Arde el Cáucaso: violentos combates entre tropas de Armenia y Azerbaiyán
PARÍS.– Treinta años después de provocar un sangriento conflicto, la región caucásica de Nagorno-Karabaj, reivindicada por Azerbaiyán y por Armenia, es nuevamente teatro de sangrientos combates. Los enfrentamientos amenazan con desencadenar un estallido regional en el cual podrían implicarse Rusia y Turquía.
Violentos combates estallaron ayer en esa región, más conocida con el nombre de Alto Karabaj, territorio secesionista de Azerbaiyán, poblado mayoritariamente por armenios y apoyado por Ereván. Como siempre, ambos campos se acusan mutuamente de haber lanzado las hostilidades.
Las autoridades armenias decretaron ayer la movilización general y la ley marcial. Según ambas capitales, varios civiles perdieron la vida. "Exhorto a todo el personal a presentarse en los comisariados militares", declaró en Facebook el primer ministro armenio, Nikol Pachinian. Poco antes, la presidencia de la región separatista también había decretado "la ley marcial y la movilización general para los mayores de 18 años" en una sesión extraordinaria del parlamento local.
El presidente azerí, Ilham Alievn, prometió a su vez la victoria en un discurso televisado: "El ejército azerí combate hoy en su territorio, defiende su integridad territorial y asesta devastadores golpes al enemigo. Nuestra causa es justa y venceremos", dijo.
"El régimen autoritario (azerí) declaró nuevamente la guerra al pueblo armenio", replicó el premier armenio en su discurso. Pachinian estimó que Bakú y Ereván están al borde "de una guerra de envergadura", que podría tener "consecuencias imprevisibles" y extenderse más allá del Cáucaso.
En julio pasado, los combates transfronterizos entre ambos países habían provocado la inquietud de la comunidad internacional. Pero la amplitud de esta nueva escalada hace temer una verdadera guerra. Armenia y Azerbaiyán se disputan la región autónoma del Alto Karabaj, un conflicto ancestral cuya reactivación podría provocar la intervención de Rusia y Turquía, las dos potencias que pretenden el control del Cáucaso.
Los enfrentamientos en curso son los más graves desde 2016, cuando los combates en torno de Karabaj casi degeneraron en guerra abierta entre Ereván y Bakú. Aún hoy, el aumento de tensión permite temer un estallido generalizado en esa región, particularmente inestable. Ese peligro condujo ayer a Rusia, pero también a la Unión Europea y a Francia a llamar a un inmediato cese del fuego. Por el contrario, Turquía aportó su apoyo a Azerbaiyán, evocando una "agresión armenia".
En 1936, los dirigentes de la URSS crearon en esa región tres repúblicas socialistas soviéticas: Georgia, Azerbaiyán y Armenia. Las fronteras fueron establecidas a pesar de importantes mezclas de población en estos últimos dos países. Quedó pendiente la región del Nagorno-Karabaj, que los soviéticos dejaron en poder de Azerbaiyán.
Entonces mayoritarios en ese territorio, los armenios rechazaron esa decisión, y se declararon en secesión en 1988. Pero la situación empeoró con la caída de la URSS. A fines de 1992, estalló la llamada "guerra del Alto Karabaj", que provocó cerca de 30.000 muertos.
Un precario alto del fuego, firmado en 1994 con la intervención de Rusia, es desde entonces violado periódicamente. Con las negociaciones de paz en punto muerto, las autoridades azeríes intentan retomar el control de la región, si es necesario por la fuerza.
Ese explosivo statu quo conviene, sin embargo, a las dos grandes potencias regionales, Rusia y Turquía, animadas por intereses geoestratégicos opuestos.
"Condenamos con severidad el ataque de Armenia contra Azerbaiyán", declaró ayer el vocero de la presidencia turca en Twitter, asegurando que Bakú cuenta con "el apoyo total de Ankara".
Históricamente hostil a Armenia –cuyo genocidio por parte del imperio otomano en 1915 siempre se negó a reconocer–, Turquía es cercana a Azerbaiyán, con quien comparte raíces lingüísticas y religión. Pero los sucesivos dirigentes turcos tienen sobre todo ambiciones territoriales que remontan al imperio otomano, y que son hoy estimuladas por el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
Rusia, por su parte, llamó a "cesar de inmediato el fuego e iniciar negociaciones a fin de estabilizar la situación". En este conflicto, el papel de Moscú es ambiguo. Considerado un aliado tradicional de Armenia, a quien provee gran parte de su equipamiento militar –y donde mantiene bases militares–, el país dirigido por Vladimir Putin también comparte la misma tradición cristiana ortodoxa. Sin embargo, hace algunos años que el régimen ruso parece haberse acercado a Bakú, sobre todo mediante importantes ventas de armas.
Según una fuente diplomática turca, que no dio más detalles, los ministros de Relaciones Exteriores de Turquía y Rusia mantuvieron ayer una conversación telefónica sobre el conflicto.
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