Ballottage en Francia: Emmanuel Macron se impuso con comodidad a Le Pen y llamó a la unidad: “Nadie quedará al borde del camino”
El presidente francés dejó fuera del Palacio del Elíseo a la extrema derecha, lo que significó un voto de confianza para que pueda seguir gobernando a la nación a pesar de las crisis que enfrentó en su primer mandato
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PARÍS.– El presidente Emmanuel Macron obtuvo este domingo una categórica victoria por 58,8% a 41,2% de los votos en la segunda vuelta de la elección presidencial francesa frente a la candidata de extrema derecha Marine Le Pen, un pronunciamiento interpretado no solo como un voto de confianza para que pueda seguir gobernando el país durante los próximos años, un periodo signado por la extrema volatilidad internacional sino, sobre todo, como la voluntad de evitar la llegada del ultranacionalismo al poder.
El resultado final de este duelo es, sin embargo, ligeramente más ajustado que la diferencia de hace cinco años: en 2017, su victoria se había concretado por 66,1% a 33,9% de los votos. Pero el gran mérito de su victoria reside en que el actual presidente logró ese sólido caudal después de un mandato de cinco años extremadamente difíciles, signados por un periodo de fuerte tensión social provocada por la rebelión de los chalecos amarillos, seguido por dos años de la epidemia de covid y finalmente el shock de incertidumbre tras la invasión rusa de Ucrania. Por su parte, el partido de extrema derecha Reunión Nacional (RN) alcanzó el mejor resultado de su historia, que Marine Le Pen definió como una “brillante victoria”, pues totalizó 2,6 millones de votos más que en 2017.
“La derrota de Marine Le Pen se explica en gran parte por su incapacidad a seducir el electorado de los jubilados, verdadera reserva de votos de Macron”, interpretó el sociólogo Jérôme Fourquet, considerado como uno de los analistas políticos más sutiles del país.
A los 44 años, Macron es el cuarto presidente que obtiene un segundo mandato en la historia de la Quinta República Francesa, creada por el general Charles de Gaulle en 1958. Las únicas excepciones anteriores fueron protagonizadas por el propio de Gaulle en 1965, el socialista François Mitterrand en 1988 y el conservador de derecha Jacques Chirac en 2002.
El proceso electoral estuvo marcado por una fuerte abstención de 28,2 % contra 25,44% en 2017. El sector más indiferente del electorado fue la juventud, que boicoteó las urnas en una proporción de 48,2%, según estimaciones coincidentes de los principales institutos de sondeo.
Chacun d'entre nous compte plus que lui-même. C’est ce qui fait du peuple français cette force singulière que j'aime si profondément, si intensément, et que je suis si fier de servir à nouveau. pic.twitter.com/02EtTJVdis
— Emmanuel Macron (@EmmanuelMacron) April 24, 2022
La batalla política sancionada por el dictamen de las urnas no está definitivamente terminada porque los dirigentes políticos, los militantes y los analistas políticos consideran que dentro de dos meses se librará una nueva contienda con las elecciones legislativas programadas para el 12 y 19 de junio.
El próximo paso será el comienzo oficial del segundo mandato, que debe concretarse —a más tardar— el 13 de mayo. Macron deberá anunciar luego el nombre del futuro primer ministro y la formación del nuevo gabinete.
El desarrollo de la reciente campaña y las características de la reelección de Macron parecen confirmar que Francia atraviesa un proceso de recomposición política y sociológica sin precedentes con la consolidación de la corriente liberal-centrista creada por Emmanuel Macron hace apenas cinco años y, al mismo tiempo, la afirmación de dos polos radicalizados: uno de extrema derecha —encarnado por Marine Le Pen— y otro de izquierda, personificado por Jean-Luc Melenchon. Esos cambios de alcance histórico se concretaron como consecuencia de la virtual desaparición de las dos grandes corrientes ideológicas que dominaron la vida política francesa durante los últimos 75 años: la derecha de origen gaullista, que ejerció el poder 19 años, tiene actualmente un caudal de apenas 4,5% de votos, según los resultados de la primera vuelta, y el socialismo democrático, que ocupó el palacio del Elíseo durante tres décadas y media, está ahora limitada a 2,5% del electorado.
Jérôme Fourquet interpretó ese fenómeno en términos más alarmistas, afirmando que este mandato se caracterizará por una “descomposición política avanzada”.
Los nuevos equilibrios que se perfilan en el horizonte comenzarán a cristalizarse en las elecciones legislativas, que se caracterizarán por grandes movimientos migratorios entre las diferentes formaciones políticas. Apenas conocidos los resultados, Melenchon, líder de La Francia Insumisa, (LFI), declaró que “esta noche comienza la tercera vuelta de esta elección” y apeló a crear un Frente Republicano formado por socialistas, comunistas, ecologistas y “otras fuerzas progresistas”. Melenchon anunció su intención de alcanzar la mayoría de bancas en el Parlamento para obligar a Macron a nombrarlo primer ministro y “aplicar un programa de reformas populares”.
Tanto Macron como Le Pen aspiran a atraer el electorado del gaullismo histórico que, hasta ahora, se expresaba a través del partido Los Republicanos (LR) fundado y liderado por el expresidente Nicolas Sarkozy, cuyo apoyo a la candidatura de Macron fue interpretado por gran parte de sus electores como una “traición”. Ese electorado también interesa a Edouard Philippe, primer ministro de Macron desde 2017 hasta julio de 2020, que recientemente creó un nuevo partido, denominado Horizontes, que tendrá su bautismo de fuego en las legislativas de junio y que podría transformarse en su trampolín para impulsarlo al Palacio del Elíseo en 2027. Marine Le Pen anunció, por su parte, su intención de constituir un “gran frente patriótico”, lo que parece indicar su voluntad de tratar de recuperar los votos que respaldaron la candidatura presidencial del otro candidato de extrema derecha, Eric Zemmour.
Menos de dos horas después de conocidos los primeros resultados, Macron presidió una gran concentración popular en la explanada ubicada a los pies de la Torre Eiffel.
En su discurso, consagrado a agradecer el respaldo de sus electores, rehusó considerarse como “el candidato de un campo” y se definió “presidente de todos los franceses”. Al mismo tiempo, lanzó un llamamiento a “responder a la decepción de quienes eligieron expresar su cólera” a través de la abstención o de un voto de adhesión a la extrema derecha. En cambio, “nosotros elegimos la opción de un proyecto humanista, ambicioso en sus valores sociales y ecológicos, fundado en el trabajo y la creación, para consolidar la independencia de Francia”.
Ese proyecto lo desarrollaremos “teniendo en cuenta las oposiciones expresadas (durante la campaña) y respetando las diferencias”. Después de enumerar los desafíos que se alinean en el horizonte, en especial la guerra de Ucrania, Macron advirtió que los próximos años “no serán tranquilos”. Tras señalar que el nuevo periodo no será la continuación del quinquenio que concluye, se comprometió a cambiar de método, lo que prejuzga una posible apertura. Los próximos cinco años serán una nueva etapa de construcción para restaurar las heridas que dividen el país: “Nadie quedará al borde del camino”, prometió.
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