Bolsonaro enfrentó su primera protesta masiva por el recorte educativo
Profesores, estudiantes y sindicatos marcharon en 170 ciudades en rechazo a la reducción del 30% de los fondos
RÍO DE JANEIRO.- Cientos de miles de personas tomaron las calles de Brasil ayer para protestar contra los recortes presupuestarios a la educación implementados por la gestión de Jair Bolsonaro, en la primera manifestación masiva contra el nuevo gobierno que unificó fuerzas opositoras y alentó la idea de un movimiento de resistencia al polémico mandatario ultraderechista.
Profesores y estudiantes de la red pública habían convocado a una huelga y movilización por el anuncio, dos semanas atrás, de una reducción del 30% en los gastos discrecionales de las universidades federales, que afectan becas de investigación, cuentas de luz, agua, servicios de limpieza y seguridad. A ellos se unieron luego sindicatos, movimientos sociales y partidos de izquierda, así como la mayoría de los establecimientos privados.
Tras un comienzo tímido, a medida que pasaron las horas, las marchas crecieron por todo el país, con las mayores multitudes en Brasilia, San Pablo, Río de Janeiro, Belo Horizonte, Recife, Salvador, Fortaleza, Curitiba y Florianópolis. En total, hubo protestas en 170 ciudades, con un claro mensaje crítico al gobierno.
"La educación no es gasto, es inversión" y "menos pistolas, más libros", se leía en carteles de manifestantes en Brasilia en alusión a la política de flexibilización de la posesión de armas impulsada por el presidente. En varios lugares, hasta se escuchaban ya gritos de "¡fuera, Bolsonaro!".
De viaje por Dallas, donde fue a recibir un homenaje de la Cámara de Comercio Brasil-Estados Unidos, Bolsonaro intentó minimizar la movilización, pero sus declaraciones no hicieron más que calentar aún más el ambiente.
"La mayoría de los manifestantes son militantes, no tienen nada en la cabeza. Si les preguntan la fórmula del agua, no la saben. Son unos idiotas útiles que están siendo usados como masa de maniobra por una minoría habilidosa que compone el núcleo de las universidades federales de Brasil", dijo, y agregó que los recortes eran congelamientos de gastos necesarios porque encontró un país "destruido económicamente".
En realidad, la merma presupuestaria comenzó como una provocación del nuevo ministro de Educación, Abraham Weintraub, quien asumió el cargo el mes pasado, luego de que su antecesor fue despedido por diversos problemas administrativos. Tras actos en contra del gobierno en tres universidades federales, Weintraub anunció que recortaría sus presupuestos como castigo por generar "alboroto". La medida -a tono con el rechazo del gobierno al supuesto "marxismo cultural"- despertó gran malestar, pero, lejos de recular, el ministro extendió el recorte a todos los centros de estudios federales. Por esos días el propio Bolsonaro apoyó la acción e incluso propuso acabar con los cursos de filosofía y sociología.
Anteayer, en un revés para el gobierno, la Cámara de Diputados citó al ministro Weintraub para dar explicaciones.
"Este gobierno, que tiene cuatro meses, no es responsable por la situación. El presupuesto fue hecho por el gobierno de Dilma Rousseff y de Michel Temer", echó la culpa a los anteriores mandatarios. "No somos responsables por el desastre de la educación brasileña", resaltó, y aclaró que si la economía mejora, con la aprobación de la ambiciosa propuesta de reforma previsional impulsada por el gobierno, se liberarán los recursos.
Mientras tanto, las perspectivas de una mejora económica pronto empiezan a evaporarse.
En su informe previo sobre el PBI del primer trimestre, el Banco Central estimó que la economía se encogió un 0,68% en comparación con el último trimestre de 2018, cuando la expansión fue de apenas un 0,1%, cifra que sería revisada a la baja. De confirmarse estos datos negativos a fin de mes, Brasil estaría ya en recesión técnica, la primera desde 2016, tras los dos años de la peor crisis económica en la historia del país.
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