Ballottage en Colombia: una sociedad hastiada con la política que pateó el tablero y busca un giro radical
Los expertos señalan que los problemas económicos, el desempleo y la corrupción pasaron a ser las principales preocupaciones del electorado
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BOGOTÁ.- De la emblemática Plaza Bolívar, ubicada en el centro de la capital colombiana, nace la carrera 7, una calle peatonal que exhibe a cientos de locales y turistas que la recorren a diario una amplia variedad de restaurantes, comercios, y vendedores de artesanías que comparten en sus piezas una parte de la cultura de Colombia. Sobre la estructura de uno de los edificios ubicado sobre esa típica vía, un grafiti anónimo lanza un mensaje que define al electorado colombiano: “Somos la voz de un país insatisfecho”.
En las redes sociales, en las calles, ahora también en las urnas. El votante colombiano pide a gritos un cambio. Este domingo, cerca de 39 millones de personas habilitadas para votar elegirán qué tipo de gobierno quiere que ocupe la Casa de Nariño por los próximos cuatro años, en una contienda entre el izquierdista Gustavo Petro y el outsider Rodolfo Hernández marcada por la polarización, la apatía política y el hartazgo con casi dos décadas de un mismo signo político en el gobierno.
“Estamos bien jodidos. Vivimos en un narco Estado lleno de violencia. Igual el que suba el domingo seguro vaya a robar también. Pero ya basta de esto. Vamos a darle un vuelco”, expresó a LA NACION su descontento Carlos Alberto Urbina, de 57 años, que señaló que no tiene afinidad con ninguno de los dos aspirantes a la presidencia, pero que ya está harto del uribisimo.
Las ansias de un gobierno diferente se hicieron evidentes con el resultado electoral de la primera vuelta. Los colombianos patearon el tablero y dejaron en el tercer lugar al exalcalde de Medellín Federico “Fico” Gutierrez, cuyos esfuerzos por distanciarse de la figura de peso del expresidente Álvaro Uribe no convencieron a la mayoría de los votantes.
Las encuestas lo advertían, pero aun así tomó a todos por sorpresa el batacazo del ingeniero y exalcalde de Bucaramanga, Hernández, una figura casi desconocida antes del 29 de mayo que contaba con el menor porcentaje de reconocimiento entre todos los candidatos, de acuerdo a las cifras de la encuestadora Invamer. Con el 27,9% de los votos dejó a Fico sin posibilidades de jugarse de la presidencia. Así, el fenómeno Hernández, que movilizó a su electorado a través de una estrategia de redes sociales sin igual, se medirá en una contienda de resultado incierto con el economista y exalcalde de Bogotá, quien podría desterrar a la derecha y coronar a la izquierda por primera vez en el poder.
Rosalba Ordoñez, de 76 años, está cansada de que la derecha gobierne Colombia. Mientras espera a que llegue su colectivo en la parada del Transmilenio en la Zona T, de brazos cruzados y con indignación manifiesta: “La derecha estuvo siempre al mando y nunca hizo nada por la gente. En especial por los pobres. Aquí hay no se cuánta cantidad de gente que vive en la pobreza extrema. ¿Tantos años en el poder y no hicieron nada por ellos?”, se pregunta. “La izquierda sí que está más preocupada”.
Para la experta en Estudios Latinoamericanos y profesora de la Universidad de Utah Laura Gamboa, una de las nociones de cambio que exige la población responde a una visión ligada a una necesidad de cambio estructural. En un país golpeado por la violencia disparada por la guerrilla, el conflicto armado siempre ha sido prioridad para el electorado. Pero ahora esas prioridades cambiaron. Las métricas de una reciente encuesta de Invamer arrojan que la mayor preocupación de los colombianos es ahora el desempleo y la economía, seguido por la corrupción y el orden público.
Preocupación por la economía
“Ahora está la necesidad de enfocarse en temas socioeconómicos, algo que nunca se había puesto en primer lugar antes. Se exige ponerle atención a las personas que han sido invisibles hasta el día de hoy, sobre todo los marginales”, indica Gamboa.
Con una población de poco más de 50 millones de habitantes, el 39,3% de la población está bajo los niveles de pobreza monetaria y el 12,2% en condiciones de pobreza extrema, según el último reporte del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE). No obstante, resulta alarmante la respuesta del 70,3% de los hogares encuestados que señala que “sí se considera pobre”.
Si bien el país comenzó a estabilizarse tras los daños causados por la pandemia, la economía aún no se disparó. El desempleo en marzo llegó al 12,1% anual, mientras la informalidad es cercana al 64% y el 50% de los trabajadores gana menos que el salario mínimo.
Por otro lado, reina en Colombia un descontento generalizado con el político tradicional y un desgaste del sistema como un todo. El ciclo de Álvaro Uribe comenzó cuando asumió a su presidencia en 2002 y se extendió más allá de su segundo mandato, que terminó en 2010. Apoyó a la primera presidencia de Juan Manuel Santos –aunque no su relección– y luego a la candidatura del actual presidente Iván Duque en 2018. Con el continuo de estallidos sociales de 2019 y 2021, quedó al descubierto la incapacidad de Duque para responder a las necesidades de la población y la lenta caída de la imagen de Uribe.
“Es que Duque no hizo nada. Tuvo cuatro años y no hizo absolutamente nada. La economía va peor, los temas sociales van peor. El uribismo se concentró en el tema de la guerrilla y hay otras cosas para ver. Yo creo que necesitamos urgente un cambio”, dijo a LA NACION María, de 47 años, desde su puesto de trabajo en un carro ambulante. “Solo espero que quien asuma quiera realmente hacerle un bien a este país”.
“Todo proceso político tiene un ciclo”, advirtió a LA NACION Daniel Zovatto, director regional para América Latina y el Caribe del Instituto Internacional de la Democracia y Asistencia Electoral (IDEA). “En esta elección, la esperanza que tenían algunos es que, en lugar de la izquierda, se presentara la opción de centro, que es la de Sergio Fajardo. Pero la elección se termina polarizando nuevamente”.
El voto castigo al partido de gobierno dio lugar a lo que Zovatto llama candidatos PAP –personalistas, antipolítica y populista–, con la figura de Rodolfo Hernández. “Como se agotó el ciclo político anterior y hay un voto de malestar muy grande, ese voto se va al candidato PAP que propone con un discurso simple solucionar el problema tan complejo de combatir la corrupción”, detalla.
La gran pregunta, entonces, es a quién elegirán los colombianos para llevar adelante sus exigencias. El empate técnico que auguran las encuestas hace imposible predecir si Colombia tendrá la misma suerte que los últimos procesos electorales latinoamericanos, en los que se revirtió el resultado de la primera vuelta. Como sucedió en Guatemala, Uruguay, Chile, Ecuador y Costa Rica, quien se consagró ganador en primera instancia no pudo con el ballottage.
“Y la historia de los procesos electorales en Colombia dice que le gusta revertir resultados”, señala Zovatto. Sea cual sea el resultado, los colombianos ya hablaron: llegó el fin de una era.
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