Aún dolida, Nueva York se levanta con optimismo
Sin olvidar su peor jornada, la Gran Manzana se recupera
NUEVA YORK.- Desde hace cinco días, miles de personas dejan mensajes escritos a mano en unas cintas blancas -símbolos de la memoria- atadas en la reja negra que rodea a la Capilla de San Pablo, pegada a Ground Zero. Además de las palabras de cada persona, todas las cintas llevan la misma leyenda impresa: "Recuerden amar".
Esas cintas blancas, cargadas de dolor, pero también de optimismo, forman parte de los homenajes que en los últimos días comenzaron a despuntar en Nueva York, que hoy volverá a recordar a las miles de personas que perdieron la vida el 11 de septiembre de 2001, aunque esta vez con la mirada puesta en el futuro más que en el pasado, pese a la alarma que generó una nueva amenaza de Al-Qaeda.
Ayer, las calles alrededor de Ground Zero comenzaron a cerrarse, a medida que se instalaban las vallas de seguridad y se montaban las pantallas gigantes que mostrarán imágenes de la ceremonia que se llevará a cabo en el Memorial, con la presencia de los familiares de las víctimas; del presidente, Barack Obama, y de su antecesor, George W. Bush, entre otras personalidades. Debido a la falta de espacio por las construcciones que rodean al Memorial, los familiares de los bomberos, policías y paramédicos muertos en la tragedia seguirán la ceremonia desde el Parque Zuccotti.
En medio de un fuerte operativo de seguridad, que incluirá miles de policías, buzos tácticos, francotiradores, técnicos en explosivos, la Guardia Nacional, el FBI y personal de inteligencia, miles de personas acompañarán hoy en las calles del Bajo Manhattan el recuerdo a las víctimas de los peores atentados terroristas de la historia. Por primera vez en diez años, no estará presente la figura que tejió los hilos del día del terror: Osama ben Laden.
Varias estaciones de subte mostraban ayer una imagen recurrente: policías revisando bolsos sobre una mesa antes de los molinetes que dan paso a los andenes, una de las consecuencias de la amenaza "seria, creíble y no confirmada" de un nuevo atentado terrorista, cuyos primeros indicios, justamente, surgieron del material recolectado en la casa de Abbottabad, Paquistán, donde fue asesinado el líder de Al-Qaeda, en mayo último.
Seguir adelante
Acostumbrados a vivir en un modo más peligroso, muchos neoyorquinos y muchos de los miles de visitantes que llegan a la Gran Manzana para esta fecha pasearon ayer por las calles que rodean el sitio donde día y noche se reconstruye el World Trade Center.
"Estuve aquí tres semanas después del 11-S. Podías ver destrucción por todos lados, y la gente caminando, llorando. Ahora se está reconstruyendo la ciudad. Seguimos adelante con nuestras vidas. Se ve gente muy emocionada, pero es distinto. Ahora la gente se apoya mutuamente, no se esconde", comenta Shawn Haddock, que llegó a Nueva York junto con su novio, Dave Webber, y otras 200 personas desde Oregon, en la costa oeste.
"A menos que estés acá, es muy difícil entender lo que significó para la ciudad. Es impresionante ver lo que pasó en los últimos diez años. Es un testamento de cómo la ciudad está avanzando, y de cómo estamos mejor", apunta Webber.
La ceremonia de conmemoración, en la que se leerán los nombres de las víctimas de 2001 y, también, las de los atentados de 1993, comenzará a las 8.40. Este año, habrá seis pausas. A las dos que marcan el momento en el que los aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas y las dos que indican el instante en el que los edificios colapsaron, se sumará una pausa para señalar el ataque al Pentágono, y otra para la hora en la que el vuelo 93 se estrelló en Pensilvania.
Una de las personas que hoy leerá nombres de víctimas, incluido el de su hija, que trabajaba en una de las torres, es Robert Eward, de Montreal, que ayer paseaba como un turista más por Ground Zero. Es la primera vez que regresa a Nueva York desde 2006, cuando se celebró el quinto aniversario.
Cuando vino en 2001, un mes después de los ataques, Robert fue, junto con un grupo de familiares al World Financial Center, al lado de Ground Zero, desde donde pudo ver las máquinas que removían escombros. Lo describe una imagen cruda: dice que parecían cuervos masticando un animal muerto.
"El mundo se ha vuelto un lugar más sospechoso. Antes cruzaba la frontera como si nada, ahora hay detectores, mucha seguridad", evalúa, diez años después de ese momento. "Pero a Nueva York tengo que darle crédito. Se ha recuperado. Igual, volver aquí sigue siendo muy emotivo", concluye.
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