Barinas, una derrota que expuso como nunca antes las fracturas del chavismo
Las diferencias en el seno del oficialismo venezolano se multiplicaron tras el mal resultado electoral en la cuna del movimiento
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CARACAS.- Nicolás Maduro ha cosechado una estrepitosa derrota en uno de los sitios donde más le duele, la cuna de la revolución, precisamente cuando más empeñado está en levantar el vuelo por sí mismo de cara a la reelección presidencial de 2024.
Fue en Sabaneta de Barinas, el pueblo natal de Hugo Chávez, donde Maduro comunicó al mundo y al país que había recibido un mensaje del “comandante supremo” a través de un pajarito que encontró en una iglesia.
Desde ese día, desde el patio de la casa familiar de los Chávez, el “conductor de victorias” comenzó a perder punto tras punto en las encuestas hasta provocar que el resultado oficial lo distanciara de Henrique Capriles en sólo 1,4% de los votos. Y con recursos ante los abusos electorales de la revolución que no fueron admitidos.
Mucho han cambiado las cosas desde entonces, transcurridos casi nueve años. Maduro forzó en noviembre la repetición de las elecciones regionales en Barinas, apartó a Argenis Chávez de la candidatura e impuso al “paracaidista” Jorge Arreaza, a quien apartó como canciller tras cuatro años de luchas internacionales para ponerlo al frente de un Ministerio de Industria al que no se adaptaba.
El tiro salió por la culata: Arreaza cayó derrotado con estrépito. Una victoria que ha desatado el entusiasmo en la oposición, incluso en el desafío contra Maduro, aunque se trate solo del escalón de una escalera cuyo final no se ve por ninguna parte.
“Ellos no van a ceder el poder por una derrota electoral”, dijo la politóloga María Puerta Riera a LA NACION. Porque una cosa es perder uno de los 23 estados, por mucho que sea emblemático, y otra muy distinta es que Maduro se baje de su trono bolivariano precisamente cuando más cómodo se encuentra en él.
“Creo que tiene un valor simbólico y político muy importante. Es un golpe parecido a las elecciones parlamentarias de 2015, no de esa magnitud, pero sí un golpe fuerte”, destacó no obstante el historiador Juan Cristóbal Castro, quien resalta dos claves tras conocerse los resultados.
La primera es la división de los partidos de la Alianza Democrática, cercanos al gobierno aunque se dicen de oposición, ya que algunos se decantaron por apoyar a Garrido. Y la segunda, la brecha que se percibe entre chavistas clásicos y los llamados maduristas.
La reacción de uno de ellos ha prendido las alarmas en el interior del oficialismo. “Para refundar al chavismo, hay que derrotar primero al madurismo”, publicó en sus redes sociales el exministro chavista Andrés Izarra, muy cercano en su día a Hugo Chávez y refugiado hoy en Europa, conocida su mala relación personal con Maduro.
Y es que las diferencias en el seno de la revolución, conocidas pero casi siempre resueltas de puertas para adentro, se han multiplicado cuando menos se esperaba. Primero con el disgusto de la familia Chávez por el arrinconamiento de Argenis, hermano de Hugo Chávez y ‘ojito derecho’ de la madre, Elena Frías. Y segundo por los desaires que dirigentes radicales como Diosdado Cabello e Iris Varela han hecho patentes en campaña contra Arreaza, un dirigente sin ningún carisma.
Para enredar aún más la situación, hay dirigentes del chavismo convencidos de que Maduro ha buscado la derrota a propósito provocando el harakiri de Arreaza. Así lo cree el exgobernador chavista Rafael Isea, quien asegura que el madurismo planea terminar el “entierro” de Chávez. Incluso esta estrategia, desde dentro de la oposición, se atribuye a los asesores cubanos del Palacio de Miraflores.
Esa operación tiene como uno de sus puntos cruciales el culto a la personalidad de Maduro, acrecentado en las últimas semanas de tal manera que Superbigote y su Puño de Hierro, el superhéroe bolivariano, lucha ahora contra un supuesto bloqueo sanitario impuesto por el Imperio y la oposición. Gracias al Maduro Superman, las vacunas llegan a Venezuela, una tarea en la que cuenta con la ayuda de sus más cercanos, los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez. Al menos así lo cuentan los dibujos animados que repite la televisión pública en Venezuela.
“El chavismo siempre ha sido hábil manejando su equilibrio interno, no es un bloque monolítico, está muy lejos de eso. Lo sucedido en las últimas tres semanas lo pone de nuevo a prueba”, advierte el politólogo Félix Seijas.
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