Aplanar la curva: por qué desacelerar la propagación del virus es casi tan importante como frenarlo
NUEVA YORK.- A fines de febrero, Drew Harris, analista de salud poblacional de la Universidad Thomas Jefferson, Filadelfia, acababa de cruzar Estados Unidos en avión para visitar a su hija en la localidad de Eugene, Oregón, cuando en su página de noticias de Google se topó con un artículo de The Economist sobre el modo de contener el peligro del coronavirus.
La ilustración que acompañaba la nota, a cargo de la periodista audiovisual Rosamund Pearce, estaba basada en un gráfico de un estudio de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), titulado "Lineamientos de mitigación comunitaria para impedir una pandemia de gripe", mostraba lo que el doctor Harris describe como "dos epi curvas", o curvas epidémicas. Una de ellas tiene un pico pronunciado que señala el auge del brote de coronavirus en el corto plazo, y la otra tiene una pendiente más suave, que revela una tasa de contagio más gradual y durante un periodo más largo de tiempo.
La curva más suave resulta en menos gente infectada y menos muertes. "Lo que hay que lograr es aplanar la curva", dice el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infectocontagiosas, durante un parte informativo del grupo de tareas contra el coronavirus en la Casa Blanca, el martes por la noche. "Y eso se logra tratando de interferir el proceso natural del brote."
La infografía del artículo le recordó a Harris de un gráfico similar que él había preparado muchos años antes para un programa de entrenamiento en preparación para una pandemia. "Hace años que la gente de preparación y salud pública comunitaria estamos pensando en estas cosas", dice Harris. "Entender y manejar la dinámica del brote es parte de estar preparados". Pero durante aquel curso de entrenamiento, a los alumnos de Harris les costaba incorporar la importancia de aplanar la curva epidémica, así que Harris agregó una línea punteada que indica la capacidad hospitalaria, "para que quedara claro lo que estaba en juego".
Tras la visita a su hija, Harris estaba esperando su vuelo de regreso en Portland cuando se anunció el primer caso en el estado de Oregón.
Harris cenó en un abarrotado restaurante del aeropuerto mientras pensaba en lo desierto que estaría ese lugar dentro de una semana, cuando la realidad del brote se hubiese instalado. Ya en su casa, recreó su gráfico y lo posteó en Twitter y en Linkedln, y se alegró de ver el interés y la adhesión que suscitó el concepto de "aplanar la curva".
"Ahora sé lo que significa viralizarse", dice Harris.
So cool! #FlattenTheCurve infographic in Braille. Important to reach everyone. https://t.co/CDJZiAVpWV&— Drew Harris (@drewaharris) March 12, 2020
A continuación, un intercambio de preguntas y respuestas con Harris sobre sus conceptos.
- ¿Qué significa "aplanar la curva"?
El objetivo de máxima en toda lucha contra una epidemia o pandemia es detener totalmente su propagación. Pero el mero hecho de desacelerarlo, de mitigarlo, es igualmente crucial. Eso reduce el número de casos activos en todo momento, lo que a su vez da tiempo a que los hospitales, la policía, las escuelas y los laboratorios se preparen para dar respuesta sin verse desbordados. Con un 10 por ciento menos de personal, la mayoría de los hospitales puede seguir funcionando, pero no si se enferma la mitad del plantel.
Algunos comentaristas argumentan a favor de dejar que el brote siga su curso rápidamente. Esa receta trae pánico, sufrimiento innecesario y muerte. Desacelerar el contagio y revertir la marea viral salva vidas. Y aplanar la curva epidémica mantiene en funcionamiento a la sociedad.
- ¿Qué muestran exactamente esas dos curvas epidémicas?
Ambas curvas permiten ir sumando los nuevos casos a lo largo del tiempo. Cuantos más nuevos pacientes hay en un día determinado, más alta es la curva, y cuanto más alta esa curva, a mayor velocidad se está esparciendo el virus. Una curva baja implica que el virus se propaga más lentamente, o sea que en un determinado día fue diagnóstica menos gente con el virus. Mantener la curva baja –disminuir el índice de nuevos casos–, ayuda a no sobrecargar los recursos para tratar la enfermedad, que son finitos y están representados por la línea punteada.
Hay que pensar el sistema de salud como si fuese un vagón de subte, con capacidad para transportar a un número limitado de personas. Durante la hora pico, esa capacidad no alcanza a satisfacer la demanda, así que la gente espera en la plataforma hasta que llegue su turno. Los horarios de trabajo escalonados, por ejemplo, descomprimen la hora pico, hacen que la gente no tenga que esperar en la plataforma, y hasta tal vez consiga sentarse. Evitar un auge de casos de coronavirus puede garantizar que todos los que necesiten atención hospitalaria la consigan.
- ¿Qué tipo de medidas de prevención ayudan a transformar la curva roja en una curva azul?
Las enfermedades se propagan cuando una persona se las contagia a otra, que a su vez se la pasa a otra, y así sucesivamente. La velocidad con la que eso ocurre depende de muchos factores, incluida la contagiosidad de la enfermedad, el tamaño de los grupos vulnerables, y la velocidad de manifestación de los síntomas.
La diferencia entre la gripe estacional y un coronavirus es que hay mucha gente con inmunidad total o parcial a la gripe, ya sea porque ya la tuvieron o porque están vacunados. Como hay mucha más gente vulnerable al coronavirus, este tiene muchas más oportunidades de esparcirse. Mantener distanciadas en tiempo y en espacio a las personas y otras medidas de apartamiento social, como al autoaislamiento y la cuarentena, disminuyen las oportunidades de contagio.
Para volver al ejemplo del subte, un vagón atestado –o un andén lleno de gente esperando–, son excelentes lugares para la propagación del virus. Pero al reducir el número de personas en el tren o la plataforma, y al pedirle a la gente que trabajo desde su casa o con horarios alternados, permite reducir las interacciones individuales y por lo tanto los contagios. Así funciona el distanciamiento social.
A los grupos más vulnerables y poblaciones de riesgo hay que separarla directa y totalmente del resto de la población. Es lo que está haciendo el estado de Washington al prohibir las visitas a los geriátricos. Hay que pensarlo como una cuarentena inversa.
- ¿Cómo responde en su vida cotidiana a estos tiempos tan raros?
Para empezar, y como todo el mundo, creo que estoy mucho más pendiente de mi entorno y de mis movimientos. Trato de abrir las puertas con la manga o con la flexión del codo, me lavo las manos y uso alcohol en gel después de tocar alguna superficie que pueda estar contaminada. Y siempre me aseguro de tener una reserva de mis remedios de venta libre y de los recetados, en caso de escasez debido al cierre de los proveedores farmacéuticos de China. Sigo las instrucciones de las autoridades de salud pública de Filadelfia, donde hasta el martes había un solo caso y los desplazamientos no están restringidos. Evito los lugares demasiado concurridos y a los enfermos. Sigo saliendo a la calle, y lo haré hasta que ordenen una cuarentena o cierren los lugares públicos.
Sé que hay muchas posibilidades de que me agarre el virus antes de que salga la vacuna, pero también estoy bastante seguro de que voy a estar bien. No soy población de riesgo. Pero me preocupa la gente y quiero hacer lo que pueda para frenar la propagación. También me preocupa la gente que no tiene mis mismos recursos. ¿Qué pasa con los trabajadores independientes, los que trabajan por hora y en negro, cuando la economía se frena? ¿Y qué pasa con los sin techa, que viven de la caridad y del sistema público? Son esos efectos secundarios los que podrían ser devastadores su la epidemia realmente toma vuelo.
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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