Bolsonaro modera su imagen para garantizar la gobernabilidad
Más abierto al diálogo, apaciguó las críticas a la prensa y se mostró conciliador; asumirá el 1° de enero
RÍO DE JANEIRO.- La metamorfosis del Jair Bolsonaro está en marcha. Atrás parece quedar el irritante candidato ultraderechista que ha dado lugar a un presidente electo cada vez más moderado a medida que se acerca la fecha de su asunción al poder en Brasil, el 1° de enero próximo, y tendrá que hacer frente al gran desafío: la gobernabilidad.
El cambio se hizo muy evidente el lunes pasado, cuando Bolsonaro recibió en el Tribunal Superior Electoral (TSE) el diploma que lo confirma como próximo mandatario de la principal potencia latinoamericana. Quienes esperaban una larga arenga de confrontación, cargada de declaraciones incendiarias, se vieron muy frustrados. Su discurso fue breve, muy medido y conciliador.
"A quienes no me apoyaron, pido su confianza para construir juntos un futuro mejor para nuestro país", resaltó el representante del Partido Social Liberal (PSL), que durante la campaña electoral había prometido "exterminar" a los militantes opositores del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), y con sus comentarios había ofendido a mujeres, gays, negros, activistas ecológicos y de derechos humanos.
"A partir del 1° de enero seré el presidente de los 210 millones de brasileños. Gobernaré en beneficio de todos, sin distinción de origen social, raza, sexo, color, edad o religión. Con humildad, coraje y perseverancia, y teniendo fe en Dios para iluminar mis decisiones, me dedicaré día y noche al objetivo que nos une: la construcción de un Brasil próspero, justo, seguro y que ocupe el lugar que le cabe entre las grandes naciones del mundo", agregó el excapitán del ejército y diputado.
Bolsonaro ya no volvió a hacer mención a sus insinuaciones de que había un fraude para evitar su victoria, ni volvió a poner en duda el funcionamiento del proceso electoral.
Marcha atrás
Luego de despertar temores sobre un eventual gobierno dictatorial, su primer evento en Brasilia fue una ceremonia en el Congreso para conmemorar los 30 años de la Constitución brasileña, y resaltó que ella es el único "norte de la democracia".
El presidente electo se mostró abierto al diálogo, apaciguó sus críticas a la prensa e, incluso, ante los cuestionamientos dio marcha atrás en su propuesta de fusionar el Ministerio de Medio Ambiente al de Agricultura.
Nombró, sí, a siete militares en su futuro gobierno -una decisión que genera inquietud-, pero también incluyó a ocho especialistas en otras carteras, con la intención de tener un "gabinete de expertos", en especial en las áreas económica y de justicia y seguridad pública, encabezadas por dos "superministros": el neoliberal Paulo Guedes y el exjuez federal Sergio Moro, célebre por haber llevado los principales casos de la operación anticorrupción Lava Jato y responsable por haber condenado en primera instancia al popular expresidente petista Luiz Inacio Lula da Silva a prisión .
El resto de los 22 ministerios será ocupado por designados políticos.
"Bolsonaro empezó a sentir el calor del cargo, y es natural que asuma una postura menos radical. Está intentando construir los fundamentos de su gobernabilidad, pero la percepción es que no será una tarea fácil, que subestimó los retos que tiene por delante", advirtió a LA NACION Paulo Calmon, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Brasilia.
Es que desde la victoria de Bolsonaro, el 28 de octubre pasado, surgieron también varios problemas. Hubo fuertes divisiones internas en el PSL (sobre todo protagonizadas por tensiones con uno de los hijos del presidente electo, Eduardo Bolsonaro, reelecto diputado y con ambición de liderar la Cámara baja); revelaciones sobre transferencias sospechosas de un asistente parlamentario de otro de sus hijos (el concejal de Río de Janeiro Flavio Bolsonaro); el distanciamiento con el popular pastor y senador Magno Malta que durante la campaña le garantizó el apoyo de un sector significativo de los votantes evangélicos, además de discrepancias con Guedes sobre la urgencia de la reforma previsional propuesta.
"Durante la campaña, Bolsonaro generó grandes expectativas, especialmente en temas de seguridad pública, lucha contra la corrupción y la generación de empleos para recuperar el crecimiento económico. Pero por lo que hemos visto desde su triunfo, hay mucha improvisación y un alto potencial de conflicto interno dentro de su equipo de trabajo. Por eso es que, al menos de cara a la sociedad, tiene que mostrarse más sereno y estadista, si no su desgaste será muy rápido. Pero su discurso siempre ha variado mucho dependiendo el público que tenga delante. El gran test será cuando ya tome las riendas del poder", apuntó el politólogo Marco Antonio Teixeira, de la Fundación Getulio Vargas.
Por ahora, la gran mayoría de los brasileños es muy optimista en relación a su próximo presidente. Según una encuesta de Ibope divulgada esta semana, el 75% de los entrevistados cree que Bolsonaro avanza en la "dirección correcta", y el 64% confía en que su gobierno será "bueno o excelente".
Y en su entorno festejaron la percepción que tiene la gente cuando faltan apenas 15 días para el traspaso del poder.
"En este momento, no estamos frente a un cambio de personaje, sino en otra fase: el líder pasó a asumir una postura de estadista", comentó a la prensa su asesor político Antonio Flavio Testa, miembro del equipo de transición.
El rechazo a una cumbre
El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, justificó ayer su decisión de retirar la candidatura de su país para organizar la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP25) de 2019, que será organizada por Chile. "Costaría más de 500 millones de reales [unos 150 millones de dólares] a Brasil", señaló.
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