Con marchas en su contra, Benedicto XVI encabezó el Vía Crucis
Bajo una agobiante jornada de calor, miles de jóvenes protestaron en las cercanías del escenario principal donde se desarrollaba en una de las jornadas más importantes de la visita papal
MADRID.- En uno de los días más calurosos del verano madrileño, cientos de miles de jóvenes peregrinos sufrieron hoy su particular 'calvario', para asistir al Vía Crucis presidido por Benedicto XVI y dedicado especialmente a los cristianos que son perseguidos en el mundo, mientras otros miles protestaban contra la visita papal a España.
El Sumo pontífice pidió por los que sufren los más diversos males: desde los enfermos de sida y los adictos a las drogas, hasta las víctimas de guerras y catástrofes naturales, a la vez que varios miles de manifestantes marchaban fuertemente vigilados por la policía.
"íEsta no es la juventud del Papa!", coreaban los manifestantes, que también protestaban por la violencia con que la policía desalojó, en los dos días anteriores, de la Puerta del Sol a jóvenes contra la visita papal y la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que Madrid acoge hasta el domingo.
"No más brutalidad policial", "no a la violencia", rezaba una de las pancartas que podían verse en la marcha, que partió de la estación de Atocha y se dirigía a la Puerta del Sol, que la policía había cerrado.
"Ellos tienen descuentos en el metro, en los restaurantes; yo no tengo descuentos, yo no tengo trabajo", lamentaba un joven en plena manifestación.
Joseph Ratzinger siguió el acto central desde el escenario en la Plaza de Cibeles y celebró una multitudinaria misa a su llegada en la víspera a la capital española. En representación de las 15 estaciones del via crucis fueron trasladadas a Madrid algunos de los pasos de Semana Santa más emblemáticos de toda España. Entre ellos destaca "La última cena" de la Cofradía de Nuestro Padre de Jesús Nazareno de Murcia, que data de 1763, "El cireneo ayuda a llevar la cruz de Jesús", tallada entre 1610 y 1650 y traída desde León, o La Virgen de Regla, una de las imágenes más veneradas de Sevilla, del siglo XVII y propiedad de la Hermandad de los Panaderos.
"Nos reunimos evocando la noche del Viernes Santo. El amor se hace patente en la compasión. Por eso, al mismo tiempo que contemplamos la Pasión de Cristo hacemos patente el sufrimiento de tantos hermanos nuestros", dijo el jefe de la Iglesia Católica al dar comienzo a la liturgia en la que se conmemoran las escenas de la pasión y muerte de Cristo en la cruz.
Al igual que antes de la misa del jueves, los peregrinos participantes en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) comenzaron a llegar al lugar del via crucis horas antes del comienzo, para asegurarse un lugar en las proximidades del pontifice.
Durante el rezo del via crucis, grupos de jóvenes trasladaron de estación en estación la cruz de la JMJ, regalada por Juan Pablo II a los organizadores de la primera jornada celebrada en Roma en 1985.
En el texto de la tercera estación se rezó por "las víctimas inocentes de las guerras que arrasan los pueblos, dejando en ellos una semilla de odio difícil de curar", mientras en la quinta se recordó "el dolor de los inmigrantes que reciben ofertas laborales indignas y el sufrimiento de los que padecen actitudes racistas".
Una estación más adelante se pidió por las "víctimas del alcohol, de las drogas o de otras dependencias que los esclavizan"; en la novena se rezó por "las víctimas de genocidios, violencias, violaciones y abusos sexuales", en tanto que en la número 12 se mencionó "la suerte de las víctimas del sida que -con las llagas de su cruz- esperan que alguien se ocupe de ellas".
El próximo acto multitudinario de la JMJ tendrá lugar mañana sábado, con una vigilia junto al papa en el aeródromo de Cuatro Vientos, a las afueras de Madrid, donde cientos de miles de jóvenes pasarán la noche al aire libre para asistir en la mañana del domingo a una misa en el mismo lugar.
Calor español
Las altas temperaturas que están acompañando la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), especialmente hoy, obligaron a los jóvenes a idear originales métodos, como las pistolas de agua y los pulverizadores, para refrescarse, y a buscar la sombra de árboles y monumentos para refugiarse del sol.
Embotellada, en bolsas o recogida de las fuentes en improvisados envases, el agua era un bien de primera necesidad para los peregrinos, tanto, que a lo largo del paseo los vendedores ambulantes no daban abasto a repartirla.
A través de enormes altavoces los organizadores de la JMJ aconsejaban a los fieles hidratarse constantemente y cubrir sus cabezas con sombreros, para evitar posibles golpes de calor y lipotimias. "Estamos muy fatigados, porque nos levantamos muy temprano y luego hay una apretada agenda que cumplir, pero todo merece la pena por estar aquí, con el Santo Padre" explicaron a Efe un grupo de chilenas.
El cansancio acumulado desde el pasado martes, principalmente la falta de sueño, se notaba en los rostros de los jóvenes que aprovechaban el césped de los alrededores de la plaza de Colón, punto de partida del Vía Crucis, para descansar e incluso dormir un poco.
Mañana, como un sacerdote más, el papa confesará en los jardines del Buen Retiro, en el centro de Madrid, a tres jóvenes participantes en la JMJ española y por la tarde se trasladará a la base aérea de Cuatro Vientos, donde se celebrará la Vigilia y la misa del domingo 21, con la que se pondrá fin a estas jornadas.
La tradición del Vía Crucis data del inicio de la cristiandad, cuando los fieles iban a Jerusalén para seguir las huellas de Jesús y rezar en los lugares de su sufrimiento. En el siglo XV los franciscanos, encargados de la Custodia de los Santos Lugares, introdujeron en Europa los eventos de la pasión.
Los cristianos que no podían ir a Tierra Santa empezaron a celebrar Vía Crucis en sus lugares de origen y en el siglo XVI quedaron configurados con 14 estaciones.