Muchas embarazadas huyen de la guerra y del sistema de salud de su país; la entrada sin visa, la medicina de alta calidad y la variedad de hospitales son algunas de las razones por las que aterrizan en Ezeiza antes de dar a luz; la red de ayuda y los inconvenientes más serios
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El fenómeno de las embarazadas rusas que vienen a la Argentina escala con el correr de los meses, y en las últimas horas volvió al centro de la escena por los casos de mujeres que no tenían la documentación en regla y están demoradas en el aeropuerto de Ezeiza.
¿Qué hay detrás de la decisión de cientos de parejas rusas de elegir un país tan distante -cultural y geográficamente- como la Argentina, y cómo operan las redes de ayuda y consejos para esos traslados?
“Vivo muy cerca de la frontera con Ucrania. Todo el verano he oído bombas y aviones; daba miedo. Así que decidí abandonar el país y buscar una alternativa para conseguir otra nacionalidad para mi hijo y para mí”. Como Marina Gomova, una rusa de 22 años que llegó a la Argentina hace cuatro meses, cientos de mujeres comenzaron a buscar otros destinos para parir a sus hijos por múltiples causas. Esto generó un boom del llamado birth tourism (turismo de maternidad), es decir, viajar a otro país con el fin de dar a luz, obtener la nacionalidad del niño, y así también la residencia permanente y el nuevo pasaporte local para los padres.
El embarazo de Gomova fue controlado en el Hospital Rivadavia, en el barrio porteño de Recoleta, y fue una gran experiencia, según contó a LA NACION. “Los médicos y enfermeras fueron muy atentos y amables, hicieron de ese día uno de los mejores de mi vida”, señaló. Además, comentó que le resultaba importante poder dar a luz por cesárea, ya que en Rusia no hay posibilidad de elegir. “Se da a luz de forma natural y solo se hace cesárea si hay peligro para tu vida o la del bebé. Y la medicina en mi país no es la mejor, digámoslo así”, añadió.
A través de un grupo de Telegram, alrededor de 2000 rusas (e incluso ucranianas), comparten sus dudas, inquietudes y experiencias acerca de los procesos de parto en la Argentina. Mensajes que van desde datos de hospitales -públicos y privados- hasta sugerencias de traductores, baby-sitters y lugares para comprar cochecitos.
Una de las mujeres que llegó al país con el objetivo de dar a luz fuera de Rusia comentó en el grupo: “Hola, necesito un intérprete para una visita al médico el 6/1, muchos están de vacaciones. Escríbame un mensaje privado quien pueda proporcionar el servicio o quien tenga el contacto de un intérprete gratuito. Se lo agradecería”.
Marina Ozero es una joven rusa que hace meses planifica su viaje a la Argentina. “Ahora estoy preparando los documentos y estoy buscando un buen hospital para atenderme en Buenos Aires. Vamos a visitar la Argentina en febrero y recién ahí voy a buscar un traductor”, dijo a LA NACION. Además, señaló que le gustaría aprender español, e insistió en la importancia de que su hijo pueda familiarizarse con el idioma. “Estamos tratando de darle a nuestros hijos un futuro. Sé que en la Argentina no hay ira hacia los rusos. Espero que así sea”, manifestó.
Los que ya atravesaron la experiencia, la repetirían. Así lo expresaron Sergey Kuzminok y Tatiana Molchanova en una entrevista a LA NACION. “No nos arrepentimos ni un segundo”, aseguraron con la felicidad de tener al bebé ya en su departamento en Recoleta. “Nuestro hijo ni siquiera sabe lo que hizo por nosotros”, agregaron.
Una mujer que ya tiene residencia en el país responde en el grupo de Telegram a cuestiones administrativas sobre los documentos de nacionalidad de los bebés: “Tras el nacimiento, el DNI del niño estará listo casi de inmediato y los padres adquieren la residencia permanente”, avisa. Según la Ley 346, es necesario tener dos años de residencia ininterrumpida y documentada en el país para poder obtener la ciudadanía definitiva.
Hay quienes terminan por forjar una vida en la Argentina, pero otros aprovechan la obtención del pasaporte argentino, que habilita a viajar a 171 países sin visa, entre ellos destinos que hoy están vedados a los ciudadanos rusos, como los europeos, a raíz de las sanciones de Occidente contra el gobierno de Vladimir Putin por la guerra en Ucrania.
