones en los últimos tiempos
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ROMA.- Borys Gudziak, arzobispo greco-católico ucraniano, metropolita de Filadelfia, Estados Unidos, prestigioso y reconocido intelectual, presidente de la Universidad Católica Ucraniana, participó del sínodo –asamblea- que la jerarquía de su Iglesia tuvo en las primeras semanas de septiembre en Roma. Para él y para los más de 50 obispos ucranianos presentes, el momento clave fue la reunión aclaratoria, de dos horas que tuvieron en la mañana del 6 de septiembre con el papa Francisco. Entonces, hubo un diálogo “franco y sincero” en el que los obispos ucranianos le transmitieron el dolor, el sufrimiento y “cierta desilusión” de muchos fieles ucranianos por algunos comentarios suyos luego utilizados por la propaganda rusa, que sirvió para aclarar incomprensiones que ahora esperan superar.
Como recordó Gudziak en una entrevista con LA NACION en el Colegio Ucraniano de esta capital, entonces el papa Francisco, que aprovechó para volver a explicar sus dichos a jóvenes católicos rusos que habían creado revuelo, les aseguró a los obispos ucranianos: “no lo duden, yo estoy con el pueblo ucraniano”.
Para ellos fue un gran consuelo escuchar estas palabras. Pero ahora, advirtieron en una conferencia de prensa de cierre del sínodo, el desafío es lograr transmitir este mensaje en una Ucrania, donde, como destacó el líder de la Iglesia greco-católica ucraniana, Sviatoslav Schevchuk, la imagen del papa Francisco está destruida. Según sondeos, antes de la invasión rusa de Ucrania de febrero de 2022, Jorge Bergoglio era el líder religioso más respetado en Ucrania, país de mayoría ortodoxa: entre el 45 y el 50% de los ucranianos consideraban al papa Francisco un vocero de la verdad. Pero al final del año pasado esta popularidad se derrumbó a entre el 6 y el 3%.
Más allá de esto, en la entrevista Gudziak habló sobre la invasión a gran escala rusa de Ucrania y aseguró que “si los ucranianos dejan de defenderse, Ucrania deja de existir”, pero “si los rusos dejan las armas, la guerra termina”.
-¿Cómo fue el encuentro aclaratorio con el papa Francisco?
-Fue muy sincero, mutuamente sincero, fue libre y no fue guionado: todos dijimos todo lo que teníamos en el corazón. Yo fui uno de los 16 obispos que tomamos la palabra. Hablamos de la situación pastoral, hablamos de la guerra, hubo diferentes perspectivas, pero fue un mosaico de la vida y el dolor de nuestra Iglesia. Y el Papa reconoció que si bien había una sensación de que no estaba con nosotros, él nos dijo que estaba con nosotros, como fue comunicado. El Papa habló 227 veces de una “Ucrania martirizada”, nos trajo las copias de esas declaraciones y le agradecimos por eso. Le agradecimos también por sus esfuerzos para trabajar en la liberación de prisioneros de guerra, para el retorno de los niños ucranianos deportados Rusia, por la misión de paz que está llevando adelante el cardenal Matteo Zuppi y por la movilización global que ha habido dentro de la comunidad católica para enviar ayuda humanitaria y para recibir a refugiados ucranianos en todo el mundo. El Papa sabe que están matando gente, que hay gente muriendo y que están muriendo por una ideología imperialista. Y el Papa condenó esa ideología imperialista en nuestra presencia. Repitió las palabras que había dicho al regresar de Mongolia, cuando explicó que “el verdadero dolor es cuando la herencia cultural de un pueblo se diluye y queda sujeta a la manipulación de un cierto poder estatal y el resultado es que la transforma en una ideología que destruye y mata”.
-¿Quedó todo aclarado entonces?
-Creo que es muy importante usar bien las palabras. Y la verdad es que hubo muchas palabras del Papa que han sido palabras de afecto, de solidaridad, palabras de bendición y palabras de respaldo. El Papa es claro que no es enemigo de Ucrania, se está pronunciando en modo explícito. Por eso hay que dar vuelta la página, nosotros queremos que el Papa sea popular en Ucrania, no porque haya un concurso de popularidad, sino porque el sucesor de Pedro representa el Evangelio. Y necesitamos toda la ayuda y toda la autoridad moral posible para hacerle frente a todo este increíble dolor que padece hoy nuestro pueblo.
-¿Siente que el Papa realmente entendió la posición ucraniana?
-Si, es muy claro.
-¿Qué más cree que pueden hacer el Papa o la Santa Sede?
-Puedo decirle lo que yo le pedí. Le pedí que creara una comisión ad hoc que pueda coordinar a nivel global los recursos de la Iglesia católica universal para la terapia espiritual, psicológica y física de las víctimas de la guerra. Es muy importante y le doy un ejemplo: acabo de volver de Ucrania, donde visité a Oleg Tsunovsky, un exalumno mío de 32 años que perdió un brazo y una pierna, que se encuentra en un centro de rehabilitación, a la espera de prótesis, que es un proceso muy complicado, que demanda semanas sólo para comenzar. Se estima que en Ucrania hay 20.000 personas que necesitan prótesis de brazos o piernas, pero sólo hay 20 médicos expertos en prótesis. Estuve recientemente con un equipo de médicos de Estados Unidos que trabajaron en el tema, hay voluntad de ayudar, pero debe haber una coordinación de todo este esfuerzo. Y pienso que es algo que el Santo Padre podría hacer.
-¿Qué le diría a quienes dicen que habría que dejar de darles armas a Ucrania, pero no dicen lo mismo de Rusia?
-En el siglo XX, 15 millones de ucranianos fueron asesinados: guerras, nazis, persecución soviética, hambrunas, etc. Cuando los ucranianos hablan de genocidio se basan en una experiencia muy clara, que está en la historia de cada una de las familias de Ucrania. Ocurrió en el siglo XVIII, en el siglo XIX y en el siglo XX y está ocurriendo ahora, en el siglo XXI. Hay dos sacerdotes greco-católicos, Ivan Levistskyi y Bohdan Heleta, que han sido secuestrados, nadie sabe dónde están y en qué estado están. En la parte más oriental de la zona de Donetsk ocupada (en el Donbass) ya no hay ningún sacerdote católico trabajando, ni del rito greco-católico oriental ni del occidental. Por lo tanto nuestra cultura, nuestra lengua, nuestra vida espiritual, nuestra soberanía e independencia serán eliminadas con la ocupación rusa. Hemos visto lo que pasó en Bucha, Borodyanka, Irpin: los lugares donde ha habido ocupación rusa fueron escenario de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad. Si los ucranianos dejan de defenderse, Ucrania deja de existir. Si los rusos dejan las armas, la guerra termina. Entonces, agradecemos a todos los que nos están ayudando y a todos los periodistas que están contando lo que pasa en Ucrania, arriesgando sus vidas, diciendo la verdad, porque lamentablemente estamos en un mundo marcado por muchísima desinformación.
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