Asamblea virtual: Nicolás Maduro y Juan Guaidó llevaron el duelo político a la ONU
CARACAS.- Juan Guaidó y Nicolás Maduro se enfrentaron hoy en la distancia y ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Eso sí, el pulso no fue dentro de la ONU, porque el jefe chavista envió un largo vídeo de 40 minutos guardando el protocolo previsto y porque el presidente encargado se dirigió a la comunidad de naciones a través de una alocución audiovisual solo 45 minutos después del primero.
"Ha llegado el momento de acciones oportunas y decisivas. Hoy les pido a todos los representantes de los Estados miembros que asuman la responsabilidad de asistir al gobierno legítimo de Venezuela en su misión de proteger al pueblo y consideren una estrategia que contemple escenarios luego de agotada la vía diplomática", exhortó Guaidó en uno de los discursos más duros que se le recuerdan.
El líder opositor elevó su voz para reclamar el esfuerzo de la comunidad internacional para salvar a Venezuela "ante la comisión sistemática de crímenes de lesa humanidad" del "régimen más cruel que ha visto la región en muchos años". El presidente del Parlamento democrático incluso reclamó al secretario general de la ONU que movilice a los Estados para restaurar la soberanía en Venezuela y proteger así al pueblo.
Por su lado, Maduro se despachó ante las Naciones Unidas con una serie de afirmaciones que servirían para resumir la hecatombe social y económica que vive Venezuela: "El colapso ya estaba ocurriendo antes de la pandemia", "hay que revisar por completo, porque ha venido muy mal, de errores en errores", "todos debemos trabajar por la solución", "la salud se volvió un lujo", "se han sufrido muchas injusticias, con acciones que avergüenzan a la Humanidad" y "es necesaria una respuesta global y coordinada".
Pero no, el jefe bolivariano no se refería a su país, sino al planeta. "Más de lo mismo", resumió el internacionalista Mariano de Alba. En un discurso tan largo como anodino, tan leído que ni las ideas ni las palabras parecían suyas, el "presidente pueblo" concentró sus principales fuerzas en atacar con dureza a Estados Unidos, pero aplicó la táctica del avestruz y eludió responder al informe de la Misión Independiente de la Verificación de Hechos, que concluyó que tanto él como sus dos generales favoritos cometieron crímenes de lesa humanidad.
"Se trata de un ataque constante, multiforme", repitió Maduro, que aseguró defender los derechos humanos, eso sí, a su estilo. "Esto es una verdad de Venezuela y no la que vemos en las portadas por el bloqueo comunicacional", añadió. Sin brillantez, pese a sus intentos de emular a Hugo Chávez, Maduro encadenó una serie de proclamas revolucionarias, desde sus aplausos a Rusia, China y Cuba hasta la confirmación de que todo está atado y bien atado de cara a las elecciones parlamentarias de diciembre, para las que ya existen "todas las garantías necesarias. Nadie decide por nosotros, los venezolanos".
Silencios
Eso sí, el jefe del chavismo evitó mencionar la observación internacional reclamada ante la propia ONU y ante la Unión Europea (UE). Ya lo dejó claro en las horas previas Diosdado Cabello, número dos de la revolución, solo dispuesto a acoger a "acompañantes" y mucho mejor si son los habituales amigos de otras elecciones.
En su atrevimiento, Maduro incluso amonestó a dos agencias de la ONU, tanto la de refugiados (Acnur) como la de emigrantes (OIM), culpables entre otras cosas de atender a los más de cinco millones de venezolanos huidos del derrumbe revolucionario. Un fenómeno migratorio "coyuntural" provocado por las sanciones, aseguró el cabecilla chavista.
Maduro y la Asamblea General de la ONU mantienen una relación poco amorosa, todo lo contrario que Hugo Chávez. El comandante supremo, subido en 2006 a la ola de la popularidad, inmortalizó la frase "ayer el diablo estuvo aquí, huele a azufre todavía" tras la intervención del entonces presidente estadounidense, George W. Bush.
