Armin Laschet, el heredero legítimo de Angela Merkel pero no muy querido por los votantes
Fue considerado el gran perdedor en los tres debates televisados; su campaña ha estado marcada por múltiples errores y no ha logrado convencer sobre su capacidad de reemplazar a Merkel
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BERLÍN.- Alabado por su capacidad para reconciliar bandos y su tenacidad, el conservador Armin Laschet se muestra como el heredero de la línea moderada y proeuropea de Angela Merkel. Pero sufre de una persistente impopularidad, agravada por sus numerosos pasos en falso.
En vísperas de las elecciones legislativas del domingo que marcarán el fin de los 16 años de gobierno de Angela Merkel, este hombre de 60 años, afable y con una característica sonrisa tímida, tiene la tarea de evitar una derrota humillante de la derecha.
La Unión Demócrata Cristiana (CDU), el partido de Merkel, se ubica actualmente en segundo lugar en intenciones de voto con un 22%, contra 25 a 26% para el Partido Socialdemócrata (SPD), su aliado gubernamental.
Solo el 12% de los alemanes elegiría a Laschet como canciller, según el último estudio demoscópico de Insa, algo nunca visto para un candidato de la CDU antes de las legislativas.
¿Las razones? Fue considerado el gran perdedor en los tres debates televisados frente a su gran rival, el socialdemócrata Olaf Scholz, su campaña ha estado marcada por múltiples errores y no ha logrado convencer sobre su capacidad de reemplazar a Merkel.
“Armin el turco”
Laschet es considerado un heredero natural de la actual canciller, que es claramente su modelo político. Este padre de tres hijos es un “europeísta entusiasta” y fue uno de los pocos que la apoyó sin reservas en su decisión de acoger a cientos de miles de migrantes de Siria y Afganistán en 2015.
Sus convicciones sobre este tema vienen de hace tiempo. Su amplia política de integración cuando era ministro regional en 2005 le valió el apodo de “Armin el turco” dentro de la CDU.
La diversidad étnica no es “una amenaza, sino un reto y una oportunidad”, declaró en 2009.
Armin Laschet nació en febrero de 1961 en el seno de una familia modesta de Aquisgrán, en la región de Renania del Norte-Westfalia, que dirige desde 2017.
Su padre empezó trabajando de minero y llegó a ser profesor. “Me mostró que trabajar vale la pena, que el ascenso social es posible”, dijo en una autobiografía.
Ferviente católico, Laschet conoció a su esposa en el coro de la parroquia, estudió Derecho y trabajó como periodista antes de lanzarse a la política.
Tras cinco años en el Bundestag, ejerció como eurodiputado, entre 1999 y 2005, especializado en política internacional y cuestiones de seguridad.
Laschet fue dado como perdedor en muchas ocasiones, pero sorprendió por su resistencia.
En enero obtuvo la presidencia de la CDU y en abril consiguió la candidatura de la derecha al imponerse al popular líder de la pequeña formación bávara CSU, Markus Söder, después de una guerra interna feroz.
Muerto de risa
Se aprovechó luego de las meteduras de pata de la candidata ecologista, Annalena Baerbock, a la que los sondeos daban en cabeza, para recuperar terreno. Laschet presenta un programa electoral poco definido pero tranquilizador, algo que entronca con el credo de Merkel de no hacer experimentos en periodo de campaña electoral.
Pero las inundaciones en el oeste de Alemania a mediados de julio, que dejaron unos 180 muertos, de los cuales cincuenta en la región que él dirige, pusieron a prueba sus cualidades para gestionar una crisis.
Y, como durante la pandemia, se distinguió por una increíble torpeza.
Interrogado por una periodista sobre la posibilidad de tomar medidas más enérgicas contra el cambio climático, considerado en parte responsable de las inundaciones, respondió: “Discúlpeme, señorita. No es porque haya ocurrido esto que debemos cambiar de política”, lo que le valió innumerables críticas en las redes sociales, tanto por el tono condescendiente como por el contenido de la respuesta.
Luego, durante una ceremonia de homenaje a las víctimas de las inundaciones, una imagen causó estupefacción en Alemania. Laschet, en segundo plano detrás del jefe del Estado, Frank-Walter Steinmeier, aparece muerto de risa.
Además, tuvo que reconocer que hubo “errores” ante las acusaciones por plagio de un libro escrito en 2009.
Cada vez que pide perdón pierde intención de voto y muchos dudan de que pueda dar vuelta a esta tendencia.
Hasta tal punto que Angela Merkel, que se había mantenido al margen de la campaña, salió a apoyarlo multiplicando las apariciones a su lado en mitines electorales.
En una reciente entrevista al diario Die Welt, Laschet se niega a declararse vencido. “Estoy persuadido de que cruzaré la línea primero” el domingo, aseguró.
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