Borrarse de Instagram: desilusionada, una de las diseñadoras de la red social le dice adiós
WASHINGTON.- La noche del 26 de septiembre, Bailey Richardson entró a su cuenta de Instagram por última vez. "Llegó la hora de borrar mi cuenta de Instagram ", les escribió a sus más de 20.000 seguidores, con una imagen de sus pantalones blancos como fondo. "Gracias por todo su amor a lo largo de los años."
La decisión de Richardson no es una novedad: este año, según el Centro de Investigaciones Pew, el 68 por ciento de los norteamericanos abandonaron o se tomaron un descanso de las redes sociales.
Pero Richardson no es una espectadora ajena a los males de la tecnología: es uno de los 13 empleados originales que trabajaban en Instagram en 2012, cuando Facebook compró esa aplicación para compartir fotos por la friolera de 1000 millones de dólares. Ella y otros cuatro de aquel pequeño grupo ahora dicen que el sentido de intimidad, creatividad y descubrimiento que sellaron el éxito de Instagram ahora dejó su lugar a un mercado de compraventa manejado por las celebridades que está pensado para robarles tiempo y atención a los usuarios, en detrimento de su calidad de vida.
"En los primeros tiempos, uno sentía que la foto que posteaba era vista por la gente que te quería y a la que uno quería", dice Richardson, que renunció a Instagram en 2014 y más tarde fundó una start-up. "Para mí, esa sensación ahora desapareció por completo."
El catalizador para la decisión de Richardson de borrarse de Instagram se produjo cuando los cofundadores de la aplicación,Kevin Systrom y Mike Krieger, anunciaron inesperadamente que abandonaban la compañía. Con su salida, Richardson y otros exempleados de Instagram temieron que Facebook terminara de exprimirle la poca identidad independiente que la empresa había logrado retener.
Al día siguiente, Richardson le dijo adiós a Instagram. Incluso en Silicon Valley, donde es común escuchar que los empleados de una start-up se sienten frustrados cuando una empresa cambia de manos, la desilusión de los empleados tempranos de Instagram impresiona: rara vez la gente insulta o critica el producto que ayudo a construir, en especial cuando ha logrado un éxito tan notable. Este año, Instagram alcanzó los 1000 millones de usuarios.
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La gente que trabaja en las redes sociales desde hace mucho pudo ver la conectividad y la libertad de expresión que posibilitaron, como una poderosa fuerza benéfica y evidencia de su contribución a la sociedad. Para ellos, los cuestionamientos de la opinión pública sobre el rol que juegan las redes sociales en la democracia y en las vidas individuales, y la preocupación por la privacidad, son un tema que los atañe personalmente.
Tres de los primeros empleados de Instagram, incluida Richardson, se borraron de la aplicación, ya sea periódica o definitivamente, y la comparan con una droga que produce acostumbramiento y requiere cada vez una dosis mayor. Uno de ellos dice que a veces siente un poco de vergüenza de confesar que trabajó en la empresa. Otros dos de esos primeros empleados dice que cada vez usa menos la aplicación.
Cambios
Ese giro es parte de una crisis existencial para Facebook, que el año pasado sufrió la renuncia en cadena de varios de sus más altos ejecutivos, incluidos los líderes de sus principales adquisiciones: Instagram, Oculus y WhatsApp. También hay muchos que abandonan Facebook: en los últimos seis meses, perdió 4 millones de usuarios en Europa, y su crecimiento en Estados Unidos está planchado.
Los empleados de Instagram, incluida Richardson, dicen tener la esperanza de su preocupación no sea tomada como una forma de nostalgia, y de que sea vista como un llamado de atención para futuros emprendedores, para que entiendan esos peligros y construyan algo mejor.
"Había mucha presión para crear algo que ‘escalara’, por usar la palabra clave de Silicon Valley", dice Josh Riedel, el tercer empleado, después de Systrom y Krieger. "Pero cuando tenés 1000 millones de usuarios, hay algo que se te pierde en el camino."
Ian Spalter, jefe de diseño de Instagram, dijo en una entrevista que la experiencia de Instagram es subjetiva –la frustración de uno puede ser el placer de otro–, y que la aplicación no estaba diseñada para robarle tiempo a la gente. "Nuestro negocio no es que alguien salga de Instagram sintiéndose peor que cuando ingresó."