En cambio, al "conductor de victorias" no le va tan bien en la Gran Manzana. Maduro amagó durante todo el año con que acudiría a Nueva York, pese a que sobre su cabeza pesa una recompensa de 15 millones de dólares tras la acusación de fiscales estadounidenses por narcoterrorismo. La pandemia del Covid-19 ha obligado a que los presidentes comparezcan de forma virtual, ahorrándole a Maduro tanto la decisión como las explicaciones.
La situación personal del jefe chavista se ha complicado aún más tras el informe de la Misión de la ONU, que lo señala junto a sus dos generales favoritos por crímenes de lesa humanidad. La sombra de Pinochet, detenido en Londres durante un viaje por orden de un juez español, revolotea ahora sobre Maduro, quien no ha viajado al exterior en 2020. El año previo sí acudió a la Cumbre de los Países No Alineados en Azerbaiyán, además de Rusia e Irán.
Ese mismo año, Maduro evitó viajar al norte para quedarse en Caracas "trabajando por Venezuela", pero en 2018 realizó un desplazamiento exprés a la ONU para intentar reunirse con Donald Trump en persona, un encuentro en la cumbre que finalmente no se llevó a cabo. A la carrera, el mandatario venezolano se sumó al acto del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, en una iglesia de Harlem.
Campo de juego
Más temprano, por la mañana, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas se había convertido en el campo de juego donde el chavismo se batió con rabia para mitigar los efectos del informe.
"Es imperativo investigar y juzgar a los responsables de las violaciones cometidas", insistió Marta Valiñas, presidenta de la Misión, "La única razón por la que no pudimos investigar in situ fue por la negativa del gobierno de Venezuela. Enviamos seis solicitudes para ingresar al país, así como solicitando información oficial. No recibimos ninguna respuesta", confirmó.
Jorge Valero, representante de Maduro, desplegó una cortina de acusaciones contra los miembros de la Misión con un doble objetivo: desprestigiar el informe acusando a sus miembros de recibir tres millones de dólares procedentes de Washington y forzar que la Misión no continúe con sus investigaciones. Organizaciones de derechos humanos y varios países miembros del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas apuestan porque se extienda su mandato.
Valero aprovechó para denunciar los supuestos "planes intervencionistas y terroristas" contra el gobierno bolivariano aprovechando el informe, un "Gedeón jurídico para justificar una invasión".
Una estrategia puesta en marcha horas antes por Maduro, quien sorprendió al país con una nueva espiral de conspiranoia. En esta ocasión se trataría de un ataque futuro de Estados Unidos contra él. Para evitarlo, Maduro decretó la "alerta máxima" y anunció la creación del Puesto de Comando de Operaciones, una especie de comando secreto para proteger el Palacio de Miraflores. "Es hora de defender a la patria, sé porqué lo digo y sé cómo lo digo", divagó el jefe chavista.
La paranoia es de tal nivel que los jerarcas del chavismo han reclamado a los ciudadanos que delaten de forma inmediata a la personas con acento extranjero.
Una invasión precedida de la "avanzada" colombiana. "Duque ha colocado a las bandas del narcotráfico de la Guajira para preparar a su grupo de sicarios que vengan a atacar a Venezuela", aseguró el "hijo de Chávez". Militares, policías, milicianos, militantes bolivarianos y poderes populares ya están en máxima alerta.
En sus comparecencias previas, los presidentes de Chile y Colombia fueron muy duros con la violación de derechos humanos, convertida en un plan sistemático de terror en Venezuela. Sebastián Piñera incluso abogó porque Naciones Unidas promoviera un gobierno de transición en el país petrolero.
En total, 12 países latinoamericanos condenaron los crímenes de lesa humanidad que se cometen en Venezuela, cuyo régimen sí contó con el apoyo fraternal de Cuba: "El informe carece de rigor técnico, objetividad e imparcialidad. Rechazamos este documento políticamente motivado, parte de la campaña de descrédito liderada por Estados Unidos contra ese hermano pueblo y gobierno".
"La dictadura quedó al descubierto en el Consejo de Derechos Humanos, el mundo los repudia. Estamos frente a un sistema criminal que busca sostenerse a fuerza de violaciones. Los países entienden que estas no son prácticas fortuitas, sino parte de una cadena de mando que encabeza Maduro", explicó Julio Borges, canciller de la presidencia encargada.
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