Avanza la beatificación del cardenal argentino Eduardo Pironio
Hoy quedó clausurada la fase diocesana de su causa
ROMA.- Avanza la causa de beatificación del cardenal argentino Eduardo Francisco Pironio (1920-1998). En una ceremonia solemne en el Salón de la Conciliazione del primer piso del Palacio Apostólico del Laterano, sede del Vicariato de esta capital, quedó hoy clausurada la fase diocesana de su causa, que entrará ahora en su fase romana, pasando a manos de la denominada "fábrica de santos", es decir, la Congregación de las Causas de los Santos. Esta en breve podría declararlo "venerable", segundo paso hacia el honor de los altares.
En un salón decorado con frescos espectaculares, fue el cardenal vicario de Roma, el italiano Agostino Vallini, quien presidió este mediodía la sesión de cierre, en la que fueron selladas y lacradas por escribanos las últimas cajas con las actas elaboradas para la causa en casi un década. La causa de beatificación había comenzado el 23 de junio de 2006, cuando Pironio pasó a ser formalmente "siervo de Dios".
Ante un auditorio con al menos un centenar de personas, cuando tomó la palabra el cardenal Vallini destacó que si bien el público había podido ser testigo del sellado y lacrado de 8 cajas de cartón azules con cintas rojas, en verdad estas eran tan sólo las últimas. Reveló, en efecto, que en total hay 17 "scatoloni" (cajas grandes) que guardan las actas de estos casi diez años de estudios sobre la vida y la obra de Pironio. Entre quienes aportaron su testimonio sobre la santidad de Pironio se encuentra el mismo papa Francisco, que lo conoció bien y que siendo arzobispo de Buenos Aires impulsó esta causa, según recordó a LA NACION monseñor Carlos Malfa, obispo de Chascomús. Malfa, que fue secretario de Pironio cuando éste fue obispo de Mar del Plata, también dio su testiomonio. Y viajó especialmente para la ocasión, designado por la Conferencia Epsicopal Argentina, "actora" de la causa. "Pironio fue profundamente humano y todo de Dios. No hay un apersona que se haya acercado a él y lo haya encontrado que no se haya sentido profundamente amada y que no se haya llevado algo de Dios: esta es la santidad", destacó Malfa a La Nación, una vez concluida la ceremonia.
La parte central de la sesión fue cuando Vallini leyó en italiano un perfil del "siervo de Dios", nacido en 1920 en Nueve de Julio de una familia de inmigrantes italianos de la región del Friuli (noreste), y que fue el último de 22 hijos. El cardenal recordó especialmente la "milagrosa" historia de su madre, a quien a los 18 años, después de haber dado a luz a su primer hijo, le habían adevertido que podía morir si tenía más niños. Pero la mujer, muy religiosa, siguió el consejo del entonces obispo de La Plata, que le dijo: "Póngase en manos de Dios". Y vivió hasta los 82 años y tuvo 22 hijos, el último, Pironio.
Vallini, que destacó que Pironio "fue un enamorado de lal misterio pascual", evocó su formación, su ordenación sacerdotal en Luján a los 23 años, su paso por Mercedes y luego por el seminario de Villa Devoto de Buenos Aires, donde fue rector. Recordó su designación en 1964 como obispo auxliar de La Plata, su designación en diversos cargos de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), de la que fue presidente y su designación como obispo de Mar del Plata en 1972. Sin mencionar las persecuciones que sufrió en la Argentina por ser considerado demasiado cercano a la izquierda, recordó que Pablo VI en 1974 lo llamó a Roma para ser prefecto de la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada, y dos años más tarde, lo creó cardenal en 1976.
Vallini recordó asimismo que cuando san Juan Pablo II lo nombró en 1984 presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, el propio Pironio confesó que "me parecía haber retrocedido a un cargo de serie B". Pero que más tarde se había dado cuenta de que eso había sido una "promoción, porque los laicos son la mayoría del pueblo de Dios".
Los expertos en cuestiones vaticanas recuerdan, sin embargo, que como Pironio -papable durante los dos cónclaves de 1978- era considerado demasiado progresista (era muy amigo del obispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, y del padre general de los jesuitas Pedro Arrupe), la designación al frente del dicasterio de los laicos para él había significado un virtual destierro.
Vallini destacó el rol de Pironio en la organización de las primeras Jornadas de la Juventud, su dedicación y amor hacia los jóvenes, y su entereza a la hora del sufrimiento y la enfermedad. Tras padecer cáncer de huesos, Pironio murió en Roma el 5 de febrero de 1998, a los 77 años. Por su voluntad, sus restos resposan en la Basílica de Luján. Vallini resaltó la figura y "personalidad extraordinaria" de Pironio, que escribió decenas de libros, fue un "cultor de la amistad" y "ante todo, una hombre de oración: inmerso en el silencio, contemplaba Dios, la Iglesia y el hombre".
Finalmente, citó las palabras que San Juan Pablo II pronunció durante la homilía de sus funerales, celebrados en la Basílica de San Pedro el 7 de febrero de 1998: "Fue un testigo de la fe valiente que sabe confiar en Dios".
Un largo aplauso invadió entonces el imponente salón del Palacio del Laterano, ubicado al lado de la Basílica de San Juan de Letrán. Como la mayoría de los presentes, el arzobispo español Fernando Vérgez Alzaga, que durante 23 años fue secretario personal de Pironio y que fue nombrado por Francisco secretario general del Governatorato –la administración central del Estado del Vaticano-, no ocultó su emoción. "Es una inmensa alegría ver que se da este paso", dijo a LA NACION Vérgez, que también bromeó que con las nuevas normas impuestas por el Papa para hacer más transparentes y menos costosos los procesos de canonización, quizás la causa podrá avanzar más rápido.
Al margen del postulador, el padre benedectino italiano Giuseppe Tamburrino, como era de esperar muchos argentinos asistieron al evento. Entre ellos, y en una señal de la admiración de Francisco hacia Pironio, estuvo uno de sus secretarios privados, el padre Fabián Pedacchio. Además, varios miembros de la Curia romana: el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de Congregación para las Iglesias Orientales, el arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de Ciencias, monseñor Lucio Adrián Ruiz, el santafesino que es jefe de Internet del Vaticano y secretario de la Secretaría de Comunicación de la Santa Sede. También estuvo el padre argentino Mariano Fazio, vicario general, es decir, el tercero de la prelatura del Opus Dei; el padre Angel Bartolomé Hernández, rector de la Iglesia argentina de Roma y el embajador argentino ante la Santa Sede, Rogelio Pfirter. Entre varios otros, también estuvo el uruguayo Guzmán Carriquiry Lecour, el laico con el cargo más alto en el Vaticano, secretario de la Pontificia Comisión para América latina.
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