Brian Acton, uno de los fundadores de WahtsApp que abandonó la compañía cuando fue adquirida por Facebook, es un activo impulsor de que la gente se borre de Facebook, aunque sigue siendo un defensor y usuario de WhatsApp. Acton también está a punto de fundar una aplicación de mensajería rival. Otros exejecutivos de Facebook han manifestado remordimientos por los productos que ayudaron a crear. Systrom, de Instagram, sigue defendiendo el servicio, pero al referirse a su partida, recientemente expresó: "Nadie se va de un trabajo que le parece fantástico, ¿o no?"
En febrero de 2012, cuando Richardson, que tenía 26 años, se incorporó a Instagram, la exalumna de historia del arte se sintió atraída por la que entonces era una plataforma independiente en rápido crecimiento para fotógrafos, "hipsters" y personas del mundo del arte que querían compartir cosas interesantes o hermosas que descubrían sobre el mundo. En esa época, Instagram era "una cámara dirigida hacia el mundo", dice uno de los primeros ingenieros de la empresa, "versus una cámara que estaba dirigida a mí mismo, mis amigos y las personas que me rodean".
Richardson manejaba el blog de la start-up, así como la cuenta oficial @instagram desde las oficinas de la empresa en el barrio South Park de San Francisco. Antes de que existieran algoritmos de software que sugirieran seguir ciertas cuentas, Richardson seleccionaba a los Instagrammers más destacados a mano. Para los usuarios más fieles organizó reuniones presenciales llamadas "Insta-meets" en lugares tan remotos como Moscú y Corea del Norte.
"Nos sentíamos representantes de esa pasión", dice Richardson. La primera persona que seleccionó fue uno de los primeros Instagrammers de España. La visibilidad que Richardson le dio a @IsabelitaVirtual, una fotógrafa amateur cuyo nombre verdadero es Isabel Martínez, le permitió a la joven volverse uno de los usuarios más populares de Instagram de su país y hacer carrera en la fotografía de moda de lujo.
Ambas dicen que el tipo de conexión aleatoria que derivó en su amistad es difícil que suceda en los ciclos actuales de Instagram. Dicen que hay demasiadas personas para seguir, demasiada teatralidad y demasiados posteos dando vueltas. "Ya ni siquiera veo los posteos de Isabel", dice Richardson. Martínez dice que aunque no puede cerrar su cuenta en Instagram por razones profesionales, para ella la aplicación se volvió en los últimos años más una fuente de ansiedad que de placer.
Pocos meses antes de que Richardson empezara a trabajar en Instagram, Systrom le anunció a su docena de empleados que la empresa había sido adquirida por Facebook. Todos estaban sorprendidos. Se subieron a un ómnibus y recorrieron casi 50 kilómetros al sur, hasta la sede de Facebook en Menlo Park, donde los empleados de Facebook estallaron en un aplauso cuando ingresaron al edificio. El CEO Mark Zuckerberg los llevó a su oficina, donde los recibió con un vivo entusiasmo y les aseguró que mantendrían su identidad distintiva.
Richardson dice que estaba entusiasmada y a la vez preocupada. Los detalles de la adquisición todavía eran oscuros. Al final, solo Systrom y Krieger se llevaron cientos de millones de dólares. Facebook les ofreció a otros empleados más antiguos unos modestos bonos por contratación y acciones limitadas por quedarse en la empresa. Y para colmo, Facebook ya tenía la reputación de abusar de sus usuarios con sus escándalos sobre privacidad de los datos, incluidas las acusaciones de que el año anterior había arreglado con la Comisión Federal de Comercio para compartir información privada de los usuarios con desarrolladores de aplicaciones y el público en general.
Unos meses más tarde, el equipo se instaló oficialmente en Menlo Park, donde a Instagram le asignaron un área separada del campus para trabajar. Sus empleados eran vistos como los chicos "cool" del campus. Habían logrado diseñar un producto disponible solo para smartphones que se viralizó, algo que Facebook todavía luchaba por conseguir antes de cotizar en bolsa.
