Aún atónita, Munich intenta superar el shock

MUNICH.- Munich se despertó ayer en estado de shock. La gente comenzó temprano a dirigirse al escenario de la masacre, el centro comercial Olympia, donde un joven de 18 años asesinó a balazos a nueve personas antes de quitarse la vida.

Entre la multitud estaba Naim Zabergja, que llevaba una foto en sus manos. La imagen mostraba a un chico de 20 años, con un peinado con estilo, que posa sonriente ante la cámara. "Este era mi hijo, Dijamant", contó Zabergja. Su hijo fue una de las diez personas que murieron ayer en la matanza, incluido el atacante.

No muy lejos de la escena de la masacre, tanto transeúntes como familiares y amigos de los muertos depositaron flores y velas para honrar su memoria.

El miedo a un ataque terrorista se apoderó de la capital bávara para terminar convirtiéndose, a medida que pasaban las horas, en una profunda tristeza.

El centro comercial en el que se desencadenó la matanza, cerca del Parque Olímpico donde se celebraron los Juegos de 1972, se encuentra en medio de un vecindario donde reside gente de clase trabajadora en su mayoría.

Junto a edificios de departamentos de gran altura ocupados sobre todo por inmigrantes, se levanta el centro comercial, un punto de encuentro muy habitual para los locales. En su interior hay muchos negocios, almacenes, supermercados y varias cafeterías y restaurantes.

A los jóvenes del lugar les gusta ir allí a pasear con sus bicicletas. También es habitual que las mujeres que empujan carritos se paren en los bancos del parque a charlar con sus vecinos.

El hijo de Zabergja había ido al centro comercial para reunirse con un amigo. En una tarde de verano, los dos chicos estaban por sentarse al aire libre y tomar algo. De repente, un hombre llegó al lugar y comenzó a disparar a mansalva.

"Mi hijo fue asesinado, su amigo se las arregló para escapar", relató Zabergja, originario de Kosovo. Su voz se volvió más ronca a medida que relató lo ocurrido. El joven había nacido en Munich y estaba capacitándose para trabajar en el aeropuerto de la ciudad, uno de los más importantes del país.

Su padre todavía no puede creer que su hijo esté muerto. A las 4 de la mañana de ayer, la policía tocó el timbre de su casa para comunicarle la trágica noticia. "Aún pienso que esto es una pesadilla. No me creo lo que sucedió y mi familia tampoco", señaló.

Decenas de personas se arrimaron ayer al memorial improvisado que se instaló en las inmediaciones del Olympia, que ayer continuó cerrado.

Un chico de tres años colocó una vela mientras su padre le explicaba que estaba en el centro comercial con su hijo cuando comenzó el tiroteo. "Vivo aquí a la vuelta de la esquina. Me fui con mi hijo a casa tan pronto como pude", dijo este hombre de origen kurdo que reside en Alemania desde hace muchos años. "Vi a los heridos y a dos muertos que todavía estaban sangrando", contó. "Hablé con la madre de una de las heridas y le dije que su hijo se iba a poner bien, pero él le decía «No me quiero morir, pero me voy a morir». Eso fue demasiado para mí", reconoció.

Ahora este padre está preocupado por cómo se sentirá su hijo de solo tres años. "Lo que vimos fue terrible", agregó.

Erwin Tieslau y su novia acababan de regresar a casa cuando se produjo el tiroteo. Un joven se había refugiado en el garaje subterráneo de su casa, mientras que dos mujeres y un chico se ponían a salvo en una pared cercana. "Los trajimos a casa con nosotros", dijo Tieslau.

El luto es palpable en el lugar. Mientras que el transporte público volvió a circular con normalidad, en el centro comercial no se registra movimiento alguno. La gente, de pie, charlaba e intentaba comprender lo que pasó.

Una cinta colocada por la policía acordonó una zona en la que, en un día normal, habría mucho tránsito. Un padre con su hija pararon ante la barrera policial, sonrieron y el padre tomó selfies. A pocos pasos, las personas allí reunidas hacían esfuerzos para contener las lágrimas.

Ali David Sonboly

Atacante de Munich

El diálogo del agresor en el día de la matanza

Antes de abrir fuego en plena calle, el atacante alemán-iraní de 18 años que mató a nueve personas en Munich discutió en bávaro con un hombre que estaba en un balcón del edificio contiguo al centro comercial Olympia, donde ocurrió la masacre. El vecino filmó el diálogo con su celular; el video luego fue difundido por el diario británico Daily Mail Online.

Vecino: Sos un pedazo de mierda, eso es lo que...

Atacante: Fui acosado por gente como vos por siete años.

V: Maldición, sos un idiota.

A: Y ahora tengo que comprar una pistola para dispararte.

V: ¡Una puta pistola!, te debería disparar a tu cabeza, idiota.

Por instantes, el atacante y el hombre empiezan a gritarse, con frases incomprensibles. El vecino del balcón parece dirigirse a otras personas que están en el lugar y les dice, en referencia al atacante: "¡Tiene un arma, el hombre tiene un arma!"

V: Extranjero hijo de puta.

El hombre del balcón le advierte a otra persona: "¡Ey! ¡Cuidado que tiene un arma! ¡Tiene un arma, llamen a la policía!"

A: Soy alemán.

V: Sos un idiota, eso es lo que sos.

A: ¡Dejá de filmar!

V: Sos un idiota ¿Qué mierda hacés?

A: Sí, es así, yo nací acá.

V: Sí, ¿y qué carajo estás haciendo?

A: Crecí acá en el área de la Hartz 4 [un barrio pobre de Munich].

Ambos vuelven a gritarse, pero no se entiende lo que dicen.

V: Sí, un tratamiento sería lo adecuado para vos. ¿Y qué carajo estás haciendo?

A: Acá no hice nada para... Por favor callate.

V: Sos un pedazo de mierda.

El hombre en el balcón les grita a personas que pasaban por la calle: "¡Ey!, ¿cuál es el piso de arriba?"

La persona con la cámara salta para atrás cuando el atacante empieza a disparar hacia el balcón. En ese momento el vecino le grita al atacante: "¡Pedazo de mierda!"

V: Apuesto para que hagan mierda tu cabeza.

A: No, no lo van a hacer, este es el punto, no lo van a hacer.

Cordula Dieckmann

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