Biden presentó su reforma migratoria que busca darles la ciudadanía a 11 millones de indocumentados
WASHINGTON.- Impulsados por el presidente Joe Biden, los demócratas presentaron en el Congreso el proyecto ley de reforma migratoria más ambicioso y progresista desde el gobierno de Ronald Reagan, una iniciativa que aspira a otorgarle la ciudadanía a unos 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos en ocho años, entre ellos, miles de argentinos.
“Este es un primer paso importante en la aplicación de políticas de inmigración que unan a las familias, hagan crecer y mejoren nuestra economía y protejan nuestra seguridad”, dijo el presidente en un comunicado.
“Estas no son prioridades demócratas o republicanas, sino estadounidenses. He expuesto mi visión de lo que se necesitará para reformar nuestro sistema de inmigración y espero trabajar con los líderes del Congreso para lograrlo”, agregó.
Tal como ocurrió con el último proyecto de reforma migratoria, en 2013, durante el gobierno de Barack Obama, los demócratas aspiran a “sacar de las sombras” a millones de extranjeros, la mayoría de ellos, mexicanos, que viven desde hace años en el país, trabajan y pagan impuestos. Pero, a diferencia de ese proyecto, que fue diseñado por un grupo bipartidista de senadores, los demócratas lanzaron ahora su nueva ofensiva sin respaldo de los republicanos, y su iniciativa tiene un perfil mucho más favorable a los inmigrantes, y deja de lado las grandes inyecciones de recursos para fortificar la seguridad en la frontera.
El nuevo proyecto de reforma, al igual que el último, parece tener pocas posibilidades de atravesar el Congreso.
La iniciativa de los demócratas apunta a brindarle papeles a un amplio universo de inmigrantes indocumentados, incluidos los jóvenes conocidos como dreamers, que viajaron junto a sus padres de chicos y crecieron en el país, y los refugiados y asilados que obtuvieron un permiso temporal para residir en el país. De prosperar, el proyecto imprimiría un giro de 180º respecto de la política migratoria que aplicó el gobierno de Donald Trump, quien ordenó la construcción de un muro en la frontera con México, dio luz verde a todas las deportaciones, aplicó una política de “tolerancia cero” para los ingresos en la frontera, cerró el país a los refugiados y suspendió beneficios que Obama le había otorgado a los dreamers.
La política de Trump contó con un amplio respaldo entre los republicanos, y cosechó un fuerte rechazo por parte de los demócratas. La reforma de Biden y los demócratas ahora se dirige a lograr el efecto opuesto.
“Tenemos un imperativo económico y moral de aprobar una reforma migratoria grande, audaz e inclusiva que no deje a nadie atrás, ni a nuestros dreamers y o quienes tienen permisos temporales, ni a nuestros trabajadores agrícolas y empacadores de carne, ni a nuestros trabajadores esenciales, ni a nuestros padres, amigos y vecinos”, dijo el senador demócrata Bob Menendez en una conferencia de prensa virtual en la que presentó el proyecto.
La iniciativa es una de las principales piezas de la agenda legislativa del gobierno de Biden, pero la Casa Blanca dejó en claro que su principal prioridad es el paquete de rescate por casi dos billones de dólares para paliar el golpe de la pandemia del coronavirus. La reforma migratoria reciclará un choque añejo en el país: la pelea entre quienes quieren una política dura, y si pudieran deportarían a todas las personas que viven sin permiso de residencia, y quienes se recuestan en la promesa de “una nación de inmigrantes” y abrirían las fronteras a todos.
“Sabemos que el camino para avanzar requiere de negociaciones con los otros, pero no vamos a hacer concesiones de entrada”, anticipó Menendez.
La ley puede ser aprobada sin problemas en la Cámara de Representantes, bajo control del oficialismo. Pero, así como está escrita, tiene posibilidades nulas de prosperar en el Senado, donde demócratas y republicanos cuentan con 50 bancas. Debido a las reglas de la Cámara alta, para que una ley sea aprobada se requieren al menos 60 votos. Ante esa realidad, los demócratas evalúan si intentan avanzar con el proyecto tal como está y aguardan las modificaciones que proponga el Senado, o si, por el contrario, fracturan la ley en partes para intentar avanzar, por ejemplo, con los dreamers, el grupo de indocumentados que más simpatía despierta en el país, y luego seguir con el resto de la población sin papeles.
“Saludo al presidente por presentar el proyecto de ley”, dijo este jueves a la prensa la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, la demócrata más poderosa del Capitolio. Pelosi dejó abierta la posibilidad de fragmentar la reforma. “Hay otros que quieren hacerlo poco a poco y ese puede ser un buen enfoque. Eso debe decidirlo el Congreso”, indicó.
La Casa Blanca reconoce que el proyecto está lejos de cosechar los 60 votos que requiere en el Senado. Y la posibilidad de avanzar con partes encontró algo de eco entre los republicanos. El senador Lindsey Graham, uno de los legisladores que trabajó en el proyecto de reforma migratoria de 2013 que fue aprobado en el Senado y sepultado en la Cámara baja, por ese entonces bajo control de los republicanos, también se mostró partidario a avanzar por partes, comenzando por los dreamers.
“Cuantas más personas legalices, más cosas tendrás que dar, así que ya veremos. Se inicia una conversación”, dijo Graham a la cadena NBC News.
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