Pero Facebook quería mejorar algunas cosas de Instagram. Entonces apareció el equipo de crecimiento de Facebook –una influyente unidad cuyo objetivo era detectar e implementar medidas para adquirir usuarios y mantenerlos activos–, que criticó cada una de las características de la aplicación.
Analizaron cada detalle. El equipo ayudó a arreglar el engorroso proceso de inscripción a Instagram, que hacía huir a potenciales usuarios. Tomó prestadas técnicas que habían funcionado con Facebook, como enviar un email de alerta a sus usuarios con las actividades de los amigos cuando no se conectaban a la aplicación durante varios días. Y agregaron el etiquetado de las fotos, que frustró a los empleados de Instagram, para quienes esas funcionalidades estaban demasiado asociadas con Facebook y fracasarían con los usuarios de base de Instagram.
El etiquetado de las fotos generó "trastornos emocionales", dice el ingeniero de los inicios de Instagram. "Incorporó una dinámica totalmente nueva."
El equipo de seis empleados de Richardson, que se dedicaba a dirigir a los usuarios más poderosos de Instagram, también tuvo que cambiar de tarea. Richardson y dos exempleados dicen que para que el producto llegara a un público mayor, Facebook les dijo que las herramientas de software tendrían que reemplazar los procesos manuales.
Richardson dice que se quedó helada, "no por la audacia de esa acción ni por lo mal que me hizo sentir respecto al trabajo que yo había hecho, sino porque mostraba a las claras la poca comprensión de lo que intentábamos hacer".
Renuncia
Richardson empezó a planificar su salida y renunció en 2014, junto con la mayoría de los empleados que fueron entrevistados para este artículo. En ese entonces, la aplicación tenía más de 200 millones de usuarios. Cuando Facebook la adquirió, tenía aproximadamente 30 millones. Según Facebook, tres de los 13 empleados de los comienzos todavía siguen en Instagram o Facebook.
Instagram pasó su hilo de noticias a algoritmos en 2016 —antes los posts estaban ordenados en orden cronológico—, y el software ahora se encarga de hacer los descubrimientos en lugar de los usuarios, que reciben contenidos a medida. La función Historias, agregada ese mismo año, le aportó un elemento parpadeante al diseño de Instagram con la carga automática de las nuevas historias en un carrusel. El resultado de estos cambios y otros anteriores fue un aumento del número de cuentas, produjo redes sociales más amplias con vínculos menos estrechos y prolongó el tiempo de utilización de la aplicación.
Spalter, jefe de diseño de Instagram, señala que el rápido crecimiento de Instagram obligó a la compañía a desarrollar herramientas que ayuden a la gente a encontrar los posts y los usuarios. "Tenemos 1000 millones de personas", dice Spalter. "Eso implica que alojamos contenidos de los más extraños nichos de interés, y hemos facilitado mucho encontrar esas cosas. Eso es lo que tiene de hermoso que nuestra comunidad sea tan grande."
Según Spalter, que se sumó a la empresa en 2015, Instagram sabe que su software estaba ofreciendo demasiado contenido de celebridades y de gente con muchos seguidores, en detrimento de la gente que usa la aplicación para fines personales, y señala que ya han reajustado el software para equilibrar ese desbalance.
También agrega que en agosto, Instagram lanzó herramientas para ayudar a la gente a manejar la cantidad de tiempo que pasan en la aplicación.
Tras borrarse de Instagram, Richardson viajó por el mundo para encontrarse con usuarios de Instagram con los que hasta entonces estaba conectada sólo a través de la aplicación. Finalmente, se instaló en Nueva York, donde fundó una start-up llamada People & Company, con la que ayuda a organizaciones sin fines de lucro y empresas como Nike a encontrar maneras de conectarse con su público a través de las redes.
Richardson tiene muchísimos recuerdos de su paso por la empresa. Recuerda su primer encuentro con Martinez, y todo lo que cambió desde entonces. Llamó por teléfono a una de sus compañeras de sus días en Instagram, y ambas concluyeron que la aplicación ya no tenía valor alguno en sus vidas. Juntas, decidieron cerrar sus cuentas. Richardson tipeó su último mensaje sentada en el asiento de su auto.
Traducción de Jaime Arrambide
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