Biden intenta calmar los ánimos, pero los nuevos riesgos de la economía hacen recrudecer el pesimismo
A pesar de las reiteradas declaraciones del presidente en sentido contrario, los críticos datos de la economía norteamericana señalan que Estados Unidos ya estaría en recesión
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NUEVA YORK.- Tras su reunión virtual del lunes con ejecutivos de la industria tecnológica, al presidente norteamericano, Joe Biden, le preguntaron sobre los actuales problemas económicos que enfrenta: ¿Cuánto asidero tiene el temor de los estadounidenses a una posible recesión? “No vamos a entrar en recesión”, respondió el mandatario.
Hace varios días que los colaboradores de Biden insisten con esa postura en público, tras la difusión del jueves de un conjunto de datos críticos sobre el estado de la economía, que al menos informalmente y según la definición más común, señalan que Estados Unidos ya está en recesión.
Es tan solo el episodio más reciente de un problema que Biden enfrenta desde que asumió el poder: tratar de convencer a los norteamericanos, hasta ahora infructuosamente, de que la recuperación económica es más fuerte que la percepción de la gente.
Tras más de un año de intentar calmar la preocupación de los norteamericanos por la inflación galopante, ahora los funcionarios del gobierno se han embarcado en una incesante campaña pública para aplacar los temores a una recesión.
El equipo de Biden hace hincapié en la solidez del mercado de trabajo y repiten el criterio usado por el comité de investigación económica, que declara formalmente cuándo empieza y termina un proceso recesivo.
Pero la campaña de la Casa Blanca se ve obstaculizada por los movimientos de la Reserva Federal (Fed), que está intentando enfriar la economía para dominar la inflación. Este miércoles, la Fed volvió a aumentar fuertemente las tasas de interés de referencia, esta vez en 75 puntos básicos, alimentando las chances de una caída inducida de la economía en la segunda mitad del año.
La Casa Blanca sostuvo su argumento de que el país no está actualmente en recesión en base a varios indicadores económicos, a los pronósticos de varias consultoras, y a la definición técnica que utiliza la Oficina Nacional de Investigación Económica para determinar lo que constituye una recesión.
“El consumo sigue alto y la hoja de balance de los hogares está equilibrada”, dijo Brain Deese, director del Consejo Económico Nacional, durante una presentación ante la prensa en la Casa Blanca. El espectro completo de los indicadores económicos, agregó Deese, “no se condice con una recesión”.
Pero el mero hecho de que Biden y su equipo dediquen tanto tiempo y energía a desmentir la recesión es reflejo del creciente pesimismo de los norteamericanos sobre la economía, y las dificultades que ha tenido el gobierno para revertir esas expectativas.
Pico de inflación
Hace más de un año que Biden intenta convencer a los norteamericanos de que la economía está sólida y de que la inflación, la más alta en 40 años, finalmente se extinguirá. También recalcó el rápido crecimiento del empleo y el desplome de la desocupación, que según informó el lunes se redujo aún más, al 3,6%.
Pero los norteamericanos no se lo tragan: la confianza de los consumidores se ha hundido ante el astronómico aumento de los alimentos, el combustible y los productos de consumo en general.
La insatisfacción de los votantes con el manejo económico de Biden recrudeció, al igual que las críticas de los republicanos, que culpan a las políticas del presidente de alimentar el fuego inflacionario y limar el poder adquisitivo de la población, tan solo unos meses antes de las elecciones de medio mandato que definirán si los demócratas retienen el control del Congreso.
En un sondeo encargado en junio por The New York Times a la plataforma de investigación online Momentive, aproximadamente la mitad de los estadounidenses consultados en todo el país opinó que la economía ya estaba en recesión o depresión, y una cuarta parte dijo que la economía estaba “estancada”. Los consultados de filiación republicana fueron más pesimistas que los demócratas, reflejo de que la grieta partidaria define la opinión sobre el desempeño económico según quién ocupe la Casa Blanca.
Pero más de la mitad de los votantes sin filiación partidaria respondieron que la economía del país estaba en depresión o recesión, al igual que un tercio de los demócratas.
Los funcionarios del gobierno reconocen públicamente que la gente se siente asfixiada por los aumentos de precios, que socavan el poder adquisitivo de los trabajadores. También se quejan de que la gente no le reconoce a Biden el rápido repunte del empleo, tras haber recibido una economía que recién empezaba a asomar de la estrepitosa y profunda recesión pandémica de 2020.
Las autoridades señalan el fuerte y sostenido crecimiento del empleo como evidencia de que el país no está en recesión, sumado al menor índice de desempleo en 50 años, y recalcan que después del aumento inicial, hace seis semanas consecutivas que el precio del combustible está bajando.
En la Casa Blanca son muy conscientes de que la economía de Estados Unidos pronto podría ingresar en los parámetros informales de una recesión, si este jueves el Departamento de Comercio informara que la economía se contrajo por segundo trimestre consecutivo.
Es una definición fácil de entender y ampliamente utilizada, que considera que una economía se encuentra en recesión cuando se contrae durante dos trimestres consecutivos. En el primer trimestre del año, la economía norteamericana se achicó un 1,6%. Muchos analistas creen que el informe del PBI que se conocerá este miércoles mostrará una mayor contracción en el segundo trimestre, aunque algunos proyectan un crecimiento levemente positivo.
Para colmo, la tendencia global parece empecinada en desmentir a la Casa Blanca. Según el sombrío pronóstico difundido el martes por el Fondo Monetario Internacional, algunos indicadores sugieren que Estados Unidos ya estaba en “recesión técnica”, que el FMI define en términos sencillos como “dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo”. Y los pronosticadores alertan sobre la desaceleración del crecimiento en Estados Unidos, Europa y China, lo que acrecienta las chances de una recesión a nivel global.
Tal vez el mayor riesgo político para Biden sea tener razón sobre la recesión ahora, pero estar equivocado a futuro. Aunque los nuevos datos revelen que durante el segundo trimestre la economía de Estados Unidos creció, el país podría caer en recesión ahora durante el verano boreal, o justo antes de las elecciones intermedias, sobre todo si los precios mundiales del petróleo vuelven a subir, algo que la Casa Blanca está tratando de evitar.
El FMI advirtió que las perspectivas para la economía mundial “tienden abrumadoramente a la baja”, y rebajó su proyección de crecimiento para Estados Unidos durante el cuarto trimestre de 2023 a apenas un 0,6%.
Tal desaceleración, escribieron los funcionarios del FMI, “volverá cada vez más difícil evitar una recesión”, sin importar cómo se defina el término.
Jim Tankersley
Traducción de Jaime Arrambide
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