Aumenta el robo de relojes de lujo a los turistas en las calles de Europa: cómo operan los ladrones
En general, los sospechosos se mueven en moto o en patineta; en Ibiza sustrajeron un reloj de 1,2 millones de euros
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BARCELONA.- Con el calor y los brazos al aire, la joya se ve más. Su dueño sale a la calle y la pasea en la muñeca sin ser consciente de que, no muy lejos, alguien le observa. Está apostado en una esquina de París, de Barcelona, de Mallorca, de Londres, de Madrid, de Roma… El ladrón va solo o en grupo, a pie, en patineta o en una moto. Cuando menos se lo espere, irá a por su víctima. Quizá ni se entere o quizá acaben revolcados por el suelo, con heridas leves o graves. Pero sí o sí, le quitará el reloj de lujo. El robo de estas joyas se ha democratizado en Europa, y ha pasado de ser cometido por expertos a que lo practique la delincuencia común. El año pasado, en Ibiza batieron el récord: sustrajeron un reloj de 1,2 millones de euros. Una empresa de seguridad privada logró recuperarlo.
Barcelona
Las imágenes corren por las redes sociales como la pólvora. Las últimas, el robo a un hombre que caminaba con su familia por Ciutat Vella. En un abrir y cerrar de ojos, le tocan la muñeca y se llevan el reloj. Denunció que era un Hublot de 800.000 euros. Los Mossos comprobaron que valía 43.000.
La clave, explican fuentes de los Mossos, son los receptadores: unas pocas personas que han pasado de robar ellos a encargar el golpe a jóvenes. Forman partes de redes internacionales, que colocarán la pieza en el mercado asiático. El ladrón se llevará una buena suma de dinero, pero nada comparado con la venta final a un comprador por encargo.
El reloj de lujo se roba desde hace más una década, explican fuentes policiales. Antes a manos de expertos napolitanos o sudamericanos. “Actuaban en moto, un tirón y se iban”, cuentan fuentes policiales. Viajes exprés.
En los últimos años, la delincuencia común ha visto una oportunidad también en estas joyas (el 4% de los robos violentos en la ciudad). “Ven que es mejor que robar una cadena de oro o un celular”, indican esas fuentes.
Para combatirlo, la policía catalana ha creado un grupo específico que mezcla el conocimiento del policía de calle con el investigador para obtener una radiografía precisa de las estructuras criminales detrás de cada golpe, obtener pruebas preconstituidas de las víctimas y lograr más condenas judiciales.
La inteligencia les ha permitido trazar la vida de esos relojes de lujo. La mayoría se roban en Europa. Luego, los receptadores contratan a personas sin antecedentes con una única misión: viajar a otras ciudades con un reloj en la muñeca, y como mucho otro en una maleta, hasta sacarlo de órbita.
Mallorca
En agosto de 2019, el fiscal superior de Baleares Bartomeu Barceló paseaba cerca de La Rambla de Palma cuando un joven lo empujó por la espalda, lo desequilibró y casi lo hizo caer. Lo agarró del brazo y en segundos le sustrajo el Rolex de oro de la muñeca. El chico huyó con otro joven que lo esperaba en una moto. Horas después, fueron detenidos a punto de tomar un avión en el aeropuerto de Palma.
Los dos asaltantes pertenecían a una banda de origen napolitano, que copan los robos de relojes de lujo en el archipiélago, según cuenta el inspector jefe del grupo de Atracos de la Policía Nacional de las islas, Eduardo Pérez. Sustraen piezas de más de 30.000 euros, sin apenas violencia, y toman un avión a Barcelona o a Roma para regresar después a Nápoles con el material robado. En total, pasan como mucho tres días en las islas.
“Hasta hace unos años se trataban como hechos aislados, pero ahora se está dando un enfoque de organización criminal” sostiene Pérez. Actúan en zonas de turismo de lujo, como Portals Nous en Calvià o Jaime III en Palma, y en el 90% de los casos las víctimas son extranjeras. Las denuncias se acumulan entre mayo y octubre.
Uno de los robos más sonados fue el de un reloj de 1,2 millones de un joven turista de Azerbaiyán en junio del año pasado en Ibiza. Del modelo 50-03 McLaren F1 de la marca Richard Mille, era una de las 75 unidades que se habían fabricado en todo el mundo. Una empresa de seguridad privada logró recuperarlo.
A las bandas napolitanas, se han sumado ladrones comunes, de origen magrebí, sin conexiones entre sí, que en ocasiones recurren a la violencia. En la temporada de invierno se marchan a Canarias para delinquir aprovechando el buen tiempo y el turismo extranjero, según afirma la Policía Nacional. “En estos casos, los relojes tienen mucho menos valor, no suelen controlar bien el valor de las piezas”.
En los robos de la delincuencia común, el inspector jefe afirma que esperan a la denuncia para actuar. En el caso de los napolitanos especializados, se valen de un “importante” trabajo de inteligencia previo. “La última vez logramos detener a los autores antes de que se hubiera denunciado el robo. Los detuvimos en el aeropuerto a punto de subir al avión”, explica.
Madrid
En febrero, un hombre acudió a la comisaría del distrito de Salamanca para denunciar el robo de una pieza de 40.000 euros. Explicó que mientras estaba dentro de su coche en un semáforo, una moto se colocó a su lado y el piloto lo agarró del brazo hasta que le arrancó el reloj. En menos de un mes, la policía pilló in fraganti al ladrón usando el mismo sistema: en moto y al despiste. Lo detuvieron en plena huida al chocar con una patineta en la acera, después de arrebatar un Philippe Patek de 80.000 euros a un hombre al que sacó de su vehículo. Actuaba con modos semejantes a los de los camorristas napolitanos.
