Bolsonaro vuelve a los orígenes y se radicaliza para afrontar el año electoral en Brasil
Lejos de la moderación, intenta aferrarse a sus electores más conservadores para captar votos
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BRASILIA.– La postura de Jair Bolsonaro en relación con la pandemia ha vuelto a frustrar a algunos de sus aliados políticos más nuevos. Contra quienes pensaban que el presidente brasileño se esforzaría con una moderación y minimizaría las referencias al Covid-19, Bolsonaro está reeditando una vieja estrategia: reforzar un discurso antivacunas y radicalizado.
Con el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva liderando las encuestas y frente a un recrudecimiento de la pandemia en el país, el mandatario está intentando aferrarse a sus electores más conservadores e ideologizados como una apuesta para mantenerse a flote hasta la elección de octubre.
El presidente repitió, a principios de este mes, ataques a miembros del Supremo Tribunal Federal (STF), un blanco que había dejado de lado desde el 7 de septiembre, cuando impulsó protestas antidemocráticas en las principales capitales del país. En concreto, Bolsonaro acusó a Alexandre de Moraes y a Luis Barroso –presidente del Tribunal Superior Electoral– de ser defensores de “Lula presidente”.
Anteayer Bolsonaro decidió estirar la cuerda al ausentarse a una citación ordenada por Moraes para que prestara testimonio ante la Policía Federal, en una causa por filtraciones en un expediente del TSE abierto por un ataque hacker a las urnas electrónicas en 2018.
“Enfrentamos interferencias en el Ejecutivo, de las más variadas posibles”, dijo el presidente anteayer, unas horas antes de que se confirmara su ausencia para declarar.
El choque contra miembros del STF estuvo acompañado de un refuerzo en la campaña para entorpecer la vacunación infantil contra el Covid-19 con ayuda del Ministerio de Salud. La cartera difundió en su sitio web esta semana una nota técnica que planteaba argumentos jurídicos para argumentar que la vacunación infantil no es obligatoria, una publicación interpretada como apenas un intento de desestimular a los padres brasileños a que lleven a sus hijos a inocularse.
El presidente sigue elevando el tono contra la vacunación en niños al afirmar erróneamente que “no está habiendo muertes” en la franja de 5 a 11 años. Además, llegó a deslizar –sin ofrecer ninguna prueba– que la liberación de la vacunación en esa franja etaria podía tratarse de apenas una respuesta de la agencia sanitaria a un lobby de los laboratorios.
Una nueva encuesta de la consultora Ipespe publicada el jueves volvió a mostrar a Lula liderando cómodamente la carrera hacia la primera vuelta del 2 de octubre con 44% de intención de votos, seguido por Bolsonaro con 24%. Más atrás, con cerca de 8%, aparecieron el ex juez del Lava Jato Sergio Moro y el exministro de Hacienda Ciro Gomes.
De acuerdo con el politólogo Paulo Baía, profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Bolsonaro está en modo “supervivencia”.
“El presidente se mantiene estable en las encuestas, no crece ni tampoco pierde apoyo, y para eso necesita seguir hablándole a su público y fidelizándolo. En este momento, su estrategia es clara: aferrarse a su base para llegar a la segunda vuelta en octubre”, dijo Baía.
El constante fogoneo de Bolsonaro al movimiento antivacunas genera algunas tensiones internas y fastidio entre parlamentares del denominado bloque del centrão que componen la base oficialista en el Legislativo. Más allá del revés que vienen dándole las encuestas al presidente brasileño, el rechazo a la vacunación en los niños contra el Covid-19, una obsesión de Bolsonaro, encuentra poco eco en los brasileños.
Casi el 80% de la población apoya la vacunación infantil, de acuerdo con una encuesta de Datafolha publicada a principios de mes. Frente a ese escenario, algunos legisladores temen que el discurso antivacuna pueda generar algún costo electoral adicional justo el año en que muchos buscarán renovar sus mandatos en el Congreso.
Consejo
“Me parece muy bien que todos los padres que quieran vacunar a sus hijos lo hagan. El Estado debe garantizar las vacunas para que todos los que quieran se inmunicen libremente”, dijo a la nacion el diputado federal por Río de Janeiro Sóstenes Cavalcante, integrante de la bancada evangélica por el partido Demócratas (DEM) y hombre de diálogo frecuente con el presidente.
Líderes del centrão cercanos a Bolsonaro le aconsejaron dejar de lado el tono negacionista y enfocarse en hablar sobre economía y, en especial, en las erogaciones como el programa Auxilio Brasil que el gobierno entregará este año.
“Me gustaría que el presidente libere las vacunas para quienes lo deseen y punto. Él puede tomar la decisión que quiera con su hija, pero no necesita estar insistiendo para que otros no vacunen a sus hijos”, agregó Cavalcante.
Bolsonaro, quien todavía no se vacunó contra el virus, reafirmó en varias ocasiones que no piensa inmunizar a su hija menor, Laura, de 11 años.
El acuerdo político con el bloque del centrão le ha valido críticas al presidente entre su base ideológica, que lo acusó de haber entregado políticamente el gobierno a la “vieja política” denostada por él en la campaña de 2018.
La semana pasada, el exministro de Educación Abraham Weintraub y el excanciller Ernesto Araújo, dos de los máximos exponentes que tenía el gobierno de esa ala, criticaron al presidente por haberse alejado de las “consignas ideológicas” que lo ayudaron a ganar la elección. Casi a modo de respuesta, Bolsonaro aprovechó la muerte de Olavo de Carvalho, considerado un gurú para el bolsonarismo, para entregar un gesto a ese grupo y decretó un día de luto oficial por la muerte del escritor.
Baía concluyó: “Al presidente brasileño no le interesa en este momento enfocarse en criticar a Lula. Tiene que hacer un discurso para mostrar que, pese al acuerdo político con el centrão, todavía es el mismo Bolsonaro de antes”.
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