Bettino Craxi murió en el exilio
Fue uno de los políticos más poderosos y polémicos de la posguerra; huyó a Túnez para evitar la cárcel.
ROMA.- Lejos de su patria, prófugo de la Justicia y exiliado desde hacía seis años en Túnez, Bettino Craxi, uno de los hombres políticos más poderosos de la Italia de la posguerra, murió ayer de un ataque cardíaco. La noticia provocó gran conmoción en el país y abrió una nueva etapa de debates sobre el pasado.
Víctima y símbolo de la Tangentópolis, el escándalo de corrupción que estalló en 1992 gracias al famoso operativo Manos Limpias de los jueces de Milán y que selló la defunción de toda una clase política, el 24 de febrero próximo Craxi hubiera cumplido 66 años.
Enfermo de diabetes desde hacía tiempo, la salud del ex líder del Partido Socialista Italiano (PSI), que fue dos veces primer ministro de Italia, era más que delicada. En noviembre se había agravado y el mes último fue sido sometido a una difícil operación de riñón -en la que participó un equipo de médicos que viajó especialmente desde Italia-, en el hospital militar de Túnez.
A fines de año comenzó a pensarse en un hipotético regreso de Craxi a Italia, precisamente por su crítico estado y porque un tribunal había absuelto a Giulio Andreotti de asociación mafiosa en el denominado "juicio del siglo", un veredicto que puso en la mira de la opinión pública a la Justicia y en cierta forma pareció reivindicar a los denominados hombres de la "Primera República".
Entonces, el propio Andreotti, ex líder de la Democracia Cristiana y también uno de los personajes más poderosos del país, pidió un "acto de clemencia" para con el ex líder socialista.
El gobierno se mostró dispuesto a recibirlo "por motivos humanitarios", pero el famoso ex juez (y ahora político) Antonio di Pietro recordó que la Justicia tenía que ser igual para todos. Y que si regresaba a Italia para ser curado, no iba a poder evitar enfrentar las decenas de juicios que tenía pendientes por varias causas. Es decir que, como mínimo, luego de su arribo habría tenido que cumplir arresto domiciliario en un hospital. Craxi rechazó la oferta.
Su segunda patria
Su corazón lo traicionó ayer, a las 17,cuando se encontraba en su casa de Hammamet, en Túnez, el lugar que eligió para evitar la cárcel. La muerte lo sorprendió en compañía de su hija, Stefania, que telefónicamente denunció, entre sollozos: "A mi padre lo mataron todos aquellos que lo acusaron de latrocinio, los que armaron a los jueces... han matado a un hombre que trabajó 40 años por Italia". Y al aludir al funeral, señaló: "Se quedará en Túnez; ésta es ahora su patria".
Como era de prever, la noticia de su muerte provocó gran conmoción tanto en el mundo político como en la opinión pública. El Parlamento suspendió sus sesiones en señal de luto, y radios y canales de TVcomenzaron a transmitir programas especiales, recordando los capítulos más explosivos de la reciente historia italiana.
El Papa "lo recuerda con una oración", reconociéndole el mérito de haber contribuido "a las buenas relaciones entre el Estado y la Iglesia", dijo el vocero de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls, a media tarde.
El presidente italiano, Carlo Azeglio Ciampi, por su parte, escribió a los familiares de Craxi que éste "tuvo un papel importante en la vida política del país". Y el premier Massimo D´Alema expresó su pesar por el hombre con quien tuvo "algunos contrastes políticos", pero en quien siempre reconoció "una fuerte personalidad política".
El gobierno, salvo que la familia quiera lo contrario, aseguró que habrá funerales de Estado para Craxi, algo que la ley prevé para aquellas personalidades que tuvieron papeles institucionales.
Claudio Martelli, su ex brazo derecho en el desaparecido PSI, dijo que estaba consternado, por lo que prefirió no hacer comentarios, mientras que Giacomo Mancini, ex secretario de aquel partido, denunció: "Lo ha matado el odio político, son unas hienas".
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