Berlusconi le dio luz verde a un gobierno populista en Italia
ROMA.- Se viven tiempos delirantes en Italia. Hace unos días parecía que, debido a un bloqueo político exasperante, por primera vez en la historia los italianos iban a verse obligados a volver a votar por segunda vez en el año, en plenas vacaciones de verano. Pero, con un golpe de escena digno de la mejor opereta, en las últimas 24 horas todo cambió.
Gracias a un "paso al costado" del expremier, Silvio Berlusconi, el Movimiento Cinco Estrellas (M5E) de Luigi Di Maio y la xenófoba Liga Norte de Matteo Salvini avanzan ahora hacia un acuerdo de gobierno populista, que espanta a Europa. Aunque aún hay varios nudos que resolver -entre ellos, quién será esa "tercera persona" que liderará este gobierno-, de concretarse, Italia se convertirá en el primer gobierno de la Unión Europea totalmente populista.
A casi 70 días de las elecciones del 4 de marzo pasado -en la que nadie ganó con los números suficientes-, el desbloqueo de la situación llegó después del ultimátum que le lanzó el lunes pasado el presidente, Sergio Mattarella, a los partidos. Al cabo de cinco rondas de consultas terminadas en la nada, Mattarella amenazó con solucionar el estancamiento con un gobierno "neutral" -de duración limitada hasta diciembre-, o elecciones anticipadas. Enseguida el M5E y la Liga Norte, vencedores de las elecciones, rechazaron el gobierno técnico de Mattarella y llamaron al voto "ya". Pero horas después, en una aceleración vertiginosa y confirmando que todo es posible en el mundo político italiano, las cosas se dieron vuelta. Y todo, gracias al anciano Berlusconi, líder de Forza Italia, de 81 años, que le dio luz verde a una alianza entre los dos nuevos y jóvenes protagonistas del escenario político local, Di Maio y Salvini, de agrupaciones populistas y anti-sistema.
En los últimos dos meses de negociaciones fallidas, el Cavaliere había sido el gran escollo de esa alianza. Los "grillini" -seguidores del movimiento anti-sistema creado por el cómico Beppe Grillo-, rechazaron una coalición integrada por Berlusconi, por considerarlo un personaje impresentable debido a su pasado de escándalos judiciales y sexuales. Salvini, mandamás de la coalición de centroderecha -ya que la Liga Norte superó por varios puntos a Forza Italia, el partido del Cavaliere, en las elecciones-, le había propuesto al magnate que le diera un "apoyo externo" a la alienza, alternativa rechazada varias veces.
Pero la aceleración impuesta por Mattarella significó un giro. Con el escenario de elecciones anticipadas en el horizonte y el temor a que Forza Italia, en plena debacle, se viera fagocitada por la Liga Norte, así como por las presiones de sus legisladores recientemente electos, que no quieren perder sus bancas, Berlusconi cambió de estrategia.
Tras negociaciones secretas y después de que Di Maio -ya famoso por decir una cosa un día y al día siguiente, lo contrario-, por la mañana negó haberle puesto "un veto" a Berlusconi, el Cavaliere anunció su "paso al costado". En un comunicado, indicó que no quería transformarse en un "obstáculo" en el nacimiento de un gobierno y menos aún, en un pretexto para ir a elecciones anticipadas. Sin romper la alianza que tiene con Salvini -ya que Forza Italia y la Liga Norte van juntas en cuatro regiones del norte del país-, el Cavaliere anunció que a la hora del voto de confianza a un gobierno entre el M5E y la Liga Norte, se abstendrá.
La jugada del Cavaliere fue astuta. Aunque evidentemente no le convenían para nada elecciones anticipadas, se mostró como un político "responsable" porque el escenario de elecciones anticipadas en pleno verano, con el riesgo de altísima abstención y un resultado de igual ingobernabilidad, era considerado nefasto. Además, al margen de acordar por lo bajo que no habrá hostilidad hacia su imperio mediático y demás negocios millonarios, se aseguró que, si fracasa el acuerdo populista -como podría ocurrir, vistas las diferencias-, no quedará pegado al "papelón".
Con la luz verde del Cavaliere a un gobierno del M5E y la Liga Norte, por otro lado, Di Maio y Salvini ya no tendrán la "cohartada" de que las cosas no pudieron ser debido al escollo representado por Berlusconi. Si naufraga su gobierno, será sólo por su culpa e incapacidad para negociar y consensuar.
Ante este nuevo escenario Mattarella, el árbitro de esta situación inédita que vive Italia -que siente en el cuello el aliento de la desconfianza de los mercados ante esta situación de incertidumbre-, concedió tiempo hasta el lunes para que Di Maio, de 31 años y Salvini, de 44, trabajen en el armado de un programa común y de un equipo de ministros. Una misión ardua. Aunque lo más difícil será ver cómo arreglan la cuestión de quién será el jefe de gobierno, cargo al que los dos aspirantes habrían renunciado para poder sentarse a la mesa.
"Sobre la composición del ejecutivo y del premier se han hecho significativos pasos adelante, en la óptica de una constructiva colaboración entre las partes, con el objetivo de definir todo en tiempos breves para darle pronto una respuesta y un gobierno político al país", dijeron los dos líderes, en una nota conjunta al cabo de un primer cara a cara.
No hace falta decir que en los pasillos de la Unión Europea y también en Italia hay gran preocupación: las posturas anti-sistema, antieuropeistas, demagógicas y antiinmigrantes del M5E y de la Liga, podrían ser un cocktail explosivo. "Hasta ahora los mercados estuvieron tranquilos, pero atención, si el gobierno desmadra las cuentas o propone reformas irrealizables como la 'flat-tax' (un impuesto único) o la 'renta de ciudadanía' (un sueldo para todos los desempleados), todo cambiará", advirtió Pier Carlo Padoan, ministro de Economía saliente.
También causa alarma el hecho de que tanto Di Maio, como Salvini –los dos sin título universitario y famosos por sus improvisaciones y promesas irrealizables-, no parecen preparados para gobernar un país tan complejo como Italia.
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