Bolivia: el gobierno de Áñez redefine los 13 años de política exterior de Evo
LA PAZ.- La presidenta boliviana Jeanine Áñez , que dijo que su "gobierno de transición" tiene como único objetivo "pacificar" al país y llamar a elecciones, dio un giro copernicano en 13 años de política exterior de Evo Morales. Mientras por un lado fue crítica con Alberto Fernández -que le ofreció asilo al exmandatario-, al decir que tiene "mala información" cuando habla del golpe en Bolivia, rompió relaciones con Venezuela, retiró al país de la Unasur y del ALBA y anticipó que buscará fortalecer los vínculos con Estados Unidos y Chile.
Áñez aprovechó su primer encuentro con la prensa extranjera para definir cómo serán las relaciones con la región de su fugaz gobierno que, supuestamente, solo durará 60 días.
"Lo que yo creo es que Alberto Fernández no tiene la información correcta cuando habla de golpe de Estado, porque aquí el golpe lo tuvimos los bolivianos el 20 de octubre cuando hubo unas elecciones descaradamente fraudulentas", afirmó Áñez ante la consulta formulada por LA NACION sobre las declaraciones del presidente electo.
Fernández había dicho que tras la asunción de Áñez en Bolivia "se interrumpió la democracia" y que va a ser un "honor" recibir a Evo en la Argentina desde el 11 de diciembre. Desde México Evo contestó ayer que está analizando el ofrecimiento.
Los anuncios sobre los cambios en política exterior corrieron por cuenta de la flamante canciller Karen Longaric, que dialogó con la prensa luego de la conferencia de Áñez.
Longaric, que anteayer había afirmado que buscaría fortalecer los vínculos con Estados Unidos y Chile, anunció que Bolivia deja la UNASUR porque en los hechos "el bloque ya no opera, ya no existe y no sirve''.
Agregó también que "el gobierno de Bolivia se ha desvinculado del tratado del ALBA',' en referencia a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América que impulso el fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez.
Además anticipó que la embajadora venezolana en Bolivia, Cris González, será declarada persona no grata. "Se dará un plazo para que salgan del país'', dijo al sindicar al personal diplomático de Venezuela, "por haberse involucrado en asuntos internos'' de Bolivia. La medida significa la ruptura con el gobierno de Nicolás Maduro, un estrecho aliado de Evo Morales.
Áñez se presentó ayer por la mañana en el salón de recepción del antiguo palacio que Evo ya había dejado utilizar, acompañada por varios ministros y durante más de una hora se prestó al diálogo. Esta abogada de 52 años que hasta hace cuatro días era vicepresidenta del Senado por una bancada minoritaria, se mostró firme en sus respuestas, clara e imperturbable. Y hasta dio detalles sobre sus creencias personales cuando explicó por qué el día de la asunción entró a la Casa de Gobierno llevando en alto una biblia.
En cuanto a las declaraciones de Fernández, lo exhortó a "recibir la información correcta". Recordó que las movilizaciones en las calles que estallaron luego de las elecciones del 20 de octubre no las iniciaron los políticos. "Fernández tiene que saber que los políticos no lanzamos las movilizaciones. Lo del fraude fue una amenaza al ciudadano y fue la sociedad civil que reclamó el respeto al voto".
La cuestión de la Argentina surgió en varias oportunidades a lo largo de la conferencia de Áñez, incluso en boca de su ministro de Economía, José Luis Parada, quien afirmó que en la región "las demandas sociales están rebasando las capacidades de los estados de solucionarlas". Y, entre otras situaciones, mencionó la de la Argentina. "De aquí a un año, si aplica un capitalismo de Estado, Fernández va a estar buscando una transición económica. Va a tener que tomar medidas para liberar la economía", advirtió.
Un espacio importante de la conferencia de Áñez ocupó la situación de Evo, si puede o no regresar a Bolivia, y que sucedería ante su eventual retorno.
La presidenta recordó que el expresidente "tiene cuentas pendientes con la Justicia por muchísimos actos de corrupción que aún están en la impunidad".
Y agregó que se fue del país "porque no tenía argumentos para explicar cómo hicieron el fraude. Y en el fraude tuvo que haber un autor intelectual y uno material. Son situaciones que todavía están pendientes en la Justicia".
Por estos días en Bolivia, una de las acusaciones más frecuentes contra Áñez es la cuestión del "racismo". Las marchas que llegan diariamente desde El Alto, una ciudad de mayoría indígena, gritan "¡Áñez, racista, el pueblo no te quiere".
El sector indígena le objeta dos asuntos. Su poco afecto por la bandera wiphala que identifica a Bolivia como estado plurinacional con 36 pueblos originarios, y su gesto de entrar a la casa de gobierno con la Biblia en alto.
Áñez aclaró: "La wiphala es un símbolo del Occidente y es respetable. Pero nosotros venimos de tierras bajas y tenemos nuestra representación que es la histórica bandera con la flor de Patuju. Si buscamos la unidad, así como yo respeto la wiphala pido que se muestre respeto por nuestra bandera del Oriente".
Por último, Áñez, que profesa la religión católica al igual que el 76% de los bolivianos, defendió su derecho a expresar públicamente sus creencias."Soy una mujer de fe, soy una mujer de Dios. Y para mi es muy importante la Palabra y me aferro mucho a ella. Respeto a todas las religiones. Pero si yo estoy en Palacio en este momento, la Biblia va a estar porque me siento mucho más fortalecida cuando apelo a una oración para poder actuar bien", dijo.
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