Un país codiciado
De este lado del mundo, hay quienes se postulan para ayudarlas: es el caso de Maxim Lemos, que administra un blog llamado “Matrimonio con ciudadano argentino y nacionalidad en un año”, donde explica, paso a paso, cómo obtener la nacionalidad, cuáles son los beneficios y, a la vez, ofrece su servicio para resolver el trámite en poco tiempo.
Maxim es guía de turismo exclusivamente para rusos en Buenos Aires y desde el inicio de la guerra decidió ayudar a familias rusas a conseguir la ciudadanía argentina.
“En Rusia hay una dictadura total: controlan todo, la gente vive con miedo, inclusive de comunicarse entre ellos, y temen que el país cierre por completo. La gente que entiende esto quiere escapar. Primero salen a un país vecino, luego deciden a dónde reinventar su vida. La Argentina, dentro de América Latina, es el país más codiciado por los rusos”, contó.
Para Maxim, es razonable que las mujeres rusas vengan a dar a luz a la Argentina, ya que es una alternativa aliviadora para su futuro: “Los motivos principales son el de tener hijos en la Argentina o el de apostar al negocio inmobiliario. Conozco muchísimas mujeres rusas que han venido a dar a luz aquí y en ese parto abrieron otra alternativa de vida”, describió.
La agencia RuArgentina también ofrece sus servicios para estas circunstancias mediante su página web. Su texto introductorio es “Parto en Argentina. ¡El segundo pasaporte para padres más rápido del mundo!”. Según el portal, los beneficios más importantes son la entrada sin visa, medicina de alta calidad y muchos hospitales para elegir en la ciudad de Buenos Aires (entre ellos, el Hospital Alemán, el Sanatorio Otamendi, el Sanatorio Finochietto y la Clínica y Maternidad Suizo-Argentina).
Su fundador, Kirill Makoveev, dijo a LA NACION que el blog nació una vez que se mudó a la Argentina, en 2015. Comenzó a recibir consultas sobre su viaje y descubrió un alto interés por el turismo de salud. “En Rusia, el estado de la medicina es el del siglo XIX, te ofrecen medicamentos que no existen, que no están aprobados en ninguna otra parte del mundo. Y la maternidad argentina es excelente. Es una de las razones por las que las mujeres embarazadas que tienen plata empezaron a elegir a la Argentina”, afirmó.
Según las estadísticas de visitas a su página web, antes de la invasión a Ucrania tenía hasta 100.000 por año, y el año pasado llegó a las 400.000. “En la primera semana de la guerra conseguí de 10 a 50 más por día”, agregó.
“Los trámites los hago yo”
Hanna Shaforostova, de 28 años, llegó al país con el mismo objetivo que muchas otras mujeres. A partir de su experiencia creó un proyecto con la idea de ayudar a otras madres rusas que buscan que sus hijos nazcan en la Argentina y acompañarlas en todo el proceso.
Hanna empatiza con el resto, y ella misma tuvo dos hijos en la Argentina. “Pasé y conozco bien todos los trámites del embarazo y la documentación. Quiero que las mujeres puedan disfrutar y toda la parte de los trámites la hago yo”, apuntó.
Junto a otras personas que colaboran con ella, acompaña en el día a día a mujeres durante todas las instancias: las busca en el aeropuerto cuando llegan, las ayuda a buscar un departamento e inclusive está presente en la sala de parto.
Habitualmente, realiza un recorrido por hospitales para el conocimiento de las madres. En simultáneo, eligen al obstetra que atenderá a la embarazada. “Después hacemos todos los análisis pertinentes, nace el bebé y finalizamos el acompañamiento con toda la documentación recibida”, indicó.
Una oleada en los hospitales
Según estimaciones de Georgy Polin, jefe del departamento consular de la embajada de Rusia en Buenos Aires, entre 2000 y 2500 personas llegaron en 2022 a la Argentina desde Rusia, una proyección que podría elevarse a 10.000 este año, publicó el diario británico The Guardian. LA NACION intentó contactarse con la embajada de Rusia para ahondar en los datos, pero no obtuvo respuesta dado que se encuentran con feriados por la Navidad ortodoxa.
“Nunca se vio un fenómeno así. Empezó hace dos meses y van a venir muchas más. Hay que prepararse para 2023″, dijo a LA NACION una directiva de una importante clínica de la ciudad de Buenos Aires, que prefirió mantener el anonimato, sobre esta tendencia.
De acuerdo a los datos registrados en esa clínica porteña, fueron 50 casos en los últimos dos meses, pero los llamados diarios para consultas son muchísimos más. Esto representa una red de negocios que genera buenos ingresos. Sin embargo, también presenta ciertas complicaciones.
