Australia: El cambio climático y el fuego desafían a un país habituado al bienestar
La imagen de una bola de fuego, tan naranja que satura, se impregnó en las postales de Australia desde hace más de tres meses. Pero la propagación de los incendios no encendió solo el territorio australiano, sino todos los ámbitos que rodean al país oceánico, entre ellos, la economía, que ahora pone a prueba sus casi 30 años de bienestar sin sufrir recesiones.
Las claves de ese crecimiento sostenido, según los especialistas consultados por LA NACION, residen en varios aspectos. Por un lado, Diego Berazategui, empresario argentino en Australia y director de la consultora energética Akrom, distinguió el funcionamiento del sistema institucional.
"El secreto de Australia está en la independencia de sus instituciones de los políticos partidarios. El Banco Central es autárquico [no financia el Tesoro y tiene un altísimo nivel de transparencia] y las reformas políticas se estudian en organismos independientes consultando formalmente a todos los potencialmente afectados", sostuvo Akrom.
Sin embargo, el modelo australiano no siempre fue así. El país estableció hace más de 40 años una ola de reformas para pasar de un sistema más proteccionista, con elevados aranceles al comercio internacional y un fuerte control al flujo de capitales, a uno con reducción de impuestos, tipo de cambio flotante y apertura al comercio exterior, que le permitieron dejar atrás su última recesión, en 1991, según un documento que el gobierno australiano presentó al Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial en octubre de 2018.
Actualmente, la economía de Australia se basa en los pilares de la diversificación y el comercio, especialmente en la industria minera, que representa un 57% del valor de las exportaciones del país, seguidos por la industria manufacturera, que aportó el 24%, según las últimas cifras disponibles de la oficina australiana de estadísticas (ABS, por sus siglas en inglés).
"Es una economía basada en recursos naturales que desarrolla los servicios auxiliares dirigidos a ese sector, sumada a una fuerte injerencia del comercio internacional", explicó Leandro Ziccarelli, economista argentino del Instituto de Capacitación Bursátil, que vive en Australia.
Las exportaciones australianas tienen un destino principal: China, que entre 2017 y 2018 sumó 106.000 millones de dólares al país. Sin embargo, el primer ministro australiano, Scott Morrison, mantiene una cercanía política con el presidente norteamericano, Donald Trump. Esto deja al país oceánico en medio de la disputa entre su gran socio comercial y un aliado político.
Sumado a eso, el combustible fósil y el carbón están entre los mayores elementos de exportación de Australia, y a su vez también son grandes fuentes de gases que producen el calentamiento. Morrison defiende la industria minera como el sostén económico del país, mientras que los sectores que luchan contra el cambio climático entienden los peligros que puede generar la emisión de gases de efecto invernadero. De hecho, los expertos señalan que el desastre de los incendios es resultado de ese fenómeno combinado con una desafortunada confluencia de climas extremos: Australia nunca había sido tan calurosa y tan seca al mismo tiempo como durante la primavera y el verano de 2019-2020.
"Nuestra economía depende vitalmente de China y, sin embargo, nuestros lazos de seguridad son con Estados Unidos. Nuestra economía depende vitalmente de los combustibles fósiles, pero el paisaje está relativamente expuesto al cambio climático", resumió Chris Richardson, economista jefe de Australia en Deloitte, a The New York Times.
En coincidencia, Ziccarelli analizó: "Uno de los principales debates tiene que ver con el efecto que ese sector tiene sobre el clima. Por un lado, hay una gran emisión de gases de efecto invernadero, pero no se puede frenar porque es un gran sustento para la economía".
Inquietud
En este escenario, Australia empezó a mostrar sus primeros números preocupantes: el país registró en el último año el crecimiento económico más bajo de la última década, ya que el PBI -que ronda los 1,4 billones de dólares- creció solo 1,4%, lo que representa una leve desaceleración en comparación con su incremento habitual. Esta disminución se explicó por el "estancamiento del consumo doméstico, un bajo crecimiento de los salarios, una caída en los precios de las viviendas y el volumen de las ventas", según comunicó el ABS.
"Ya en 2019 se hablaba de la posibilidad de que ocurriera una recesión. En el medio pasó lo de los fuegos y ahora vuelve a aparecer ese fantasma. Aún no hay una dimensión del impacto que tendrán los incendios en la economía, porque todavía no terminaron, pero no se puede descartar que puedan traer una recesión", advirtió Ziccarelli.
Este es el próximo interrogante que se abre en Australia: ¿qué pasará después de los incendios? En primer lugar, hay algunos sectores en alerta. "Donde se puede ver un impacto es, primero, en el sector agrícola y, segundo, en el turismo, que afecta a los servicios. Pero eso no podría romper la matriz productiva, aunque tendrá un impacto fuerte", opinó Ziccarelli.
Por su parte, Berazategui consideró que "es poco probable que Australia entre en recesión, porque el Banco Central es independiente y muy sólido". Además, destacó la proyección a largo plazo que caracteriza al modelo australiano, algo que ,según estimó, mitigará cualquier posible quiebre en la economía. "En el Departamento de Relaciones Exteriores estudian a los países que crecerán para generar sus vínculos comerciales. Ahora emitieron un reporte con las oportunidades de las empresas australianas en la India", ejemplificó.
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