Cuatro operaciones terminaron en los últimos meses con ocho detenidos, siete de los cuales continúan en prisión, por robar relojes valorados en casi medio millón de euros. Los pudientes distritos de Salamanca, Chamartín y Chamberí eran su perfecto coto de caza, donde no dudaban en emplear la violencia, con desgarros en las muñecas o brechas en la cabeza de sus víctimas.
“Estos atracos se empezaron a detectar hace menos de un año. En estos barrios esto no era habitual, pero mucho me temo que va a empezar a ser una constante”, señala una fuente policial que trabaja en estas áreas.
Algunos detenidos engatusaban a víctimas con copas de más en zonas de moda de Madrid, apaleándolas si era necesario. Una banda de venezolanos prefería rastrear terrazas de zonas acaudaladas, observar las muñecas en los apoyabrazos y atacar a la víctima con el reloj más ostentoso. Les pegaban en la cabeza con la culata de armas de fuego. “Algunas de estas víctimas llegaron a enfrentarse con sus agresores”, señala una fuente policial. A ellos se suman los que improvisan, como los dos detenidos minutos después de pegar a un hombre que caminaba por una calle del distrito de Salamanca.
París
En París, capital mundial del lujo, el robo en la calle de relojes empezó a dispararse hace una década y, en años recientes, “se ha democratizado”, según ha explicado el diario local Le Parisien citando a fuentes policiales. Al principio, cuenta Le Parisien, eran bandas de napolitanos o argelinos, ladrones profesionales con la habilidad para hurtar el reloj con el mínimo de violencia y un conocimiento minucioso del mercado. Se ha sumado una nueva generación integrada por jóvenes del extrarradio, pequeños delincuentes con un conocimiento superficial del sector y una menor especialización. “Las agresiones pueden ser extremadamente violentas”, decía en mayo al citado diario el comisario Julien Herbaut, jefe de la seguridad territorial en la capital francesa.
El objetivo privilegiado de estos ladrones de nueva generación son Rolex de unos 15.000 euros que revenden enseguida, según la prensa francesa. “Conocen dos o tres modelos, no más”, dice el comisario Herbaut a Le Parisien.
Los robos de relojes de lujo en París han aumentado en un 31% desde el principio de 2022, según cifras publicadas por el Journal du dimanche. El 22 de mayo, la cadena BFMTV registró hasta tres robos en menos de cuatro horas en varios barrios de París: un Rolex de 25.000 euros, otro de 8.000 y un Richard Mille de 400.000, según la cadena.
Los tiempos han cambiado, y los métodos también. El de los napolitanos, según explicó Herbaut en la entrevista con el citado diario, consiste en detectar un automóvil de lujo, golpear desde una moto el retrovisor y, cuando el conductor saca el brazo para colocarlo bien, quitarle el reloj desde una segunda moto. El método de los argelinos es aproximarse en grupo a la víctima, bromear con ella (“una llave de judo, un paso de baile”) y aprovechar para hurtarle el reloj sin que se dé cuenta. El método de la nueva generación, más joven y autóctona, es que uno agarra por detrás a la víctima por el cuello; y el otro le quita el reloj.
Londres
Hay apodos criminales irresistibles, que perduran en el tiempo. Después de Jack The Ripper (Jack el Destripador) ha habido muchos más rippers en el Reino Unido. El último caso, las Rolex Rippers. Una banda de mujeres jóvenes, que hablan un inglés con suave acento de Europa del Este, y se acercan a hombres mayores. En cuanto les ven conduciendo un coche caro, o a la salida de algún club de golf o de un supermercado gourmet, se fijan en su muñeca, en busca del codiciado reloj de lujo. La excusa, algún tipo de encuesta o colecta que les permita acercarse hasta ellos.
Operan en zonas de Inglaterra donde se concentra la población con más renta. La idealizada campiña inglesa de Dorset, Hampshire, Gloucestershire, Wilthshire, Surrey o Sussex. En lo que va de año, según la policía, han llevado a cabo más de 60 golpes. La leyenda hablaba de una pareja de mujeres, pero las autoridades sospechan que son más, y forman parte de una organización criminal similar a las que operan en otras partes de Europa. Se calcula que, solo en 2011, se sustrajeron relojes de lujo por valor de 600.000 euros. La página web WatchRegister, que registra los relojes robados o extraviados en el Reino Unido, tiene en su lista más de 70.000.
Roma
El robo de relojes de lujo es un fenómeno extendido en Italia. Nápoles es el lugar al que apuntan la mayoría de las policías europeas cuando hablan de ladrones especializados en relojes de lujo. En el país, uno de sus últimos golpes más sonados es un Patek Philippe de 39.000 euros que pertenecía al actor francés Daniel Auteuil, en Nápoles, o el robo de 50.000 euros en relojes a un coleccionista en Roma la semana pasada.
Pero también actúan fuera, como ha contado a la justicia Luca Esposito, yerno del capo Patrizio Bosti, miembro destacado del clan napolitano Contini. Para sus golpes, eligen los destinos frecuentados por gente más acomodada. En verano, Ibiza, Mikonos, Cannes, Barcelona y la Riviera francesa, entre Mónaco y Antibes. Y en invierno, Milán, Turín y Roma.
También ha detallado que el valor de un reloj robado en buen estado y revendido en el mercado negro se reduce en un 30%. Las piezas son compradas en su mayoría por peristas napolitanos con contactos con los mercados de Asia oriental, China y Hong Kong principalmente, y antes de la guerra, Rusia. Antes de la compra, un intermediario experto en joyería examina el reloj y también se encarga del envío. Tras la pandemia, también ha caído la especialización de este tipo de ladrones, lo que ha aumentado la violencia en los robos.
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