“En algunos casos, los maridos de estas mujeres son muy agresivos, tanto con el personal como con sus esposas; hay una barrera lingüística muy grande, no todos saben hablar inglés -tanto rusos como el personal médico-. Además, hay una cultura neonatal antivacunas. Por ejemplo, se niegan a aplicar al bebé la triple viral y la de hepatitis [vacunas obligatorias, según la Ley 22.909], por lo que resulta un problema legal que debe resolverse con una orden puntual”, añadió la directiva.
En un hospital privado, el costo promedio de un parto natural es de 400.000 pesos, con tres días de internación incluidos. Si se necesitara el procedimiento de cesárea, el costo se elevaría a 514.000 pesos, con cuatro días de hospedaje hospitalario incluidos.
“Las familias no suelen pagar en dólares, pagan en pesos. Le piden a los hospitales que congelen el presupuesto en la semana 30 de embarazo; son muy avivados”, agregó la fuente.
Según distintas versiones que surgen de los grupos, hay rusos que están en la Argentina que ya aprovechan la situación de las embarazadas y organizan una especie de “tours de maternidad”, por los que cobran desde 3000 dólares y hasta más de 10.000 para ayudar a las futuras madres en su viaje y estadía en el país.
Jorge Ortí, jefe de Obstetricia del Hospital Fernández, señaló que algunas embarazadas rusas llegan con patologías muy importantes, como hipertensión gestacional, diabetes o con malformaciones.
El bebé puede tener problemas en el parto y eso también implica dificultades. La directiva de la clínica porteña contó a LA NACION que hubo dos bebés en terapia neonatal. En el primer caso, la madre también se enfermó y quedó internada. Ante esta situación, su pareja desapareció y no volvió más. El costo lo tuvo que afrontar el hospital. En cuanto al segundo bebé, el padre no lo quiso dejar en la terapia neonatal y lo derivó a un hospital público para evitar los costos.
En la Clínica y Maternidad Suizo-Argentina las visitas de mujeres rusas que suben al tercer piso aumentaron exponencialmente en los últimos meses. “Entran mínimo dos por día”, reveló un recepcionista que se encarga de atender a los pacientes en planta baja. Según él, estas mujeres “vienen con sus traductoras, que son siempre las mismas”.
Sorpresa
El jefe de Obstetricia del Finochietto, Guido Manrique, también se sorprendió con la repentina suba de casos, ya que, según los registros del sanatorio, el mes pasado hubo alrededor de 50 ingresos de mujeres rusas. “Nos comunicamos con traductores, a través del inglés e incluso con los traductores de los celulares, por lo que no hay problema de comunicación. Hay diferencias culturales, pero las pacientes aceptan los códigos del país y nosotros le otorgamos lo que necesiten”, manifestó. Además, contó que las mujeres que han tenido experiencias previas dicen haberse sentido mejor en la Argentina que en Estados Unidos y en Europa.
“Eligen Argentina por [los siguientes] temas: uno geopolítico - porque la Argentina garantiza viajar a otros países con el pasaporte-, otro económico y la calidad médica”, enumera el doctor Guillermo Capuya, directivo del mismo sanatorio a cargo de relaciones institucionales. “Cada vez llegan más. Se recomienda de boca a boca y nos preparamos para eso”, señaló.
En la avenida Las Heras al 2600 está el Hospital Rivadavia, uno de los elegidos del sistema público por las embarazadas rusas. Una administrativa del sector de obstetricia -cuyo nombre prefirió reservar- afirmó que por semana recibe dos o tres mujeres llegadas de Rusia. “Tengo mi propio machete con palabras y frases en ruso para entenderlas, y también recurro al Google Traductor con el celular. Cuando las rusas embarazadas vienen para la internación, lo hacen con una traductora, que es siempre la misma. Es algo que nunca habíamos visto”, dijo a LA NACION.
Al principio era como un goteo, llegaban esporádicamente, pero en los últimos tres meses se sintió como un aluvión, aseguró Ortí, en parte por el impacto para Rusia de la invasión a Ucrania, que empezó el 24 de febrero pasado.
La decisión de cambiar rotundamente sus vidas la toman en unos pocos días. Con un permiso de maternidad o alguna otra excusa que sirva como escape de Rusia, se suben a un avión y dejan atrás la crítica situación en su país. El verdadero desafío está una vez que llegan: el desarraigo, el cambio cultural y, sobre todo, parir del otro lado del mundo.
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