Belgorod, el submarino espía y asesino del Kremlin que desvela a Europa
La nave nuclear lleva en sus arsenales el misil estratégico Poseidón; alerta en aguas escandinavas
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PARÍS.– Estados Unidos y Europa se preparan para hacer frente a una acción fulminante del presidente ruso, Vladimir Putin, que parece dispuesto a utilizar el submarino K-329 Belgorod para cortar los principales cables submarinos a fin de interrumpir todas las comunicaciones mundiales, paralizar el sistema financiero internacional y, eventualmente, chantajear a Occidente con la amenaza de disparar un proyectil nuclear desde las profundidades del océano.
Los servicios de inteligencia de la OTAN alertaron el pasado fin de semana sobre el riesgo de una agresión de grandes proporciones contra posiciones o instalaciones en las costas del Báltico o del Mar del Norte. Después de seis meses de fracasos militares en los combates de aire y tierra, Putin necesita exhibir una “victoria espectacular” para lavar las humillaciones sufridas en todas las confrontaciones con las fuerzas ucranianas. El golpe más doloroso para el Kremlin se produjo en los últimos días con la desbandada de las fuerzas rusas en las regiones de Kherson y Kharkiv, confirmada por las cartas militares difundidas por el Ministerio de Defensa.
Ese acelerado repliegue de las fuerzas que constituían el segundo ejército más poderoso del planeta provocó la cólera del líder del Kremlin, que exige a sus militares una rápida y contundente reparación.
La inteligencia occidental desplazó su cuartel general operacional –tradicionalmente instalado en los suburbios de Bruselas– a una base secreta ubicada en un país escandinavo que posee medios privilegiados de enlace con la red de satélites espías de la OTAN encargados de monitorear todas las comunicaciones rusas, los movimientos de tropas, la actividad aérea, la circulación de fuerzas navales y, sobre todo, los desplazamientos de la gran joya de la marina rusa: el submarino de propulsión nuclear K-329 Belgorod, portador del misil estratégico Poseidón, conocido como “el arma del Apocalipsis”.
Ese mastodonte de 184 metros de eslora y 15 de manga, capaz de desarrollar 60 kilómetros de velocidad y permanecer 120 días en inmersión, acaba de poner rumbo a los mares del norte para perderse bajo los hielos del Ártico con el objetivo de cumplir el mismo tipo de misiones que ejecutan los comandos en la jungla. La inteligencia de la OTAN sospecha que el Belgorod participó en los preparativos –y acaso en la ejecución– de los tres atentados perpetrados contra los gasoductos submarinos Nord Stream 1 y 2. Esa cronología agudizó los temores sobre la actividad que puede desarrollar ese submarino en las próximas semanas.
“El Belgorod reúne dos cualidades de crucial importancia para la guerra moderna: está dotado de capacidades ultramodernas de espionaje con equipamiento de gran sofisticación y fue pensado como una plataforma capaz de lanzar minisubmarinos de acción terrorista y espionaje”, asegura el experto naval Siddharth Kaushal del Royal Institute of Technology de Gran Bretaña. También puede lanzar drones de espionaje y ataque.
“Como buque nodriza, posee dos tubos para proyectar mini-sumergibles de unas 75 a 100 toneladas que son capaces de transportar dos a cuatro hombres ranas cada uno. Esos hombres ranas o nadadores de combate están entrenados, por ejemplo, para cortar redes de cables submarinos, realizar atentados en gasoductos o colocar explosivos-ventosas en el casco de un petrolero o un buque de guerra, hace volar una plataforma petrolera off shore”, precisa H.I. Sutton, especialista en acciones de comandos navales y protección contra infiltraciones submarinas.
La inteligencia naval de la alianza detectó una multiplicación de actividad por parte de la flota rusa del Báltico, cuyo cuartel general está en el enclave de Kaliningrado, entre Polonia y Lituania. En esa estratégica posición posee la base principal de Baltiïsk y el puerto de Kronstadt en el Golfo de Finlandia, que alojan una dotación total de 75 buques y un centenar de unidades aeronavales.
Idéntica febrilidad advirtieron en el puerto de Severomorsk, sede de la Flota del Norte, la más poderosa de la Armada rusa, que comprende un portaviones, tres cruceros lanzamisiles, 23 submarinos nucleares y 10 de propulsión a diesel y otro medio centenar de buques de apoyo que operan desde cinco bases (Poliarny, Gadjievo, Vidiaievo, Bolshaia Lopatka y Gremikha), según la precisa nomenclatura actualizada por el sitio Naval News.
La inteligencia naval de la OTAN interpreta la intensificación de las comunicaciones y los movimientos de la Marina rusa como una prefigura de una contraofensiva de gran magnitud, que probablemente se centraría en Escandinavia, la región que al parecer ofrece la mayor vulnerabilidad a una acción enemiga.
En previsión de un ataque de esa naturaleza, los países nórdicos adoptaron medidas de movilización para proteger las infraestructuras civiles y militares, como zonas portuarias, gasoductos, refinerías y usinas de tratamiento de gas. “Los gobiernos tomaron conciencia de la amenaza que pesa sobre los elementos centrales de sus infraestructuras”, comentó Jan Hallenberg, especialista del Instituto de Relaciones Internacionales de Estocolmo. Noruega, que se convirtió en el principal proveedor de gas de Europa después de la suspensión de aprovisionamiento ruso, aumentó el nivel de seguridad en 20 sitios estratégicos para el país.
Alarmados por la gravedad de la amenaza, que puede poner en peligro todo el sistema de abastecimiento energético europeo, al menos tres países –Gran Bretaña, Alemania y Francia– se comprometieron a enviar ayuda a Noruega para reforzar el dispositivo de seguridad de su centenar de yacimientos de gas y petróleo de 9000 kilómetros de gasoductos y pipelines. Suecia y Dinamarca también decidieron reforzar la vigilancia de los mares circundantes y recibirán ayuda occidental.
El gran temor de los aliados, sin embargo, es que los explosivos capaces de destruir cables submarinos o gasoductos ya hayan sido colocados hace tiempo, según Stale Ulriksen, profesor en el colegio naval noruego de Bergen. “Si mis temores son fundados –comenta–, solo tendrían que detonarlos para provocar una catástrofe económica”.
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